Cambios, Raúl Castro
Raúl Castro, el modelo este-alemán y el museo jurásico en la Plaza
Después de todo, no era ni el modelo chino ni el vietnamita
Eugenio Yáñez, Miami | 29/11/2012 9:48 am
Sorpresas del General: después de todo, no era el modelo chino, ni el
vietnamita, lo que pretendía para nuestro país. Ni siquiera un modelo a
gran escala del barrio chino de La Habana, que en su tiempo contó con
excelentes expendios de arroz frito, pomadas medicinales, frituras
varias, y hasta con el Teatro Shangai.
Todos hablaban por gusto, mientras el general insistía en que su
"actualización" pretendía llevar el modelo cubano a algo muy original y
muy autóctono, solamente comparable con cosas así como el guaguancó, el
danzón, el jineteo con universitarias o los Comités de Defensa de la
Revolución, exclusividades de la Perla de las Antillas, algunas antes
de… y otras después de… ustedes saben de qué.
Sin embargo, no, no era así. Resulta que lo que está germinando de las
canteras del neocastrismo raulista en la economía nacional, cada vez con
más fuerza, es algo que recuerda a aquella afortunadamente desaparecida
Alemania "democrática", llamada RDA, esa de la STASSI, el muy
democrático Muro de Berlín con minas y alambradas, y deportistas
repletos de esteroides para arrasar con las medallas olímpicas.
No debería sorprendernos ver lo que pretende Raúl Castro. Al fin y al
cabo, aquella tierna y dulce RDA, que disparaba alegremente y sin
misericordia contra quienes pretendían saltarse el Muro de la felicidad
comunista, o ponía a espiarse a padres contra hijos y viceversa, es un
"modelo" muy aceptable y agradable en la Plaza de la Revolución.
Aquellos alemanes "de nuevo tipo" inventaron, entre otras cosas, los
"combinados industriales" para organizar sus empresas y su economía, una
variante socialista y caricaturesca de la Gesellchaft alemana,
evidentemente inferior a la versión germano-occidental, que sin embargo
resultaba por encima de las "uniones de empresas" soviéticas, los
"complejos agroindustriales" búlgaros, o cualquier otra variante
este-europea del socialismo real, y mucho más efectivos y eficientes,
naturalmente, que los "contingentes" de Fidel Castro o las empresas de
la "rectificación" cubana de los años ochenta.
Ahora Raúl Castro, sin mucho alboroto, vuelve al tema de la organización
de las actividades empresariales cubanas, creando bajo el nombre de
"agrupación empresarial" diversas instituciones empresariales, que
serían las encargadas de planificar, organizar, dirigir y controlar las
diferentes actividades en una misma rama de la economía.
Ya lo hizo primeramente con AZUCUBA, agrupación empresarial surgida
cuando la disolución del absolutamente ineficiente Ministerio de la
Industria Azucarera (MINAZ), y posteriormente se buscó el mismo camino
para actividades mineras, eléctricas, sidero-mecánicas, y de industria
ligera. Y también podría hacerlo en un futuro no muy lejano con la
agricultura, producción alimentaria, transporte, comunicaciones,
construcciones, y pesca, entre otras actividades.
En estos momentos le ha correspondido el turno a la producción
farmacéutica y la actividad biotecnológica, colocadas en la agrupación
empresarial BioCubaFarma, que reúne las actividades que se encontraban
en el Polo Científico del Oeste de La Habana (otro invento de Fidel
Castro) y en el grupo empresarial QUIMEFA. Para dirigir el nuevo grupo
empresarial ha sido designado un médico, que en estos momentos dirigía
el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC).
La idea organizativa, en sí misma, no es incorrecta: colocar las
actividades empresariales en una gran institución empresarial vertical,
separándolas de las actividades de dirección estatal, que se llevan a
cabo en los organismos de la administración central del Estado o en los
órganos locales del gobierno. Sin embargo, ni siquiera con los alemanes
"democráticos" este mecanismo funcionó, porque la acción combinada sobre
las empresas estatales del "papel rector" del Partido y la injerencia
gubernamental, con sus "cuadros" celosos y temerosos de perder su
espurio poder, cercenaba la autonomía y la efectividad de las empresas.
Y es el mismo fenómeno que ha caracterizado a las empresas estatales
cubanas desde su misma creación en los años sesenta: el espíritu de la
"empresa consolidada", invento de un médico argentino, venido a menos y
sin título verificable, que se creyó que sabía de economía, y con sus
disparates sentó las bases para que nunca pudiera funcionar
adecuadamente la anteriormente próspera actividad productiva y comercial
cubana.
Para colmo de males, y para desgracia de las flamantes "agrupaciones",
recientemente han sido creados por el gobierno cubano el GGPE (Grupo
Gubernamental para el Perfeccionamiento Empresarial), y el GEPE (Grupo
Ejecutivo de Perfeccionamiento Empresarial), dos engendros burocráticos
que, además, pueden replicarse a nivel provincial, cuya misión, en
última instancia, y dígase lo que se diga, es cercenar la autonomía
empresarial y afianzar el control estatal sobre las empresas.
Por consiguiente, lo que no pudo funcionar con los alemanes del este en
las condiciones del llamado "socialismo real", podrá funcionar mucho
menos en las condiciones del "socialismo surrealista" cubano. Discutir
sobre eso ahora no tiene sentido: ya vendrán los resultados, y podremos
comprobarlo.
A esta variante criolla de los combinados este-alemanes, Raúl Castro
suma un aporte que sí le corresponde realmente a él en toda su
extensión, y que difiere totalmente del estilo que utilizaba Fidel
Castro: la creación y mantenimiento del museo jurásico. Cuando era
Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, cargo que desempeñó
durante cuarenta y siete años, la "oficina del Ministro" era un ente
donde iban a parar militares "tronados" por una u otra razón, pero que
no dejaban de ser "confiables": por esa oficina pasaron en su momento
(alguno sigue aún) los comandantes del Ejército Rebelde Efigenio
Ameijeiras, Augusto Martínez Sánchez y Sergio del Valle.
En estos momentos, Raúl Castro aplica el mismo tratamiento a otros
"líderes" venidos a menos, sea por avanzada edad, por problemas de
salud, o simplemente por absoluta incompetencia, designándoles como
"asesores especiales" del Presidente del Consejo de Estado y del Consejo
de Ministros, es decir, de él mismo: bajo este procedimiento han pasado
a la "asesoría" del Presidente el octogenario José Ramón de la Caridad
Fernández Álvarez, conocido como "el gallego", ex vicepresidente del
Consejo de Ministros, y el ex ministro de Cultura y mediocre escritor,
Abel Prieto Jiménez; ahora le ha tocado el turno a un siempre favorito
de Fidel Castro, el eterno incompetente José Miguel Miyar Barruecos,
conocido por "Chomy", también octogenario, quien recientemente había
sido Ministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y Jefe del Polo
Científico.
De manera que, entre dinosaurios en retiro y agrupaciones empresariales
que no pueden funcionar eficazmente, se va "actualizando el modelo" y va
pasando el tiempo. No se resuelven los problemas ni mejoran la economía
ni las condiciones de vida de los cubanos, pero se condena "el bloqueo"
y se sigue reclamando la libertad de "los cinco": así que, por lo menos,
hay cosas para entretenerse.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/raul-castro-el-modelo-este-aleman-y-el-museo-jurasico-en-la-plaza-281857
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