El camino perdido
Jueves, 01 de Noviembre de 2012 14:23
Escrito por Rogelio Fabio Hurtado
Cuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) Las ¿elecciones? de la pasada semana han arrojado unas cifras de las que la prensa oficial no puede blasonar.
El porcentaje de ciudadanos que expresó su rechazo, o por lo menos su indiferencia, superó al 10 %. Sin embargo, tampoco puede ufanarse de ello la oposición, porque esto no significa un crecimiento real de la disposición a disentir activamente.
Lo que realmente crece entre nosotros es la indiferencia. El cubano de antaño, despierto, interesado en la política y en la discusión, ya no existe. La monotonía lo domina todo cada vez más. Lejos de formar a un ciudadano con un alto índice de valores éticos, tenemos hoy un tipo de hombre mucho más egoísta y también mucho más ignorante. La gente que ni siquiera lee el periódico se ha vuelto mayoritaria. Subsiste, en el mejor de los casos, una cierta inclinación pasiva a no hacerle mal a nadie, pero que no alcanza a convertirse en clara determinación a hacerles el bien. Tampoco se quiere pensar demasiado, para eso está Martí.
Recientemente, algunos intelectuales se han lanzado en campaña contra los gustos musicales de la juventud. No creo que Graciela Pogolotti consiga desalojar al ruidoso regguetón, porque este responde a lo que se busca: mucho ritmo estrepitoso, para simplemente menearse sin pensar en otra cosa. Al fin y al cabo, para obedecer y aplaudir o amedrentar, no se requiere otra cosa. Desgraciadamente, la claque de ancianos que nos gobierna no aspira a más.
Mediante la distribución de privilegios relativos, estos gobernantes se han procurado un coro de intelectuales y artistas dóciles, quienes sólo se representan a sí mismos, como individuos ávidos de ventajas y reconocimientos, a quienes puede dárseles manga ancha, pues no va a ocurrírseles nada que les quite el sueño. Solo demandan satisfacciones personales, sin inquietudes sociopolíticas de ningún tipo. En general, acatan las orientaciones emanadas del aparato ideológico del PCC o se engolfan en una jerga cientificista, inaccesible para el lector común. Es el caso del muy ilustrado Desiderio Navarro.
La poesía cubana antiguamente se caracterizó por su inquietud patriótica. De esa corriente, no le queda ni una cuerda sana al laúd. Ahora se trata exclusivamente de demostrar que el escribano consigue versificar a todo pulmón, sin incurrir en la vulgaridad de referirse a algo real y concreto. Esta modalidad se practica hoy sin distinción de sexo. Los autores agregan títulos despiadadamente a su haber. No puede uno ni siquiera contar con que los reseñistas puedan ayudarlo a entender; ocurre que reseñistas y autores a menudo son las mismas personas, ejerciendo eventualmente distintas funciones. Ejemplo al canto son los dos comentaristas literarios que rellenan las páginas del Granma, pues ninguno de los dos intenta hacerse entender. No dudo de la inspiración de estos poetas, lo que sucede es que la ignorancia colectiva les ha aceptado como legítimas pruebas de su arte, renglones que no pasan de ser tareas elementales.
En medio de este deplorable deterioro generalizado, uno tiene derecho a preguntarse adónde iremos a parar. Me quedo con la esperanza de que el día menos pensado se nos olvide el vicio de aplaudir. Entonces, estaremos un poquito más cerca del momento en que podamos repetir con el maestro Jorge Luís Borges: "Después de tantos años de oprobio y bobería..." *
Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com
http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/5613-el-camino-perdido.html
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