Wednesday, April 2, 2014

Sonia Garro - rehén de Raúl Castro

Sonia Garro: rehén de Raúl Castro
Recuerdo a Sonia Garro magullada después de cada protesta callejera. La
arrastraban esposada y tomada por el pelo hasta un auto policial. En el
trayecto recibía una andanada de insultos y golpes.
Iván García Quintero
abril 01, 2014

En el otoño de 2011, una tarde nublada que presagiaba mal tiempo, me
contaba la activista Sonia Garro sobre el ultimátum que le había enviado
la Seguridad del Estado.

"Al estilo de una película de espionaje, me llevaron detenida a una casa
de la contrainteligencia. Tuve que agachar la cabeza en el auto y tras
innumerables rodeos me condujeron a una residencia ubicada en las
afueras de la ciudad. Allí, un alto oficial de los servicios especiales,
de manera escueta, me trasmitió un mensaje de las más altas instancias:
Sonia, o dejas las marchas en la calle o te enjuiciamos. El propio
Presidente (Raúl Castro) nos ha dado la orden de terminar este asunto",
me decía Sonia, mientras en las inmediaciones del Parque de la
Fraternidad esperaba la ruta P-14 rumbo a su domicilio en Marianao, al
oeste de La Habana.

Meses antes, Sonia Garro, activa Dama de Blanco, junto a un grupo de
seis mujeres protestaban de manera pacífica en las calles habaneras
contra la autocracia verde olivo, reclamando espacios políticos y
exigiendo democracia.

La disidencia callejera y de barricada es fuertemente reprimida por las
fuerzas de la Seguridad del Estado. Según el gobierno, 'la calle es
propiedad de los revolucionarios'.

Las autoridades solo autorizan marchas y manifestaciones si son para
apoyar a la revolución, condenar a Estados Unidos o pedir la liberación
de tres espías cubanos presos en cárceles estadounidenses. Los
activistas y disidentes que intentan tomar como tribuna la vía pública,
parques y plazoletas, reciben bofetadas y patadas de kárate de expertos
en artes marciales que se camuflan entre paramilitares leales al gobierno.

Esa tropa de 'supuestos indignados', se activa en pocos minutos por un
aceitado mecanismo de control de masas existentes en las estructuras
políticas del país y que los servicios especiales suelen utilizar a
conveniencia. Lo mismo movilizan a trabajadores, empleados o estudiantes
de escuelas y centros cercanos al lugar de la marcha opositora. Si de
antemano conocen el lugar y la hora de la protesta, como viene
sucediendo en Venezuela, a la carrera arman un acto o una fiesta para
niños y jóvenes.

Recuerdo a Sonia Garro magullada después de cada protesta callejera. La
arrastraban esposada y tomada por el pelo hasta un auto policial. En el
trayecto recibía una andanada de insultos y golpes.

Como ración extra a su atrevimiento, cíclicamente, la Seguridad del
Estado montaba actos de repudio frente a su vivienda. Esta 'técnica
operativa' no es nueva. Es un feroz linchamiento verbal estrenado por el
régimen en 1980 contra las personas que decidían marcharse del manicomio
comunista. Por aquellos años, además de gruesas ofensas, se lanzaban
huevos y piedras y en las fachadas de sus hogares les pintaban la
palabra gusano o escoria.

Curiosamente, años después el régimen habla de tender puentes hacia una
emigración que ellos llaman 'económica', pero en la que hay muchos
cubanos que en 1980 fueron víctimas de 'mítines de repudio'. Y a ninguno
les han dado disculpas. El método -cuasi fascista- ha servido como arma
para repeler las incipientes protestas callejeras de quienes piensan
diferente.
La disidencia en Cuba es ilegal. Flota en al aire de la República una
ley vigente, llamada Mordaza, que permite enviar por dos décadas o más a
la cárcel a un opositor o periodista independiente.

Las condenas internacionales y los nuevos tiempos han llevado a los
hermanos Castro atemperar el trato hacia la disidencia. Han trazado una
línea tenue de lo que se puede hacer o no.

Nadie conoce a ciencia cierta los límites de esa línea, pero de acuerdo
a estrategias políticas, coyunturas mundiales o su estado de ánimo, a
discreción permiten reuniones y tertulias a puertas cerradas. Pero la
calle es sagrada.

Sonia Garro se saltaba esos preceptos. Gústele o no al gobierno, las
manifiestaciones, protestas y huelgas, la libertad de expresión y la
creación de partidos políticos, son derechos inalienables como el acceso
a la salud, la educación y la cultura.

En marzo de 2012, cuatro meses después de aquel mensaje exprés de la
Seguridad del Estado a Sonia Garro, mientras aún el protocolo oficial
daba los últimos toques al recibimiento del Papa Benedicto XVI, fuerzas
antimotines detuvieron de manera espectacular, utilizando balas de goma,
a Sonia Garro y su esposo Ramón Alejandro Muñoz.

La fiscalía los acusa de tentativa de asesinato y desorden público.
Llevan dos años tras las rejas sin juicio. Yamilé Garro, hermana de
Sonia y madre de dos hijos, inquilina de una precaria cuarteria en un
barrio pobre de Centro Habana, cada quince días debe cargar jabas de 10
o más kilos con azúcar prieta, pan tostado, alimentos y medicinas para
el matrimonio Garro-Muñoz, encarcelados en prisiones distintas, alejadas
una de otra.

Excepto un puñado de periodistas y abogados libres, Damas de Blanco y
miembros del Comité de Integración Racial que preside Juan Antonio
Madrazo, el barullo mediático y político en la oposición y el exilio
cubanos reclamando la liberación de Sonia y Ramón ha sido intermitente.
No debemos ser ajenos a este tipo de arbitraridades del régimen.
Cualquier disidente mañana puede ser Sonia Garro.

Source: Sonia Garro: rehén de Raúl Castro -
http://www.martinoticias.com/content/sonia-garro-reh%c3%a9n-de-ra%c3%bal-castro-cuba-/33585.html

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