Todos somos de los Derechos Humanos
Miércoles, Octubre 31, 2012 | Por Juan Carlos Linares Balmaseda
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Si una institución en Cuba ha
cumplido su cometido histórico, esa ha sido la prensa independiente. Y
ya es hora de conceptualizarla así, como institución, porque además de
haber enviado al mundo un inmenso cúmulo de información fidedigna y
reveladora, abriéndose paso entre las más disímiles adversidades
impuestas por la censura gubernamental, también hasta ha servido en
ocasiones para que los gobernantes corrijan sus errores.
El propósito de este artículo no es otro que el de evitar un fatal
accidente, y hasta quizá la muerte de al menos dos niños, de 6 y 7 años,
y una niña de 13.
Taira Martínez Rodríguez, quien es nuestra fuente de información, quiere
que el mensaje vaya especialmente dirigido hacia los funcionarios de
alto rango, con el propósito de causar en ellos algún efecto persuasivo,
o de captar la atención de un sector influyente en el extranjero y que,
por los disimiles canales de comunicación, se ejerza presión sobre las
autoridades.
Taira está a punto de parir. Se apareció en mi casa y me dijo: "Vengo a
verlo porque he acudido a todas las instancias provinciales del gobierno
y del Instituto de la Vivienda, y no dan ninguna solución a mi problema.
Quiero que usted publique la realidad en la que vive mi familia"
En la calle Tejar, entre 15 y 16, del reparto habanero Lawton, existe un
pasillo, señalado con el numero 610, que conduce al apartamento 2. Sus
paredes, de mampostería carcomida por el tiempo y por la falta de
mantenimiento, no causan mucho susto a fuerza de ser casi la norma en la
ciudad, pero una vez en su interior, basta con levantar la vista hacia
el techo, para pronosticar una tragedia segura.
El apartamento consta de dos dormitorios y una sala comedor, y lo
habitan 5 mujeres solteras, con los 3 menores. El techo de los
dormitorios es de madera, totalmente podrida, construido en los años
veinte. En ambas habitaciones hay sendos boquetes, por donde penetran
los rayos del sol o la lluvia. Las tejas, estilo francesas, amenazan con
desplomarse de un momento a otro, y pobre del que esté abajo cuando esto
suceda.
La sala comedor devino dormitorio, su techo es de hormigón, y también se
filtra a cántaros, con el mismo pronóstico de un súbito derrumbe. No se
ven camas por ninguna parte, la humedad las pudrió, rompió las ollas
eléctricas, el televisor, un radio y demás efectos electrodomésticos.
Las mujeres prácticamente son propietarias de nada.
Es común ver a los niños comer y estudiar en el piso. Cuando no llueve,
duermen en el piso. Si llueve, lo hacen sentados por los rincones.
Entonces a los niños se les mojan los cuadernos y la ropa, razón por la
que deben faltar frecuentemente a la escuela. Las tuberías sanitarias se
tupieron. Así que todos hacen sus necesidades en un cubo, que luego
deben vaciar en la alcantarilla. No disponen de agua corriente para
tomar o asearse.
Desde 1993, esta vivienda está considerada como inhabitable, y con orden
de demolición por parte de las autoridades municipales del Instituto de
la Vivienda. Llevaron a la familia para un albergue estatal, y de ahí
sería trasladada para otro, denominado Sexto Congreso. La familia
continuaba viviendo apiñada en un cubículo que le asignaron, de modo
provisional. Las aguas albañales de una fosa corrían por la puerta de
entrada del cubículo, había que pagar para que les trajeran agua
potable, y el elemento humano del albergue era pésimo.
Le prometieron a esta familia que una brigada estatal le ayudaría a
reconstruir su casa, y al final resultó un engaño. Nuevamente las
desalojaron del albergue, y regresaron a la casa después de haber
transcurrido tres años albergadas. Los gatos eran ya los dueños del lugar.
Por desgracia, son miles las familias que viven en similares condiciones
en el país. Mercedes Martínez Rodríguez, la madre de estas mujeres,
padece de los nervios, y dice que ya le queda muy poca esperanza de
vivir algún dia en una casa mínimamente confortable.
Ahora la familia se encuentra registrada como "albergada en su propia
casa", cuestión que puede dar pie a la corrupción. No pocos funcionarios
de Vivienda y del departamento de Albergues, venden la condición de
albergados, y preparan un expediente de caso social a supuestos
necesitados. Más tarde, asignan una casa sin propietario, la cual será
vendida.
Cada vez el Estado cuenta con menos casas en el Fondo Habitacional, para
su entrega a los necesitados. Esto ha llevado a que funcionarios de la
Vivienda tengan que custodiar las casas vacías, para evitar que sean
ocupadas por las tantas familias desamparadas. Las custodian y, mientras
tanto, los vecinos se van acostumbrando a su presencia, de modo que
cuando son vendidas, nadie se da por enterado.
A la delegada de la circunscripción de este barrio, que a la vez en la
Vice-presidenta del Gobierno Municipal, "le asignaron un tremendo
apartamento, y le repararon y pintaron el edificio", denuncia la familia
de Taira.
Meses atrás, una de las mujeres de esta familia ocupó con sus dos hijos
un cuarto sin propietario, pero al cabo de unos días la sacaron por la
fuerza. Posteriormente, el cuarto se lo entregaron a un policía, jefe de
los jefes de sectores, para que lo utilizara como oficina, cuando todos
en el barrio saben que los jefes de sectores tienen un local con cinco
oficinas, construido no hace ni cuatro meses.
La familia no puede obtener crédito para reconstruir por cuenta propia,
pues su propiedad todavía está a nombre de los difuntos padres, y
porque, burocráticamente, aparecen como "albergados".
Al despedirme de estas pobres mujeres, Yarumis me hizo dos preguntas:
¿Usted cree que nuestro caso se resuelva? No pude responderle. Entonces
me preguntó: ¿Usted es "de los Derechos Humanos"? Le respondí que todos
somos de los Derechos Humanos, porque todos nacemos con esos derechos.
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