¿Por qué han pospuesto el congreso de la CTC?
Jueves, Mayo 30, 2013 | Por Miriam Leiva
MADRID, España, mayo, www.cubanet.org -La posposición del XX Congreso de
la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), así como el movimiento de sus
dirigentes, denotan la prioridad que confiere el presidente Raúl Castro
a los sindicatos en este período de la llamada ¨actualización¨ del
socialismo cubano.
Se informa que ahora no se tratará de la reunión ritual, efectuada cada
5 años, para representar la ficción de que los trabajadores deciden
democráticamente las tareas, mientras los cuadros defienden sus
intereses. Es evidente que esa organización supuestamente no
gubernamental, al igual que la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP), y otras, constituyen las poleas de transmisión de las
directivas del partido comunista, emanadas de Fidel Castro hasta 2006, y
por el actual presidente y su entorno de militares-economistas.
En esta ocasión, hasta ellos mismos parecen haber comprendido que el
concurso de los trabajadores, impulsores de la economía, resulta
fundamental para evitar la caída en el precipicio. Y también parece que
es la tarea fundamental que han asignado a la CTC.
Pero lejos están los tiempos en que el dinámico movimiento obrero
constituyó la Confederación Nacional Obrera de Cuba, en 1925, con
personas como Alfredo López, Rubén Martínez Villena y otros,
organización que se convirtió en CTC, en 1939, impulsada por Lázaro
Peña, por el valiente líder de los muelles, Aracelio Iglesias, y por
Jesús Menéndez, quien, asesorado por el economista Jacinto Torras,
alcanzó una cláusula de garantía estableciendo que el precio de azúcar
exportada aumentaría en la misma proporción que el precio de los
productos de primera necesidad que Cuba importaba de Estados Unidos.
Esta cláusula, conocida como el diferencial azucarero, permitió a los
trabajadores azucareros obtener, a fin de año, un salario extra del
13,42%. Y Jesús Méndez, conocido como el General de las Cañas, fue
elegido delegado suplente a la Asamblea Constituyente, que en 1940
redactó la Constitución de la República. Tanto Aracelio como Menéndez,
eran negros humildes, que ascendieron debido a sus méritos, gran valor y
prestigio por la defensa de los intereses de los trabajadores cubanos.
Distante está también el 20 de enero de 1959, cuando fue depuesta toda
la nefasta directiva de la Confederación de Trabajadores de Cuba, y se
repuso la CTC-R, llamada desde entonces revolucionaria, que en 1961
prescindió de la R. Pero desde hace muchos años, la organización cambió
su esencia, y ha respaldado caprichos y distorsiones dictatoriales, como
las nacionalizaciones de la Ofensiva Revolucionaria, que acabó con los
trabajadores individuales, impuso el improductivo trabajo voluntario, se
dedicó a repartir, según los méritos decididos mediante la ¨emulación
socialista¨, los equipos electrodomésticos, las escasas viviendas, y los
derechos a lugares vacacionales, entre otros remedios engañosos.
Luego, con el avance del Período Especial, la CTC perdió también esa
palanca de presión. De mala gana, hoy los trabajadores pagan la cuota
sindical, imposible de evadir, y con gran dificultad, logran reponer sus
dirigentes a nivel de base, pues cuando suben los escalones, son
designados por "recomendación" del partido comunista.
Actualmente, la CTC se aleja aún más de los trabajadores, por el nuevo
papel de portavoz y ejecutora del desempleo previsto por el gobierno,
inicialmente en 1,3 millón, cifra que ha debido ralentizar, por la
limitaciones con que ha permitido el trabajo por cuenta propia. El
secretario general de la CTC, Salvador Valdés Mesa, encabezó la puesta
en práctica de esa política, para que fuese aceptado mansamente el
despido, y ha procurado justificar la pérdida del poder adquisitivo del
salario, con el cual hasta el presidente Raúl Castro ha reconocido que
no se puede vivir.
Existe un círculo vicioso que ata a la economía cubana: si no se reducen
las plantillas infladas, no se puede incrementar la productividad, ni
aumentar la producción para el mercado interno y para la urgentemente
necesaria exportación, ni elevar los salarios. Pero el gobierno ha
mostrado tanto conocimiento de esas necesidades como pánico por la
independencia económica de la gestión privada, que pudiera llevar a
exigencias de libertad política.
Mantener el poder absoluto es la prioridad del gobierno, aunque las
dificultades son vastas. Gran parte de los cubanos están sumidos en la
miseria. Y las generaciones nacidas después de 1959 –más del 70,0% de la
población– se sienten engañadas, y ya no creen en promesas. Los jóvenes
están ahogados en el presente, sin posibilidad de crear el futuro propio
y el de sus familias.
La secuencia de cambio de los dirigentes ha transcurrido inusitadamente
para la práctica cubana. El periódico Granma anunció, el 24 de marzo, la
¨liberación¨ de Salvador Valdés Mesa como secretario general de la CTC,
según acuerdo del 92 pleno del consejo nacional de la CTC, tras su
elección como vicepresidente del Consejo de Estado, donde atenderá la
CTC y otros asuntos. También anunció el nombramiento en el cargo, hasta
la celebración del XX Congreso, en noviembre próximo, de Carmen Rosa
López, su segunda secretaria y miembro del Consejo de Estado.
El 15 de mayo, se había publicado que el Comité Provincial del partido
comunista de Artemisa acordó liberar de sus funciones, como primer
secretario, a Ulises Guilarte de Nacimiento. Pronto se supo su nueva
designación, pues el 25 de mayo, el 93 pleno del consejo nacional de la
CTC acordó la creación de la Comisión Organizadora del XX Congreso, que
será presidida por Ulises Guilarte de Nacimiento, con la vicepresidencia
de Carmen Rosa López.
Los dos acuerdos más importantes fueron la posposición del XX Congreso
de la CTC para el primer trimestre de 2014, y el previsible nombramiento
en este Guilarte como secretario general de la CTC, salvo que ocurra
algo extraordinario. En cuanto a los motivos de la postergación del XX
Congreso, se ha sugerido oficialmente que la redacción del anteproyecto
del nuevo Código del Trabajo está retrasada y el gobierno desea que este
y otros documentos sean discutidos ampliamente con los trabajadores
durante el proceso preparatorio del cónclave.
Debe tenerse en cuenta que Ulises Guilarte era el primer secretario del
partido comunista en Artemisa, una provincia experimental con respecto a
la ¨actualización¨ del socialismo cubano, donde se realiza la inmensa
obra del Puerto de Mariel, con capital y tecnología brasileña, destinado
al flujo marítimo, luego de la apertura de la ampliación del Canal de
Panamá en 2014, así como a las relaciones comerciales e industriales con
Estados Unidos, que podrían ser menos lejanas de lo que actualmente parecen.
Es evidente que el propio presidente Raúl Castro está supervisando
directamente este proceso de cambios en la CTC. Sin embargo, el capital
humano de esta organización está muy lesionado, por lo que su proceso en
curso podría resultar nuevamente fallido, a no ser que se reviertan las
prácticas habituales hasta el presente, introduciendo verdaderas
oportunidades de participación, decisión y beneficios para todos los
trabajadores cubanos.
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