Obesos y desnutridos
Viernes, Noviembre 30, 2012 | Por Gladys Linares
LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -El 16 de noviembre apareció
en las páginas del periódico Juventud Rebelde un artículo de la
periodista Maité María Jiménez con motivo de la celebración del XVI
Congreso Latinoamericano de Nutrición, Promoción de Salud y Prevención
de Enfermedades, que sesionó recientemente en el Palacio de las
Convenciones.
En dicho artículo, la doctora Mercedes Esquivel, investigadora titular
del Departamento de Desarrollo y Crecimiento Humano de la Universidad de
Ciencias Médicas de La Habana, declaró que "el incremento del sobrepeso
es una tendencia negativa que se observa en el patrón de crecimiento y
desarrollo de los niños cubanos, determinado en gran medida por las
incidencias del medio en que se desenvuelven".
Entre los malos hábitos alimentarios de los niños cubanos inciden varios
factores. En primer lugar, los bajos ingresos de la familia cubana no
permiten que haya variedad en la mesa. Los años de escasez de vegetales,
frutas y cereales, han provocado que los más jóvenes no tengan hábito de
comer estos alimentos. Además, no todas las familias tienen pesos
convertibles para comprar leche, queso, carnes, cereales o granos a
precios exorbitantes en las tiendas en divisa.
Si bien es cierto que en las escuelas primarias se les vende almuerzo a
los hijos de las trabajadoras por el precio de 7 pesos al mes, este es
insuficiente y está mal elaborado. El menú, escrito en una pizarra,
apenas varía, por lo que maestros y directores con frecuencia
recomiendan a los padres que "refuercen" el almuerzo de sus hijos.
Lo que usualmente constituye la merienda de los niños es pan con
croquetas, con pasta para bocaditos o con perritos, acompañado de
refrescos, ya sean instantáneos o gaseados (de pipa).
Alrededor de los doce años de edad, cuando comienzan la enseñanza
secundaria básica, ya no tienen horario de almuerzo y no se les permite
salir. En lugar de esto, en las escuelas les dan un pan con frita (una
especie de torta de harina con condimentos) y un vaso de yogurt de soya.
Durante más de cincuenta años en la libreta de racionamiento no se ha
tenido en cuenta a este sector tan sensible de la población. Al cumplir
tres años de edad se les suspende a los niños la cuota de trece compotas
mensuales, vendidas mediante la libreta de racionamiento -sin embargo,
en las tiendas que venden en divisas se venden diminutas compotas Gerber
(71 g) al precio aproximado de 80 centavos de dólar-. De igual modo, a
los siete años, se les quita la cuota de leche de vaca y en su lugar se
les vende doce bolsas mensuales de yogurt de soya, hasta que cumplen los
catorce años.
Son muchas las protestas de los padres por el retraso o la ausencia del
suministro, a veces sin explicación, de este yogurt de soya. En verano,
incluso, el problema se agrava, pues los camiones que lo transportan no
son refrigerados y el yogurt a menudo se echa a perder.
En los últimos tiempos se dejó de vender la ración de una libra de pollo
mensual y media libra de "picadillo condimentado" para los niños, y en
su lugar se les oferta una libra de picadillo de res (con muy poca o
ninguna carne y mucho pellejo), y media libra de mortadela, y muchos
padres han protestado porque los niños pequeños se niegan a comerlos.
En este momento, para colmo de males, la libra de frijoles ha alcanzado
precios de hasta 18 y 20 pesos cubanos, precio exorbitante para los
cubanos, que equivale a aproximadamente el salario de un día. Por este
motivo, están quedando atrás los días en que, junto el típico arroz con
frijoles era parte indispensable de la dieta de los cubanos.
Cada día, más cubanos comprendemos que ya la gordura no es hermosura ni
sinónimo de salud. Lamentablemente, por mucha conciencia que tengan los
padres cubanos respecto a la alimentación correcta de sus hijos, en el
medio en que vivimos, comer no es tarea fácil y mantener una dieta
saludable es prácticamente una misión imposible.
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