Monday, June 1, 2015

Tragos amargos

FABIOLA SANTIAGO: Tragos amargos

La histórica visita del presidente Barack Obama a La Ermita de la
Caridad en Miami no fue una rama de olivo a la comunidad
cubanoamericana. Después de todo, un sector bastante numeroso apoya su
política de reconciliación.

El simbólico gesto del presidente fue una demostración de respeto, una
especie de bálsamo necesario en estos tiempos.

El camino hacia la democratización de Cuba por una vía bienvenida pero
riesgosa de una política conciliatoria está lleno de tragos amargos.

El líder del mundo libre estrechando la mano de un dictador que demanda
respeto como condición de la diplomacia — sin merecer ninguno — es un
trago amargo. Ver al mismo despiadado dictador congraciarse con el Papa
Francisco, defensor de la justicia en todo el mundo, es un trago amargo.

Enfrentamos estos momentos como si fueran un medicamento, apretándonos
la nariz, haciendo muecas, volteando la cara con disgusto, todo por el
más noble objetivo de mejorar las vidas de los cubanos en la isla.

Los tragos amargos son un componente necesario de la diplomacia, pero
difíciles de digerir por las víctimas de una dictadura de más de 56 años
que han sufrido — y continúan sufriendo — largas e injustas condenas de
prisión por simplemente disentir y por aquellos cuyos familiares han
muerto en el mar, han sido derribados por aviones MiGs cubanos o
ejecutados por un pelotón de fusilamiento.

Estos momentos en el camino hacia una relación bilateral son difíciles
de observar incluso para aquellos que creen que una apertura hacia Cuba
es una aproximación saludable para lidiar con el régimen castrista. La
pérdida de familiares y de la patria aquel inolvidable día en que
cruzamos el Estrecho de la Florida es una herida que permanecerá abierta
siempre.

La sorpresiva visita del presidente Obama el jueves al venerado
santuario a la santa patrona de Cuba, Nuestra Virgen de la Caridad — un
lugar de adoración construido hace tiempo con humildes donaciones del
exilio y que hoy constituye un refugio para balseros que acuden a
expresar su gratitud por haber cruzado a salvo — es un reconocimiento de
esa herida.

Está pues muy lejos de ser el gesto ofensivo que los reaccionarios
republicanos alegan que es.

"Vino sin fanfarria al corazón espiritual de la comunidad del exilio,
una señal de respeto y apreciación por lo que ha sido nuestra odisea",
me dice María Elena Prío, hija del último presidente democrático de Cuba
Carlos Prío, que apoya al presidente Obama. "Pienso que la intención de
su visita fue un mensaje a los exiliados cubanos dondequiera que estén
de que él está atento a nuestras preocupaciones y al dolor que hemos
sufrido y que sabe además que, sobre todo, queremos libertad en la isla.
Nos está diciendo: 'No piensen que no los oigo. Los oigo con claridad.
La libertad es también mi meta definitiva'".

Si esta visita hubiera sido un show planeado y organizado previamente,
las bancas habrían estado llenas de figuras prominentes cubanoamericanas
del Partido Demócrata. En cambio, sólo había 13 almas allí y ni siquiera
los miembros de la prensa que viajaban con el presidente sabían adónde
venían.

Obama ha sido el primer presidente de Estados Unidos en visitar la
Ermita de la Caridad, un simple y acertado gesto que no habría merecido
mucho comentario. Pero las rabietas de los operativos del Partido
Republicano apelando a las emociones del exilio es el tipo de cosa que
incita a mayores sufrimientos y trata a la vez de mantenernos
estancados, incapaces de darle una oportunidad a una danza diferente. Es
el tipo de retórica irreflexiva de la vieja guardia partidista que nos
separa del resto del mundo, en un momento en que debíamos estar captando
aliados por estar donde siempre hemos estado, del lado de la democracia.

Los tragos amargos son repugnantes — y estos no serán los últimos — pero
casi nunca se logran finales felices sin ellos.

Ver al líder del mundo libre en La Ermita de la Caridad fue algo
saludable para el alma.

Source: FABIOLA SANTIAGO: Tragos amargos | El Nuevo Herald El Nuevo
Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/fabiola-santiago-es/article22804347.html

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