Decisiones policiales estimulan la violencia en 23 y G
JORGE ENRIQUE RODRÍGUEZ | La Habana | 28 Jun 2015 - 7:18 am.
Para hacer su trabajo más fácil, la Policía obliga a jóvenes de
diferentes 'ambientes' e intereses a convivir en un espacio reducido, lo
que genera conflicto, dicen afectados.
La violencia social, que en los últimos tres años ha ido subiendo
intensidad, se ha extendido a la popular intersección de las avenidas G
y 23. Aunque no iguala la escalada que experimentan los llamados
"barrios periféricos" de La Habana, la preocupación se fundamenta en
que, históricamente, esta zona ha sido considerada "bastante sana" por
estar ubicada en el céntrico Vedado.
No pocos consultados consideran que "acciones de la policía" podrían ser
"la causa principal" de los hechos violentos que ahora "forman parte del
guión nocturno", al propiciar la "aglomeración de diferentes tipos de
ambientes" en un reducido espacio.
"El asesinato de Mandy, vocalista de Tremens Choice, a principios del
año pasado", es para Pamela Vargas —adolescente de la fanaticada
rockera— el referente que "convirtió al parque G en un lugar peligroso".
Durante más de una década, cada "ambiente" o "tribu urbana" —rockeros,
emos, raperos, reparteros, faranduleros— ocupó su propio espacio en el
parque, y las interacciones violentas solían ser poco frecuentes.
Pero actualmente y cada fin de semana, "sobre las 10:00 u 11:00 de la
noche la policía empieza a 'torear' a todo el mundo para concentrarlos
entre las calles 25 y 23 [apenas cien metros] y es ahí cuando empieza el
traqueteo", cuenta Damián López, joven trovador. "¿Te puedes imaginar el
show de casi mil personas obligadas a soportar 'el mal ambiente' de otros?".
Un capitán de las brigadas policiales que operan en la zona comparte el
criterio de vecinos que dicen que "el problema es el alcohol y las
drogas que todos estos jóvenes consumen".
"Los aglomeramos para facilitar nuestro trabajo de control preventivo y
evitar el vandalismo y delitos afines. Esta es una zona de potencial
turístico y económico", afirma el capitán.
Todo mezclado
Sin embargo, testimonios de promotores culturales, periodistas y
artistas, revelan que esta técnica de "convoyar" forzosamente públicos
de gustos y comportamientos distintos "no es reciente" ni "privativo del
accionar policíaco".
Carlos Hernández, artista de la performance, opina que el "diseño" que
eligen las instancias del Ministerio de Cultura para algunas
festividades populares desencadena hechos violentos.
"Unir en un mismo escenario agrupaciones rockeras y salseras, a
trovadores y a raperos, en barrios donde estos géneros apenas se
consumen e incluso son desconocidos, resulta incongruente y, por decirlo
de algún modo, funciona como 'limpieza cultural'", opina.
"Fui testigo de un suceso en la plaza Menocal, en Párraga, cuando el
público obligó al grupo de rock Congregation a abandonar el escenario a
mitad de su primer tema. Los ánimos caldeados desencadenaron en una riña
tumultuaria entre repas [reparteros] y rockeros con una cifra de
lesionados impresionante", relató.
Arsenio Castillo, periodista y guionista, también considera mala idea la
interacción obligada de públicos diferentes.
"El evento Rotilla Festival, que organizaba la productora independiente
Matraka, tenía un 'toque' artístico alternativo al convocar géneros
musicales que interactuaban entre sí como el rock, el rap y la música
electrónica. Los incidentes violentos y delictivos surgieron cuando el
Gobierno usurpó y desarticuló el proyecto para imponer el Jibacoa
Festival, incluyendo agrupaciones salseras y reguetoneras", dice Castillo.
"Ambos públicos no han podido superar sus tensiones históricas y, de
cualquier modo, ese fenómeno debiera respetarse y no forzarlos a
compartir un mismo espacio para evitar males mayores", añade.
Un toque de racismo
Los llamados "repas", a rasgos generales, son un público seguidor de la
música popular bailable y del reggaetón. Las referencias hacia este
grupo encierran en ocasiones cierto racismo.
Llamados también "ambientosos", se les asocia con la delincuencia y la
violencia. Existe la idea de que los policías favorecen a los "repas"
ante los "rockeros", porque estos últimos "no se ajustan al concepto
moral y social del Gobierno revolucionario".
"Desde que los policías nos obligaron a compartir el espacio con los
'negrones' se multiplicó la violencia", dice Daniel Rodríguez, escritor
y rockero. "Todos los fines de semana hay hechos de sangre y los
policías prácticamente no intervienen, aun cuando hay suficientes
cámaras para comprobar quiénes inician las trifulcas (…) Creo que la
policía lo hace adrede".
Leyla Boza, adolescente que gusta de la música alternativa, comparte los
mismos temores de su madre. "El Maxim [sede de la estatal Agencia Cubana
de Rock] es un lugar súper 'tranqui'. Mi mamá me permite ir allí porque
sabe que es un ambiente sano. Pero hay grupos como Kill the Parthy, que
fusiona la música electrónica y el reguetón y arrastra el mal ambiente
de los repas. Hace dos semanas me carterearon mi móvil, apenas lo
disfruté un mes. Me preocupa que el único lugar seguro donde pasar las
noches sea invadido también por la delincuencia y violencia de G".
En los últimos más de diez años, el parque G ha sido sitio de reunión
nocturno para jóvenes y adolescentes que no consumen la propuesta de
"recreación sana" que diseña el Gobierno, no pueden acceder a "las
ofertas del bien surtido sector privado", ni se pueden costear esa otra
Cuba que describen los videoclips que la propia televisión estatal emite.
Se pudo constatar, contrario al criterio de policías y vecinos, que la
mayoría de estos adolescentes y jóvenes —ya sean rockeros, emos,
raperos, reparteros, faranduleros— no viven enajenados en el alcohol y
las drogas, aunque sea innegable su consumo. El hacinamiento, en
cualquiera de sus versiones, es un resorte de la violencia y la acción
policial descrita propicia la ocurrencia de estos hechos.
Lo cierto es que, según reportes no oficiales de la policía, la cifra de
lesionados en los últimos seis meses supera la de todo el año 2014.
Estos datos fueron verificados con fuentes en los hospitales Calixto
García, Piti Fajardo y Fructuoso Rodríguez.
Source: Decisiones policiales estimulan la violencia en 23 y G | Diario
de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1435403289_15386.html
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