Educación
Más de medio siglo de experimentos pedagógicos
Fernando Dámaso
La Habana 31-10-2012 - 11:28 am.
La constante del sistema educacional ha sido anteponer la ideología a la
docencia.
Para nadie es un secreto que la instrucción pública, en la etapa
colonial, era un verdadero desastre: los que deseaban aprender, si sus
familiares poseían recursos para ello, debían hacerlo preferentemente en
las instituciones privadas existentes y, los estudios secundarios y
universitarios, en los institutos, la Universidad de La Habana o en el
extranjero.
Al término de la Guerra de Independencia, durante la Primera
Intervención Norteamericana, se produjo un cambio total, reorganizándose
y desarrollándose la enseñanza primaria, bajo la dirección del notable
pedagogo norteamericano Alexis Everett Frye y del educador del mismo
origen Mathew Hanna, pasando de las 904 escuelas y aulas públicas
existentes a 3.567. La enseñanza secundaria y universitaria también fue
totalmente reorganizada, bajo la dirección de Enrique José Varona, uno
de los intelectuales cubanos más eminentes.
Durante los años de la República, este sistema de instrucción pública
moderno se perfeccionó y desarrolló, lográndose que abarcara
prácticamente a todo el país, con escuelas y centros de enseñanza
urbanos y escuelas, aulas y maestros rurales. Debido a que la población
cubana siempre fue mayoritaria en pueblos y ciudades (70%), y
minoritaria en las áreas rurales (30%), se logró reducir el
analfabetismo general al 23%, cuando en la mayoría de los países de
América Latina era superior al 50%. A estos logros también contribuyó la
enseñanza privada, cuyos centros existieron en la mayoría de las
ciudades y pueblos. Todo el personal docente, a partir del año 1940, era
titulado de alguna de las Escuelas Normales de Maestros o en Pedagogía,
lo que aseguraba una elevada calidad de la instrucción, tanto en la
primaria, como en la secundaria y universitaria. Claro está, aún todo no
estaba resuelto y existían problemas y dificultades, muchos de ellos
derivados de los vaivenes de la situación política, pero la instrucción,
en general, se encontraba en el camino de un desarrollo sostenido, lo
que hacía ocupar a Cuba uno de los primeros lugares en Latinoamérica.
Con la instauración a partir de 1959 del nuevo "modelo" económico,
político y social, se produjeron grandes cambios, dirigidos más a
asegurar el carácter masivo de la instrucción en plazos cortos, que la
calidad. Una de las primeras medidas fue centralizar la preparación de
los docentes en las montañas de la Sierra Maestra, en un lugar conocido
como Minas de Frío, argumentando que al prepararse en condiciones
extremas serían mejores personas y maestros, descartándose su formación
en las Escuelas Normales establecidas, equipadas para ello y con años de
experiencia.
Fracasado el experimento, se trasladó la preparación a las residencias
abandonadas por sus dueños y ocupadas en Miramar, adaptadas
aceleradamente para este fin, apareciendo las denominadas "maestras
Makarenko" (por la aplicación del cuestionable método del pedagogo
soviético de igual apellido). Estas maestras, unido a la eliminación de
la enseñanza privada, al éxodo de docentes en desacuerdo con el "modelo"
que se estaba instaurando, a la discriminación por cuestiones políticas,
religiosas y de preferencias sexuales, y a la jubilación propuesta a
todo maestro con más de 25 años en ejercicio, asegurándole el cobro del
100% del salario más alto recibido, "porque —según el ministro de turno—
las nuevas generaciones no podían ser educadas por maestros formados en
el capitalismo" (la cual fue aceptada por muchos, al sentirse
menospreciados), constituyó el primer golpe mortal dado a un sistema de
instrucción, que había demostrado su calidad y eficiencia, y que
solamente necesitaba incrementar los recursos para su ampliación y
desarrollo.
Sin lugar a dudas, en estas decisiones primaron más las conveniencias
políticas e ideológicas que las docentes, tratando de crear el
denominado "hombre nuevo". En estos años, es de destacar la masiva
campaña de alfabetización que, en un año, concentrando grandes recursos
humanos y materiales, eliminó el analfabetismo, algo que, de todas
maneras, con el ritmo con el que se venía desarrollando su reducción, se
hubiera producido en un plazo no superior a 10 años, sin tantos costos
económicos y sociales.
Con esta fuerza docente mal preparada, independientemente de los
esfuerzos y dedicación de importantes pedagogos, se promocionó el
carácter masivo de la educación, pretendiendo que todos los cubanos,
jóvenes o adultos, cursaran estudios universitarios, despreocupándose
totalmente la enseñanza de los oficios. Además, se repitió el error de
Minas de Frío, trasladando la mayoría de los centros de enseñanza
secundaria y todos los de preuniversitario a zonas rurales, obligando a
los estudiantes a un régimen interno de trabajo y estudio, separados de
sus familiares y de su entorno social, argumentando que, en estas
condiciones, "estudiarían más y mejor y aportarían a la economía".
Para tratar de fundamentar esta teoría, se estableció la obligatoriedad
de alcanzar altas notas y el 100% de promoción en cada curso, lo cual
trajo como consecuencias, la disminución de las exigencias en pruebas y
exámenes y hasta el fraude docente, para lograrlo. En este ambiente de
mentiras compartidas entre alumnos y maestros y promiscuidad (muchos
profesores tenían casi la misma edad que sus alumnos), desaparecieron
valores éticos y morales, y se produjo el deterioro de la conducta
social, que nos acompañan hasta nuestros días.
Más recientemente, ante la carencia de maestros, por jubilación natural
de los más viejos y alejamiento de otros de la docencia, debido a la
pérdida de la estima social, bajos salarios, discriminaciones y
difíciles condiciones laborales, se pretendió sustituirlos con maestros
preparados en cursos acelerados, escogidos masivamente entre los alumnos
de más bajas calificaciones en los centros educacionales (los de mejores
calificaciones aspiraban a ser universitarios), los denominados
"maestros emergentes" quienes, introducidos en el proceso docente,
redujeron aún más la calidad de la instrucción.
Este proceso fue acompañado por la utilización de medios audiovisuales
(clases grabadas transmitidas por televisión) que, como complemento a
las impartidas por los maestros, hubieran resultado beneficiosas, pero
como sustitutas de los mismos no funcionaron, pues los alumnos, sin
ningún tipo de supervisión, les hacían caso omiso, dedicando el tiempo a
otras actividades de interés personal.
La realidad existente obligó a muchos padres a tener que pagar "maestros
repasadores" particulares, para asegurar que sus hijos aprobaran los
cursos. Debe señalarse, que muchos de los centros docentes actuales
funcionan en viejas instalaciones, afectadas por los años y la falta de
mantenimiento, otros en viviendas adaptadas al efecto y algunos en
instalaciones mal construidas, casi todos con deteriorado mobiliario y
escasos medios auxiliares. Esta situación, como es de suponer, no se
aplica a los centros donde estudian extranjeros, los cuales poseen los
mejores profesores y todos los recursos necesarios, ya que, aparte de la
proclamada solidaridad, responden fundamentalmente al proselitismo
político. Igual sucede con los designados para mostrar a los visitantes.
En los últimos años, más por necesidad económica, ante la
improductividad de las labores de los alumnos y su alto costo de
mantenimiento, y el fracaso de su esgrimida razón docente, las
secundarias en el campo y los preuniversitarios regresaron a los pueblos
y ciudades, para beneplácito de alumnos y familiares, pero ya el mal
estaba hecho: varias generaciones de cubanos fueron utilizados como
conejillos de Indias en este fracasado experimento social. También,
últimamente, se ha tratado de reducir el acceso a las universidades,
potenciando la preparación de obreros calificados y técnicos medios
necesarios al país, lo cual encuentra el rechazo de muchas familias,
formadas durante años en el ideal de que sus hijos fueran
universitarios, aunque después carecieran de oportunidades para aplicar
los conocimientos adquiridos y tuvieran que emigrar.
Este embrollo docente, que ahora se trata de desenredar, padece del
mismo mal inicial que lo generó: anteponer la política y la ideología a
la docencia. Las principales autoridades de la educación, no se cansan
de repetir que el objetivo de la misma es "preparar estudiantes
patriotas" (entendiendo por "patriotas", a los adictos incondicionales
al "modelo"), cuando en realidad el objetivo principal de la educación
debiera ser preparar ciudadanos instruidos. Es cierto el carácter masivo
de la educación en Cuba, pero lo de su calidad no es más que un cuento
chino.
http://www.diariodecuba.com/cuba/13762-mas-de-medio-siglo-de-experimentos-pedagogicos
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