Se les olvidó la dialéctica
Miércoles, Mayo 29, 2013 | Por Orlando Freire Santana
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org - Acaba de celebrarse, como casi
siempre sucede durante el mes de mayo, una nueva sesión del Seminario
Juvenil Nacional Martiano, un evento organizado por la Oficina del
Programa Martiano que preside el señor Armando Hart Dávalos. Con
semejante patrocinador, no es difícil imaginar el giro que tomaron los
debates, así como la imagen de Martí que trataron de transmitirle a las
nuevas generaciones. No obstante, vale la pena detenernos en algunas de
las características que signaron la cita de este año.
El cónclave sesionó en torno a la siguiente interrogante: ¿Cómo hacer
política en el siglo XXI? Y casi todas las intervenciones de los
presentes, tanto de jóvenes cubanos como de extranjeros invitados,
coincidieron en que hacer política debe de ser transformar, proponer,
buscar soluciones a los problemas, y ser activos en la toma de
decisiones. Por supuesto, los organizadores de este Seminario Martiano
habían establecido las reglas del juego para que estas discusiones no
transcurrieran de un modo totalmente espontáneo, sino en el contexto del
denominado "diálogo de generaciones".
¿Y qué significa el diálogo de generaciones según el punto de vista de
las autoridades cubanas? Pues, sencillamente, que las relaciones entre
los jóvenes cubanos de hoy, y los dirigentes históricos de la
revolución, sean de continuidad y entendimiento. En otras palabras, que
la juventud renuncie a sus proyectos en aras de darle seguimiento a la
tarea comenzada por sus predecesores.
Aquí habría que apelar a aquello que expresa "haz lo que yo digo, y no
lo que yo hice". Porque la auto titulada Generación del Centenario,
salida a la palestra a raíz del asalto al Cuartel Moncada en 1953, no
pensó en llegar a un acuerdo con la generación precedente, ni en
garantizar la tranquilidad de la nación, sino en hacer una revolución
que lo destruyese todo, para después erigir el país a su gusto y medida.
O sea, que cuando Fidel Castro tenía veintisiete años, jamás hubiese
permitido que hicieran con él, lo que él mismo y sus seguidores han
pretendido realizar con la juventud cubana de estos tiempos.
Si nos referimos a la imagen de Martí que brota de estos Seminarios,
tendríamos que mencionar al hombre que fundó un partido político para
reiniciar la lucha por la independencia -y que según los castristas, es
el antecedente del actual partido único-, así como al político que
alertó contra el apetito del vecino del Norte. Claro, apenas debe de
hablarse del Martí demócrata y republicano, y anunciante de una patria
inclusiva, con todos y para el bien de todos.
Además de oponerse a las evidencias de la realidad, esta manera
castrista de concebir las relaciones intergeneracionales entra en
contradicción con buena parte de la teoría que se ha escrito al
respecto, la cual enfatiza en la ruptura, y no en la continuidad
generacional. Por ejemplo, destacan los análisis del prominente filósofo
madrileño José Ortega y Gasset.
Por otra parte, hasta la dialéctica opera en contra de los castristas.
Ellos, que se consideran marxistas, y por tanto dialécticos, pasan por
alto que la Ley de la negación de la negación establece que un elemento
niegue al anterior, para así arribar a una síntesis superior. Lógico, si
lo que está en juego es su permanencia en el poder, la cúpula castrista
se olvida de la dialéctica y hasta del marxismo.
En las jornadas de esta edición del Seminario Juvenil Martiano
estuvieron presentes el propio Armando Hart y Luis Toledo Sande, el
biógrafo oficialista de Martí. La pareja perfecta. El primero, que ya
casi no puede hablar, estaba para imponer respeto. El segundo, en
cambio, se hallaba listo para contrarrestar cualquier criterio que se
saliese del guion previsto.
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