La corrupción salpica el imperio de Eusebio Leal
Jueves, Noviembre 1, 2012 | Por Osmar Laffita Rojas
LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -Aunque cause risa, los defensores incondicionales del sistema vigente en Cuba aseguran que es perfecto y capaz de prevenir, enfrentar y liquidar la corrupción dondequiera que se manifieste. Sin embargo, en los hechos ocurre todo lo contrario.
Muchos directivos de empresas y ministerios, cansados de su mísera existencia, no pueden resistirse a la tentación de robar cuanto por sus manos pasa, empezando por los miles de dólares que tienen que depositar en las arcas del Estado.
No pocos de estos funcionarios lanzan al cesto de la basura el engavetado Código de Ética, vigente desde el 16 de julio de 1996, así como su militancia partidista, el honor y la probidad a la que están públicamente comprometidos.
Liberados de esas ataduras morales, han echado a funcionar un eficiente entramado de enriquecimiento ilícito, producto de una larga cadena de actividades ilegales en la que se vende y compra todo.
Este enriquecimiento de tipo mafioso se ha logrado gracias a las componendas y a la tapadera colectiva, que por lo general no se detecta por la falta de control y la permisibilidad.
Por lo general, explotan sólo cuando ya resultan demasiado escandalosas. Es el caso de la reciente explosión en la empresa Habaguanex, una de las principales fortalezas del imperio de Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad y principal administrador de las 300 instalaciones que controla dicha empresa en el casco Histórico de La Habana Vieja, Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Este inesperado y gigantesco geiser, que ha salpicado a todos, fue el resultado de los desenfrenados desvíos de recursos y robos en que están implicados gerentes, funcionarios y trabajadores de Habaguanex, articulados todos en una cuasi organización mafiosa, que controlaba los negocios ilegales de dicha empresa.
Como consecuencia de esa larga cadena de corrupción, se conoce que una alta funcionaria de Habaguanex, fue separada de su cargo y enviada a casita, en Plan Pijama, a la espera de las sanciones correspondientes, o del impune olvido. Para ocupar su puesto, se nombró al que fungía como gerente de la agencia de turistaxis Fénix.
La funcionaria, que llevaba más de 20 años trabajando con Eusebio Leal, además de riquezas, ganó fama por su proceder despótico y autoritario, y por la manera implacable en que trataba a sus subordinados. Cuando Doña Bárbara, como era conocida, visitaba algún establecimiento, muchos de sus empleados temblaban.
Debido al mismo problema de los robos y desvíos de recursos, otro alto funcionario de Habaguanex, conocido como Manolito, está preso en espera de juicio. Se le imputa, entre otras cosas, que no ejerció el debido control sobre la distribución del combustible asignado al transporte de la empresa.
Los vehículos de Habaguanex tienen una cuota mensual de 200 litros de combustible, autorizada por Leal, pero el desorden era tal, que muchos funcionarios y gerentes gastaban cerca de 600 litros de combustible en los autos a ellos asignados.
No se chequeaban las hojas de rutas. En la práctica, estos vehículos era casi propiedad de los funcionarios a los que estaban asignados, quienes no respondían ante nadie e iban al lugar que se les antojara y con los más diversos fines personales.
El mayor desfalco de combustible ocurría con autos particulares de funcionarios y gerentes que trabajaban en Habaguanex. La empresa, desde su creación, tiene normado que estos vehículos no están autorizados a recibir combustible. Pero a los vehículos que eran dados de baja en la empresa, por diferentes causas, nunca se les quitó la asignación de combustible. Los corruptos se las arreglaban para que aparecieran como si estuviesen en servicio activo, y ese combustible se distribuía entre el círculo de favorecidos que tenían carros particulares.
Más de 20 gerentes de establecimientos dirigidos por Habaguanex están presos, en espera de juicio, por corrupción. Los hoteles y hostales enclavados en el Casco Histórico están sometidos a una rigurosa auditoría.
Los delincuentes de cuello blanco vendían por la izquierda gran parte de las mercancías asignadas a sus tiendas, establecimientos gastronómicos y hoteles, las cuales no se contabilizaban. Un elevado volumen de mercancía que llegaba a los almacenes, era comercializado sin que fuese declarado.
Los directivos de Habaguanex, hoy presos o en "plan piyama", no estaban ajenos de lo que ocurría. Se supone que recibían, por trasmano, parte de las jugosas ganancias de sus subordinados.
Por supuesto, la mayoría de estos funcionarios defenestrados eran (o decían ser) fervorosos comunistas, defensores del régimen. Hasta el momento la prensa oficial no ha hablado del asunto, pero es tal la magnitud del escándalo, que en toda La Habana se comenta.
ramsetgandhi@yahoo.com
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