Reflexiones de la Caimana:
¿Para qué nos ha servido la soberanía nacional?
Publicado el Domingo, 30 Septiembre 2012 17:19
Por Café Fuerte
Ya es hora que comencemos a preguntarnos para qué nos ha servido a los
cubanos, como individuos y como nación, la muy cacareada Soberanía
Nacional.
Cuba y Haití alardean con bullanguero orgullo haber fraguado sendas
sonadas revoluciones independentistas y sociales, que al precio de
muchos muertos, miserias, sufrimientos, y de sucesivos gobiernos tan
corruptos los unos como los otros, han venido a lograr hacer vivir a sus
respectivos pueblos en la necesidad más extrema, falta de derechos
elementales y una lamentable dependencia de otras metrópolis diferentes
de aquellas que inicialmente fueron sus amos coloniales, pero igualmente
explotadoras.
Hagamos excepción honorable en el caso de la occisa Unión Soviética, que
de hecho se ripió su propia problemática economía tratando de mantener
una ilusoria imagen de bienestar económico en Cuba para engatusar a los
latinoamericanos con esta nueva versión estilo Aldea Potiomkin de un
paraíso socialista que nunca existió en ningún sitio fuera de la febril
imaginación de algunos intelectuales de izquierda europeos y
norteamericanos.
Ni soberanía ni justicia
Cubanos y haitianos echaron a sus primeros colonizadores pero no
lograron ni real soberanía ni justicia social.
Destruyeron sus estructuras de producción de riqueza establecidas al
servicio de sus respectivas metrópolis de las que se beneficiaban
relativamente también sus propios pueblos, pero no lograron crear nuevas
fuentes de riqueza después de que los colonizadores fueron tan
ejemplarmente expulsados.
Después de tanta epopeya heroica se quedaron prácticamente encueros y
con las manos en los bolsillos, burlados descaradamente por sus propios
gobernantes y sin santo que los atienda, porque Orishas, Loas, Muertos
Poderosos, Ngangas, Evangelios pentecostales, Testigos de Jehová o
Vírgenes Marías no les han traído ningún beneficio real ostensible en el
plano cívico, económico y social.
Mucha bandera al viento, carga al machete y liriliri, pero poco lerelere.
Jamaica, Martinica, Guadalupe, Trinidad, Puerto Rico, Dominica y
Barbados viven hoy muy por encima de los ínfimos niveles de vida en los
que viven cubanos y haitianos, y sus ciudadanos disfrutan del
funcionamiento de instituciones democráticas plenamente autónomas,
gozando de las mismas libertades civiles que europeos y norteamericanos,
aunque como todas las naciones del mundo globalizado en el cual vivimos
sigan siendo interdependientes de otras economías más pujantes y estén
siempre a la merced de las duras leyes del mercado liberalizado.
Sin muertos ni glorias militares, banderas y liriliris, sin hambrunas ni
sufrimientos innecesarios.
Revelaciones de mi sobrino
Un sobrino mío que luego de brillantes estudios en París escogió hacerse
medievalista en Alemania, al ponerse a estudiar los contratos que entre
señores feudales y campesinos se concertaban para organizar la
protección de los pobres y laboriosos aldeanos de esas épocas oscuras
que sigueron inmediatamente al derrumbe del Imperio Romano, quedó
intrigado por el uso de dos formas verbales diversas que reiteradamente
aparecían en esos textos redactados en viejo alemán.
El Noble caballero candidato al puesto de protector se comprometía a
proteger y "proteger" a los pobladores de la comarca tal y más cual.
No lograba comprender la razón de esa repetición.
Profundizando en la etimología tomó conciencia de que la primera forma
se refería a la protección que el señor feudal garantizaba a su
protegido contra los abusos de otros señores feudales que también
protegían y por lo tanto gobernaban, comarcas aledañas.
La otra era la protección que el Noble Militar le tenía que garantizar a
sus propios sujetos el no abusar del poder que su carácter de protector
armado y gerrero profesional le daba sobre el desamparado agricultor que
por ese contrato se convertía en su protegido.
Era natural, estando dada nuestra condición humana, que el protegido se
desconfiara, y previniendo que inevitablemente llegaría un momento en el
cual su elegido condotiero lo intentaría avasallar más allá de lo
razonable, aprovechándose de ese mismo contrato concertado libremente, y
quería poner bien en claro su derecho a ser respetado por su Señor Feudal.
Que quizás fuera posible que sus abusos fuesen peores que los que el
señor feudal vecino le hubiera podido infligir en caso haber invadido su
territorio.
Embullos patrióticos
En nuestro Caribe nos ha sucedido precisamente eso que tanto temieron
los precavidos labradores alemanes: nos faltó asegurarnos que los
criollos que suplantaron a los colonizadores después del
desmantelamiento de los imperios coloniales europeos en América y el
subsecuente advenimiento de la hegemonía mundial norteamericana, nos
garantizaran formalmente que no iban a abusar de nosotros.
No estipulamos explícita y legítimamente en un contrato esa sutil
precaución.
Nos entregamos confiada y despreocupadamente en las ávidas manos de los
criollos coterráneos nuestros con el embullo más patriótico, y ellos nos
han tratado mucho peor que españoles, ingleses, holandeses y franceses
que ya abusaron bastante sabrosamente de su gobierno mientras lo
tuvieron en sus manos, lo hubieran seguido haciendo en su lugar.
Los esclavos de los ingenios azucareros cubanos comían mejor que los
obreros cubanos de hoy en día que supuestamente se apropiaron y son los
dueños de los medios de producción, según la Constitución revolucionaria.
Sabemos que la revolución cubana no fue ni campesina ni proletaria, sino
pequeñoburguesa, pero esa pequeña burguesía estaba poseída de unas
ínfulas de aristocracia de película. Alfredo Guevara el mentor de Fifo,
segundo dictador de la Dinastía Biranita, siendo de origen muy humilde
accedió a los estudios universitarios gracias a que en tiempos de la
seudorepública a los homosexuales se les permitía asistir a clase, no
como en tiempos de la revolución socialista en los que estuvieron
excluídos por muchos años, pero también porque la educación
universitaria ya era gratuíta.
La fineza de Alfredo
El tipo se puso tan fino que tenía terror al menor contacto con los
demás seres humanos al punto de usar en ocasiones guantes por si alguna
situación le exigiera dar la mano. No soporta que nadie suba con él
cuando toma un ascensor. Es harto conocido y sobran las anécdotas que
ilustran su extravagante elitismo, que no sólo se reducía a los predios
del Séptimo Piso del ICAIC.
Ya sabemos que mientras más bajo es el origen social de un individuo más
se quiere encumbrar cuando accede a alguna posición de poder. Su
abominación por la cultura afrocubana lo ha llevado a manifestar
públicamente su desprecio por ella, hiriendo a artistas que en cierta
ocasión se levantaron y se fueron de una conferencia en la que borracho
de autosuficiencia y pueril arrogancia se atrevió a ser demasiado
sincero sobre ese tema. Si quieren morirse de risa lean alguno de sus
discursos que rivalizan en picuencia con los del Historiador de la
Ciudad que también se las manda.
El origen socialmente turbio de los hermanos Castro los hace también
proclives a este mismo tipo de debilidad, observen el extremado cuidado
que Fifo concede a su manicura. Sus uñas pudieran ser las de alguna
condesa de Jaruco o de Mompox decimonónica. Habiendo accedido al poder
omnímodo de los antiguos Gobernadores Generales del Imperio Español se
mimetizan con el figurón de Don Domingo del Monte y se creen en los
salones del Palacio Aldama. De ahí su racismo y ese cómico elitismo de
nuevos ricos que los aqueja con timbales.
Dicen que el libro que suele regalar a ciertos jóvenes de su entorno el
tercer dictador de la Dinastía Biranita, quien actualmente nos gobierna,
es Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar. Parece que esa es su
literatura favorita, lo cual puede inducirnos a sacar conclusiones
enjundiosas sobre de su compleja personalidad, que coinciden
curiosamente con la opinión que la voz del pueblo, que es la voz de
Dios, tiene como cosa cierta, habiendo sido motivo de popular jolgorio
desde el año 1959 cuando al hablar por primera vez en la televisión
nacional la gente notó un poco rarito al socio.
Marqueses de la mermelada
En Haití también hubo marqueses de la mermelada y emperadores de
pacotilla con entorchados napoleónicos. A pesar de hablar lenguas
diversas, somos la misma gente aunque le disguste tanto a Alfredito. No
quiero hablar del divino Cardenal que se rodea de escogidos jóvenes
modelos de La Maison, a quienes inculca las sutilezas del amor divino en
la mismísima sacristía del Palacio Cardenalicio, por algo pasó por las
UMAP el socio.
Preferiría ocuparme de él solito en otra reflexión, porque además el
Cardenal no está en el poder, por mucha murumaca que haga para pegarse a él.
Ya se puede ver la fuente de inspiración del mejor dibujante que ha dado
Cuba, Roberto Fabelo, para hacer sus fabulosas acuarelas de teatricos
burlescos. La Habana de hoy le ofrece todo lo que necesita para ejercer
su acerado pincel y saciar su insidiosa imaginación.
Si no son salidos de las mismas familias privilegiadas de siempre, se
han asimilado a ellas y mucha de la antigua élite se les subió al
caballo revolucionario aprovechando que habían buenas plazas
disponibles, porque la gente capaz se piró durante los primeros meses de
convulsión social.
Lo que Fifo aprendió en Belén
Como solían hacer los Gobernadores Españoles, ellos siguen cultivando
hábilmente en nuestras mentes el tema de la Plaza Sitiada, Los Jesuítas
de Belén le enseñaron a Fifo aquella frase de San Ignacio de Loyola: "En
estado de sitio la disidencia es traición". Con el vetusto y acendrado
temor de una nueva invasión de los ingleses, o una incursión del famoso
Francis Drake o de otro pirata cualquiera.
Ahora los ingleses se han convertido en americanos -que son quienes
intentarían volver a sojuzgarnos- y el pirata de nuestros días sería
Meyer Lansky, con las ruletas de los casinos y toda su matraca a cuestas.
Tan oriundos del mismo Birán en la provincia de Holguín como Fulgencio
Batista y Zaldívar, fundador de esa verdadera Dinastía Biranita que no
cesa de gobernarnos desde que heroicamente tumbamos al precedente
dictador Gerardo Machado.
Nos amedrentan con invasiones que nunca llegan.
Excavan refugios en los cuales "protegernos" cuando lleguen los
americanos armados de su temible bienestar económico.
Nos atolondran con el mito de la pérdida de la identidad y toda esa
trova trasnochada de la mística del Estado-Nación que inventaron los
franceses del Siglo de las Luces, que ya está vieja de dos siglos.
Amenazas tan ilusorias y que les resultan útilmente fantasiosas, como lo
fueron en boca de George W. Bush las armas de destrucción masivas de
Saddam Hussein.
Apóstoles contemporáneos
El pueblo en su candor se lo traga todo, liriliri sin lerelere,
confiando en sus próceres, patriotas y los descarados sanguijuelas de
siempre, salidos de las clases superiores disfrazados de apóstoles
contemporáneos.
Con tantos tarados incapaces que han nacido en Cuba tuvimos que importar
uno de la Argentina poniéndolo al frente del Banco Nacional para
descuarajingar la economía nacional, firmando despectivamente nuestros
billetes de banco con su ridículo nombrete.
Mientras tanto, con el poder en sus manos y la sartén cogida por el
mango, nuestros criollos de la élite de siempre se han cebado
sádicamente en la carne y vidas de nuestros pueblos tanto en Cuba como
en Haití, con los resultados que saltan a la vista.
Y los extranjeros que aún administran y gobiernan a Puerto Rico y a esas
islas francófonas y anglófonas que se extienden en elegante arco
volcánico hacia las costas de la hermana Venezuela, parecen ser más
compasivos con ellos que nuestros guaposos patriotas lo son con nosotros.
Estos hechos flagrantes muy difíciles de ocultar, por mucho que algunos
elpidios y mimís yoyós privilegiados quieran tapar el sol con un dedo,
son dignos de ser considerados con detenimiento.
Los dejo con esa saludable y necesaria reflexión metida en los fueros
internos de cada uno de nosotros.
Perdonen que la Caimana se haya puesto tan seria, pero de vez en cuando
hay que dejarse de choteo y tratar de usar la razón y el sentido común
que, según vamos viviendo a tropezones nuestras historias, parecería
faltarnos totalmente.
*Reflexiones de la Caimana es una sección de crónicas y testimonios que
publica semanalmente el pintor cubano Ramón Alejandro en CaféFuerte.
http://cafefuerte.com/culturales/noticias-culturales/literatura-y-artes-plasticas/2226-reflexiones-de-la-caimana-para-que-nos-ha-servido-la-soberania-nacional
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