Inmunes a la desilusión
Viernes, Noviembre 30, 2012 | Por Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -No salgo de mi asombro
cuando escucho a algunas personas que dicen seguir siendo
"revolucionarias", hablar con una convicción que parece impermeable a
todos los desencantos, las mentiras, los desastres y el país que se nos
cae literalmente a pedazos.
No me refiero a los dirigentes y funcionarios. ¿Qué van a decir esos
tipos? Tampoco a los peloteros que dedican sus triunfos a Fidel y la
revolución mientras buscan el modo de eludir a los segurosos y pedir
asilo en cualquier lugar del mundo donde los lleven a jugar. Ni a los
artistas e intelectuales que se cambian por un viaje al exterior, una
exposición, un libro publicado o un premio nacional; de ellos se puede
esperar cualquier payasada para complacer a sus tacaños mecenas.
No hablo de los simuladores, que con sus dobles y triples morales, que
en realidad equivalen a ninguna, es la fauna que más abunda en la
sociedad cubana. Hablo de los incondicionales, los convencidos, los "a
prueba de todo". Por increíble que parezca, todavía los hay. Aun hablan
como lo hacían 50 años atrás ellos o sus padres, en los tiempos de las
trincheras, las caminatas milicianas de los 62 kilómetros, las subidas
de los no sé cuantos picos, con las botas rusas puestas y los pies
llenos de llagas, cuando decían estar dispuestos a morir por la
revolución, con el nombre de Fidel en los labios.
La pregunta no es cómo se podía ser tan comunista y tan picúo, sino cómo
se puede seguir siéndolo a estas alturas. Como si no hubiese pasado el
tiempo o ese tiempo lo hubiesen pasado en un capullo, inmunes a la
desilusión.
Sabemos que es muy duro dar el brazo a torcer, reconocer que se dedicó
la vida y todas las energías a algo que no sirvió, pero no hay que
exagerar…
Peor son los que reconocen que no sirvió de nada, pero afirman que no
se pudo hacer de otra manera, que tuvo que ser así y que ahora es
demasiado tarde para bajarse del mulo, que vamos a ver cómo se arregla,
si es que se arregla…
Cuando se habla con los convencidos, los pocos que quedan, no escuchan
lo que no les gusta escuchar, ni ven lo que no es conveniente ver porque
flotan a kilómetros del suelo y su prosaica realidad, con la vista
fija en el futuro.
Los convencidos tienen la versión de lo que ocurre en el mundo según el
Granma, la Mesa Redonda, el Noticiero de la TV y los programas
expurgados de Telesur que ponen por un canal de la TV cubana a la misma
hora de la telenovela. No ven lo que ocurre a su alrededor porque miran
desde una nube hecha de ingenuidad y fanatismo que desmiente cualquier
otra razón que no sea la que les inculcaron. Y si ven algo malo, siempre
tienen una explicación: Fidel no lo sabe, es por culpa de los
indisciplinados, los corruptos, los burócratas, el bloqueo yanqui…
Su fe inquebrantable no necesita de milagros: les basta con las
consignas y los estribillos. Hablan de la sangre derramada y los
sacrificios hechos para construir una sociedad mejor, que dicen estar
dispuestos a perfeccionar, aunque nos pasemos varias generaciones más en
ese empeño. Están convencidos de que tienen la razón de su lado. Les
duele y les resulta increíble que alguien pueda cometer el error de
tener una opinión que difiera unos milímetros de la de ellos, que es
exactamente la misma de los Jefes.
Y uno no sabe si tenerles lástima o pegarles con un bate de aluminio, a
ver si despiertan de una puñetera vez. Parece que nunca habrá forma de
hacerles comprender cuanto nos han jodido la vida, y se la han jodido
ellos mismos, tan puros, tan candorosos, tan idealistas, tan
desinformados, tan tontos…
luicino2012@gmail.com
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