El piso siete
Jueves, 30 de Mayo de 2013 12:06
Escrito por Luis Cino Álvarez
Cuba actualidad, Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) El martes 21 de mayo, a
media mañana, cuando me encontraba con mi hija en la entrada del
Hospital Nacional "Enrique Cabrera", en Alta Habana, pude presenciar la
sonada protesta de la madre de un recluso en huelga de hambre.
La mujer, una mulata cincuentona a la que le brotaban lágrimas de
desesperación pero no le temblaba la voz, dio un escándalo que fue
presenciado por varias decenas de personas que se encontraban en el
lugar, habitualmente muy concurrido.
Iba de un lado para otro y gritaba como una posesa: "¡Asesinos! ¡Hijos
de puta! ¡Y todavía tienen el descaro y el cinismo de hablar de los
presos de la Base Naval de Guantánamo! ¿Cómo no hablan de los presos en
huelga de hambre que tienen aquí en el piso siete? ¡Eso es un matadero
allá arriba!"
La mujer repetía a viva voz que a su hijo "lo estaban matando en el piso
siete" y advertía que todo el mundo se iba a enterar porque iba a
comunicarlo a "la gente de los derechos humanos".
En el piso siete del Hospital Nacional se encuentra la sala de penados,
atendida por médicos del Ministerio del Interior y rigurosamente
custodiada por agentes de la Seguridad del Estado. En el caso de los
presos en huelga de hambre, solo son ingresados allí en estado crítico,
cuando los carceleros se dan por vencidos en sus intentos por doblegarlos.
Los gritos de la mujer arreciaron cuando llegó a la calle y se tropezó
con dos "segurosos", que vestían de civil y que tenían parqueada su moto
Suzuki en la misma entrada del hospital. Los dos tipos, que no se
quitaban sus cascos de motoristas, parecían muy divertidos mientras ella
les gritaba: ¡Cínicos! ¡Asesinos! Pero en cuanto la mujer cruzó la
calle, arrancaron la moto y se fueron.
Fue entonces que intenté conversar con la mujer, que estaba ahora en la
abarrotada parada de ómnibus situada frente al hospital. Allí seguía
gritando y contaba su historia a todos los que la quisieran escuchar. Y
a los que no también.
-Señora, ¿puedo conversar con usted unos minutos? –le pregunté.
Me miró de arriba abajo, con desconfianza, y se alejó unos pasos.
-Eh, ¿y este que quiere?- dijo desafiante, con los brazos en jarra y en
voz bastante alta- Oye, tú, no me van a intimidar. Yo no tengo miedo...
Le entré mal, pensé. Insistí.
-¿Y qué vamos a conversar? ¿Qué me vas a decir?
Le expliqué que era periodista independiente, que quería ayudarla.
Aunque noté que no lograba vencer su desconfianza – y eso que tengo
pinta de cualquier cosa excepto de policía- y menos aun que se calmara
un poco, logré que me diera algunos detalles de su caso.
Me dijo que su hijo, José Miguel Zumaquero Carbó, está en huelga de
hambre desde el 25 de noviembre del año pasado. Ya en estado crítico, lo
trasladaron del Combinado del Este a la sala de penados del piso siete
del Hospital Nacional. Me explicó que ese día, había ido a visitarlo,
pero dos médicos del MININT, los doctores Raúl y Mariano, a pesar de sus
súplicas, sin darle explicaciones sobre su estado, le habían impedido
ver a su hijo. "¡Y yo no sé si está vivo o muerto, porque yo no confío
para nada en esta gente!", dijo.
No pude averiguar más. No me quiso dar su nombre. Me dijo que no me
preocupara, que ya estaba en contacto con la periodista independiente
Dania Virgen García.
Le deseé suerte y me fui. Y ella reanudó sus gritos. "¡Esta gente son
mentirosos y asesinos!", gritaba. Y la mayoría de los que esperaban el
ómnibus en la parada, asentía con las cabezas. Con absoluta convicción.
Como si no fuese preciso explicarles algo más sobre "esta gente".
Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com
http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/7588-el-piso-siete.html
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