Un seguroso en la azotea
A esa distancia, un francotirador podía disparar contra la tribuna
martes, abril 29, 2014 | Miriam Celaya
LA HABANA, Cuba –- Con la policía política nunca se sabe qué nuevo
histrionismo van a aplicar. Por eso no me extrañé mucho cuando este
domingo, 27 de abril de 2014, se presentó en mi edificio, en la avenida
Carlos III, Centro Habana, un sujeto de la policía política. Portaba en
una mano un pequeño telémetro láser, en la otra, dos cascos de esos que
se ponen para conducir sus motos. Quería, según dijo, que se le
facilitara acceso a la azotea.
Como esta misma semana ya en mi familia había ocurrido un "encuentro
cercano" con la policía política, resultaba una extrema coincidencia que
se presentara otro de los suyos y abordara precisamente a mi hijo, el
bloguero Víctor Ariel, para preguntarle si desde este edificio se podía
ver "la raspadura". Más aún, cuando muy cerca del nuestro está el
edificio que ocupa el Ministerio de Energía y Minas, de mayor altura que
el nuestro y desde el cual se domina incluso nuestra azotea. Pero Víctor
Ariel le respondió al agente que, en efecto, desde nuestra azotea se
podía ver la Plaza (de la Revolución), y que nosotros tenemos una llave
de acceso.
Así, subimos los tres, que no despierta mucha confianza dejar al hijo
propio solo, o peor, en compañía de un seguroso, sobre el techo de un
edificio de seis plantas. Allí el sujeto en cuestión comprobó lo que ya
sabía: efectivamente, desde nuestra azotea se podía observar no solo la
Plaza, sino también la tribuna, que –según su sofisticado aparatico–
queda a unos 1325 metros de distancia. El espacio es franco y abierto
desde allí hasta la Plaza.
"Es raro que nunca, en todos los años que llevo viviendo en este
edificio, haya venido nadie a hacer estas mediciones", le dije. No le
quise comentar que más extraño resultaba que tuvieran un telémetro láser
y no una vulgar llave de acceso a la azotea, por lo que su visita me
resultaba bastante sospechosa, en especial porque había topado
justamente con mi hijo a la entrada de un edificio de 28 apartamentos
donde, por lo general, siempre hay algún vecino sentado en el portal de
los bajos. No me creo que este individuo sea un "despistado".
El agente me respondió que era importante comprobar la azotea porque a
esa distancia un francotirador podía perfectamente disparar contra la
tribuna. Viendo que Víctor Ariel –quien es ingeniero civil– se mostraba
muy interesado en el dispositivo que él había utilizado, se lo entregó
para que él comprobara por sí mismo su funcionamiento.
Por mi parte, quise dejarle claro al seguroso que no me convencía su
inocente gestión. "Mire, yo soy opositora, y bajo ningún concepto
aprobaría que desde mi azotea se perpetrara un acto terrorismo o un
asesinato". La tranquilidad con que el sujeto tomó esta declaración me
demostró que sabía exactamente quiénes éramos mi hijo y yo. Así que
bajamos, "amigablemente", mientras una vecina que limpiaba la escalera
miraba recelosa al agente, y llamando aparte a Víctor Ariel le susurró
que debía haber exigido al hombre que se identificara.
No tengo la menor idea de lo que pretendía aquel agente. Tampoco qué
perseguía al poner en manos de mi hijo el telémetro. Por tanto hago
pública esta extraordinaria "visita" a mi edificio, justo un día después
que Víctor Ariel faltara a una citación de la policía política. Si le
están preparando algún "expediente", de esos en los que ellos fabrican
situaciones, más vale que sepan que no nos han engañado. Por demás, si
vuelven a "necesitar" la llave de mi azotea, quizás se las ofrezca
amablemente. Eso sí, excúsennos de volver a acompañarlos.
Source: Un seguroso en la azotea | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/un-seguroso-en-la-azotea/
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