Bahía de Cochinos, Invasión, Girón
Lecciones de un fracaso
Para un sector del exilio de Miami, Kennedy continúa siendo el "gran
culpable" de la derrota en Bahía de Cochinos
Alejandro Armengol, Miami | 30/04/2014 10:57 am
Aún se repite que la responsabilidad del fracaso de la fuerza
paramilitar invasora contra el gobierno de Fidel Castro, integrada por
exiliados cubanos pero organizados por la Agencia Central de
Inteligencia de Estados Unidos, fue responsabilidad del entonces
presidente John F. Kennedy. Esta afirmación errónea, tan arraigada en la
mitología que opaca el razonamiento de un sector de la comunidad, apenas
se rebate hoy día. Quienes no comparten esta creencia prefieren pasar
por alto el capítulo, considerarlo parte del pasado y concentrarse en
los problemas actuales de la Isla y la mejor forma de lidiar con un
régimen que no sólo resultó victorioso en los combates, ya que lo
fundamental fue que salió fortalecido nacional e internacionalmente de
la contienda.
Sin embargo, existen documentos que prueban que la culpa de Kennedy se
limitó a no actuar a tiempo y cancelar el plan; que su inexperiencia de
entonces —al inicio de su mandato— fue la culpable de no percatarse a
tiempo de que estaba siendo mal informado y que sus verdaderos errores
respecto a Cuba ocurrieron después del fiasco de Bahía de Cochinos,
cuando él y su hermano Robert alentaron toda una serie de planes
descabellados para eliminar a Castro.
Lo curioso del caso es que, desde el punto de vista del sector más
radical del llamado "exilio histórico", no se le reconozca al presidente
asesinado que fue el que más hizo por eliminar al líder de la revolución
cubana, al tiempo que el propio Fidel Castro ha adoptado en los últimos
años una actitud benevolente —y por qué no decirlo, hipócrita— a la hora
de juzgar por escrito a su antiguo rival.
También llama la atención que el Partido Demócrata no haga nada, o al
menos no demuestre ningún interés en enfatizar la verdad sobre lo ocurrido.
Este interés en sacrificar un análisis de lo sucedido, en aras de no
sacar a relucir lo que sigue siendo un episodio embarazoso —para decir
lo menos— de la política exterior de este país durante casi medio siglo,
es responsable en alguna medida de la repetición del mismo error una y
otra vez, como si la historia de las relaciones entre Washington y La
Habana estuviera empeñada no en escribirse dos veces, más bien en
multiplicarse con cada nuevo gobierno.
En el caso de la invasión de Bahía de Cochinos, Kennedy heredó un
proyecto destinado al fracaso desde el inicio, y del que no se dio
cuenta a tiempo de la magnitud del desastre que implica. "¿Cómo he
podido ser tan estúpido?", cuentan que le dijo a sus asesores después
del fracaso de la invasión. Pero es falsa la afirmación de que el
desembarco se vino abajo debido a que él no ordenara el necesario apoyo
aéreo.
Un informe de la propia CIA, que la agencia mantuvo guardado en sus
bóvedas durante tres décadas, y sólo fue desclasificado al cabo de dos
años de intensas gestiones del Archivo Nacional de Seguridad,
organización no lucrativa con sede en Washington, muestra que la
arrogancia, el desconocimiento y la mala costumbre de intentar tapar un
error tras otro con cambios que se presentaban como un avance del
proyecto, cuando en realidad no eran más que nuevos pasos hacia el
abismo, fueron las causas que llevaron al desastre. Sin embargo, el
documento reproducido en El Nuevo Herald hace ya 16 años no se menciona
—y me temo que a estas alturas muchos no lo conocen en Miami— cada vez
que se recuerdan los hechos.
"Al evaluar el desempeño de la Agencia, es esencial evitar que se
concluya de manera inmediata, tal como muchas personas han hecho, que la
principal causa de la derrota de la invasión fue la orden del Presidente
de cancelar los ataques aéreos el Día D", establece el análisis.
"Discutir esa sola decisión simplemente haría surgir la siguiente
pregunta fundamental. Si el proyecto hubiera estado mejor concebido,
mejor organizado, mejor manejado y, si hubiera contado con un personal
más capacitado, ¿se hubiera sometido alguna vez esa precisa cuestión a
la decisión presidencial? ¿Y se hubiera presentado bajo las mismas
circunstancias inadecuadas en cuanto a la información?, agrega.
Lo que al parecer nunca faltó en el proyecto fue el dinero. El estimado
original, para lo que fue concebido bajo la administración de Eisenhower
como un plan de propaganda, infiltración y apoyo a la resistencia dentro
de la Isla, comprendía gastos de $4.400.000. Sin embargo, el costo total
ascendió a más de $46.000.000. Una cifra que sólo resultó en muerte,
dolor y humillación para los expedicionarios, a los que La Habana
siempre ha catalogado injustamente de "mercenarios" y batistianos,
cuando en su mayoría se enfrentaron a un gobierno con el que no estaban
de acuerdo.
La Agencia omitió el informar al presidente Kennedy, en un tiempo
apropiado, que el éxito era más que dudoso y que estudiara de nuevo el
problema de derrocar a Castro. Al tiempo que en sus etapas finales, en
medio de un afán frenético por producir un desembarco, aumentó la
altivez en el trato hacia los cubanos y el menosprecio hacia sus líderes
políticos de entonces. Algunos, como Aureliano Sánchez Arango, supieron
retirarse a tiempo de cualquier asociación con el proyecto.
De acuerdo al informe de la CIA, la causa fundamental del desastre fue
que la Agencia no le dio al plan la atención que requería, pese a su
importancia el inmenso potencial nocivo para Estados Unidos. Kennedy,
sin embargo, continúa siendo el "gran culpable" para muchos exiliados. A
veces por ignorancia y otras por conveniencia.
Source: Lecciones de un fracaso - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/lecciones-de-un-fracaso-317810
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