Publicado el lunes, 04.28.14
La colonia cubana
ALEJANDRO ARMENGOL
Una de las razones fundamentales para el fracaso de cualquier plan –como
el abortado intento de creación de un "Twitter cubano"– destinado a
buscar un cambio de régimen en Cuba, o al menos iniciar un tránsito
hacia la democracia, no se menciona en Miami: la falta de motivación de
la población en la isla para quitarse de arriba a los Castro.
Cierto. El mecanismo represivo es muy fuerte y ha logrado crear un
terror que se adelanta a cualquier intento de cambio político. Pero la
frustración que ese mecanismo establece casi siempre no se canaliza en
rencor sino en espera. La situación imperante en la isla no muestra un
futuro pero sí un escape. Y ese escape es Miami, la salida, el viaje al
extranjero o incluso una simple remesa familiar.
El exilio cubano, por otra parte, vive entre la realidad y el espejismo.
El espejismo es lo que se lee, ve y escucha a diario en buena parte de
los medios de prensa.
Lo primero que se desconoce o se pasa por alto es al cubano actual. La
mayor parte de quienes viven en la isla y han llegado en los últimos
años a esta ciudad nacieron no solo tras el 1 de enero de 1959, sino en
muchos casos en una sociedad establecida y fuertemente cimentada por un
régimen que no brinda alternativas.
Si quienes eran niños al triunfo de la revolución, o crecieron durante
el proceso de cambios institucionales que ha degenerado en la Cuba
actual, padecieron un deterioro progresivo de sus libertades
individuales, una creciente carencia para la satisfacción de sus
necesidades personales y un aislamiento paulatino, los que nacieron
posteriormente –y en particular los "hijos del Período Especial"–
llegaron a un mundo donde lo natural era la falta, no el despojo. No
fueron perdiéndolo todo: nacieron sin nada.
De ahí que se pueda establecer pautas nacionales y momentos definitorios
que marcan generaciones y grupos, tanto en la isla como en el exilio.
Por ejemplo, esa urgencia de libertad y anticastrismo furibundo se agota
en buena medida tras el éxodo del Mariel. Basta recorrer las discusiones
que aún hoy persisten sobre las posiciones políticas de escritores y
artistas de aquí y de allá, y encontrar muchos de los argumentos más
enconados en quienes aprovecharon la oportunidad de salida que brindó el
Mariel para desarrollar una obra en el exterior.
En el caso de quienes decidieron permanecer en Cuba o no pudieron irse,
la Primavera Negra de 2003 es el canto del cisne de una disidencia que
debe ser catalogada como tal –me refiero al significado primordial de la
palabra, no estoy negando la existencia de una oposición posterior– y en
que buena parte de sus miembros rondaban entre los 40 y 50 años de edad.
Es hasta esos individuos, hombres y mujeres que llega la caracterización
y el imaginario de un exilio tradicional, que indudablemente ha ampliado
sus fronteras respecto al limitado alcance de su composición primaria.
Queda entonces poco para la definición de un país, de un "nuevo país" o
del resurgimiento de la "Cuba de ayer", cuando se carece de una voluntad
fundacional. Y es que si algo logró transmitir a la psique del cubano el
régimen establecido por Fidel Castro no fue un espíritu nacionalista
–como se repite tontamente hasta por periodistas internacionales que
cubren su destino escribiendo desde Cuba o sobre Cuba– sino todo lo
contrario: una mentalidad colonialista.
Solo que con una peculiaridad: colonia no para ser explotada sino para
explotar a la metrópolis de turno.
La dependencia del otro para la subsistencia está tan fuertemente
arraigada entre los cubanos que anula o debilita cualquier motivación
independentista. La desaparecida Unión Soviética en su momento,
Venezuela mientras dure y Miami ahora y mañana.
Lo demás se acomoda de acuerdo a las circunstancias del momento, y para
aquellos que nacieron durante el Período Especial, o pocos años antes,
es indudable que en la actualidad ellos disfrutan de mayores
posibilidades –económicas y hasta de expresión– que al momento de su
nacimiento.
Mencionado el espejismo –la Cuba que no es, la rebelión que no existe,
el acomodo diario– falta entonces hablar de la realidad que cada vez se
impone más entre los cubanos en esta ciudad, y esta se define por un
acto: el viaje a la isla cada seis meses. Aquí también hay una inversión
fabulosa. Ya no es el viaje a las Indias ni ese ansiado a la Madre
Patria, que muchos inmigrantes españoles en Cuba soñaban realizar al
menos una vez en su vida y pocos conseguían. Ahora las cosas son más
fáciles. Trabajar y dos veces al año pasar una semana allá. Una patria
para vacacionar, ver a familiares y amigos. Razones válidas, pero
también el alarde y el recuerdo a solo 90 millas de distancia y un
pasaje excesivo. Sin exilio no hay país. ¿País?
Source: ALEJANDRO ARMENGOL: La colonia cubana - Opinión -
ElNuevoHerald.com -
http://www.elnuevoherald.com/2014/04/28/1734738/alejandro-armengol-la-colonia.html
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