El milagro y la votación
Lunes, Octubre 29, 2012 | Por Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -No sé qué asombra más por
estos días, si la nueva resurrección del Comandante o los casi ocho
millones de personas que dice el régimen que votaron en las elecciones
municipales del Poder Popular.
Parece que solo tres o cuatro empleados vieron a Fidel Castro cuando
estuvo hace unos días en el Hotel Nacional. Si fueron más, parece que
estuvieron tan ocupados los milagreros-abducidos en atestiguar la
aparición que a nadie se le ocurrió retratar al Comandante como prueba
de vida. Hubiese sido mucho más convincente que las fotos de Fidel con
sombrero ("como un cuadro del viejo Chagall") para demostrar que no se
ha muerto.
Sabemos lo duro de pelar que es el Máximo Líder y la fe inconmovible de
sus seguidores, siempre prestos a los milagros, la taumaturgia y los
efectos especiales. Eso lo explica todo.
Menos creíble es la masividad de la votación en las elecciones de
delegados del Poder Popular del domingo 21 de octubre: más de un 90 %,
según datos oficiales.
En el año 2007, según datos oficiales, el 10,62% de los cubanos con
derecho al voto, no votaron, anularon sus boletas o las depositaron en
blanco. Cinco años después, con el empeoramiento de la situación
económica y social y el evidente descontento de la población, no hay
por qué esperar que se haya revertido esa tendencia, sino todo lo contrario.
Los cubanos acuden a las elecciones de delegados del Poder Popular a
sabiendas que son sólo una farsa, otra más: su asistencia o no a las
urnas, nada cambiará.
En Cuba votar no es obligatorio, pero casi, porque para no buscarse
problemas con los CDR, la gente acude cual manada a los colegios, se
para frente a las urnas de cartón custodiadas por pioneros y marcan de
prisa y con desgano, para salir del paso, cualquiera de las casillas.
¿Qué más da un candidato u otro? Se sabe que ninguno, por mucha voluntad
que tenga, puede resolver los más elementales problemas de sus
electores: los baches, la recogida de la basura, los salideros o la
calidad del pan.
Muchos preferirían anular la boleta, depositarla en blanco o sintetizar
en una palabrota lo que piensan del régimen, pero no se atreven por
temor a que los descubran y tomen represalias. He escuchado a algunos
decir cosas tan disparatadas como que dentro de los colegios hay
cámaras, micrófonos y otros dispositivos electrónicos de vigilancia.
Pero es tanta la desesperación que cada vez son más los que pierden el
miedo.
En mi circunscripción, la número 126, en Parcelación Moderna, Arroyo
Naranjo, como en otras mil circunscripciones de todo el país, tendrán
que ir a segunda vuelta porque ninguno de los candidatos logró la
cantidad de votos requeridos. Muchas personas no fueron a votar;
incluso, muchos de los que habitualmente votan para no "marcarse" o
porque dicen "no estar en nada". Me cuentan que mucha gente aprovechó
las boletas para exigir comida, agua, gas para cocinar y más guaguas. Y
como siempre, muchos las dejaron en blanco.
Las boletas anuladas son oficialmente atribuidas al "desconocimiento o
el exceso de entusiasmo": lo califican como "deficiencias humanas".
Respecto a las boletas en blanco, no importa que sean muchas. En las
mesas electorales las marcan y las contabilizan luego. De cualquier
modo, el régimen siempre gana.
No será tanto como el 90%, pero no dudo que la mayoría de los vecinos
de mi barrio votaron disciplinadamente. Aún los que se quejan y me
preguntan desconsolados: "¿Cuánto tiempo tú crees que le quede a esta
mierda, mi hermano?"
luicino2012@gmail.com
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