¿Será Díaz-Canel otro Dorticós?
Roberto Álvarez Quiñones | Los Ángeles | 1 Abr 2013 - 2:25 am.
Raúl Castro podría no llegar a 2018. Si tal cosa sucediese, por primera
vez el jefe del Gobierno y el del ejército no sería el líder del PCC.
Hay razones para pensar que el nuevo primer vicepresidente de Cuba,
Miguel Díaz-Canel, podría a mediano plazo parecerse no a Mijail
Gorbachov, como quisieran algunos con gran optimismo, sino a Osvaldo
Dorticós, quien fuera presidente cubano de mentiritas entre 1959 y 1976.
Entre las varias razones para creer tal cosa está el anuncio hecho por
Raúl Castro en febrero pasado (al ser ratificado como Presidente del
Consejo de Estado) de que se harán modificaciones a la Constitución.
Salvo referirse a poner un límite de 10 años para ejercer cargos
públicos y también un máximo de edad, el dictador no dio pista alguna
sobre qué otros cambios serán efectuados en la única Carta Magna
marxista-leninista del hemisferio occidental. No hay que ser muy
perspicaz para percibir que esas posibles enmiendas parecen apuntar a
Díaz-Canel.
Y es que, de faltar Raúl (por muerte o enfermedad) antes de 2018, este
civil que no forma parte de la exclusiva élite militar que dirige el
país sería el nuevo Jefe de Estado, Comandante en Jefe de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias (FAR), y Jefe del Gobierno, todo a la vez, como
estipula la Ley de Leyes, pero sin ser el Primer Secretario del Partido
Comunista de Cuba (PCC) —el "número uno" de la nación según la
Constitución—, que le correspondería al Segundo Secretario, José Ramón
Machado Ventura.
O sea, Díaz-Canel no sería el dictador constitucional, pero sí lo sería
de hecho al convertirse en jefe máximo de los tres ejércitos de la Isla,
la aviación, la marina de guerra, la Seguridad del Estado y todas las
fuerzas represivas; y presidente con poderes ejecutivos reales. Eso
sobrepasaría con mucho su actual condición de "número dos" del Gobierno
(no del país), en la que lo situó el general Castro para hacer creer que
se avanza hacia la renovación de la cúpula dirigente, y para disimular
el tufo castrense del régimen.
Como en cualquier autocracia militar, en Cuba el jerarca más poderoso es
el Comandante en Jefe, no importa lo que formalmente diga la Carta
Magna. Fidel y Raúl han sido los "hombres fuertes", más que por ser los
jefes del partido, por ser los jefes militares indiscutidos.
Lo que pasa es que hasta ahora ambos cargos han sido monopolizados por
una sola persona. Ahí radica el problema "técnico" que se presentaría
con Díaz-Canel, de faltar Raúl, o con posterioridad a 2018. La
Constitución socialista fue impuesta por Fidel en 1976, cuando él era
joven y se visualizaba a sí mismo por décadas a cargo de todos los
poderes de la nación además del militar, cual cónsul romano. Pero hoy el
caudillo, enfermo y retirado, se acerca a los 90 años y su sucesor
cumplirá 82 en junio.
Por ley de vida, el general Castro podría no llegar a 2018. Si eso
sucediese, Díaz-Canel sería el sucesor, pero por primera vez el jefe del
Gobierno y comandante supremo no sería el líder del PCC.
¿Estaría dispuesta la junta militar a destituir a Machado Ventura,
designar en su lugar a Díaz-Canel y ungirlo graciosamente como nuevo
dictador, por encima de generales y comandantes con cicatrices en el
cuerpo y experiencia en los campos de batalla de Angola, Etiopía, Siria,
Argelia, Congo, Guinea Bissau y Nicaragua, aún "jóvenes" sexagenarios o
septuagenarios?
Habría que verlo para creerlo. Es más realista pensar que la cúpula
militar colocaría como Primer Secretario del partido y nuevo "líder de
la revolución" a uno de los suyos. Y de permitirse que el presidente
fuese Díaz-Canel, ello sería una fachada para la exportación. Estaría
maniatado, pero el carácter ornamental del nuevo "mandatario" se haría
tan evidente que socavaría la imagen de civilidad institucional que el
régimen vende al mundo.
Repartir el pastel
Por eso son de esperarse cambios a la Constitución. Estos podrían ser
parecidos a los de la Unión Soviética en 1964 tras la destitución de
Nikita Kruschev, quien era el Secretario General del Partido Comunista y
Comandante en Jefe de las fuerzas armadas, y jefe del Gobierno (Primer
Ministro) con poderes ejecutivos omnímodos.
Mediante una "troika" se repartieron el pastel para que nadie tuviera
los poderes de monarca absoluto que tuvo sobre todo Stalin. En el caso
de Cuba, tal repartición podría ser diseñada con tiempo por los propios
hermanos Castro, para que nadie más pueda gozar de la omnipotencia
feudal que ellos tuvieron durante más de medio siglo.
En Moscú, Leonid Brezhnev sustituyó a Kruschev como Secretario General
del partido y jefe militar supremo. Como jefe de Gobierno quedó Alexei
Kosyguin, y Anastas Mikoyan pasó a ser jefe de Estado como Presidente
del Presidium del Soviet Supremo (Consejo de Estado), ambos con poderes
limitados.
En Cuba, podrían igualmente pasar la comandancia de las FAR al jefe del
PCC, o crear un cargo especial como en China, donde el Comandante en
Jefe es el presidente de la Comisión Militar Central de la República
(CMC), al mando de 2.5 millones de hombres. En Beijing la jefatura de la
CMC usualmente la ostenta el jefe del Partido Comunista, pero Deng
Xiaoping, luego de retirarse en 1987 como Secretario General del
partido, la siguió presidiendo.
Sin embargo, podría ocurrir que no haya modificaciones constitucionales
y todo quedase igual. Entonces las posibilidades de Díaz-Canel de ser
Presidente y Comandante en Jefe serían remotas. Lo mismo antes de 2018
que después. Y en caso de serlo se parecería más al presidente Manuel
Urrutia en enero y febrero de 1959, que a Dorticós.
Urrutia tenía poder ejecutivo, pero era Fidel Castro quien gobernaba
desde su residencia de Cojímar como Comandante en Jefe del Ejército
Rebelde, pese a que no tenía cargo gubernamental alguno. Dorticós, en
cambio, nunca tuvo oficialmente poder ejecutivo. El 7 de febrero de
1959, nueve días antes de destituir a José Miró Cardona y asumir como
primer ministro, Castro redactó e impuso la llamada "Ley Fundamental",
que dejó sin efecto la Constitución de 1940.
Con aquel golpe de Estado "legal" Castro convirtió la figura del Primer
Ministro en Jefe del Gobierno, por encima del Presidente de la
República; abolió el Congreso y pasó al Consejo de Ministros la facultad
de redactar y promulgar las leyes. Castro concentró en sus manos todos
los poderes, aunque "provisionalmente". Al tomar posesión como Primer
Ministro, el 16 de febrero de 1959, dijo: "No me importa ningún cargo
público, no me interesa el poder".
El Presidente de la República devino Jefe de Estado de cartón. Un cargo
apenas protocolar con la misión de recibir las cartas credenciales de
los embajadores y representar a Cuba internacionalmente. A partir de
entonces, con el clásico humor criollo, a Urrutia la gente lo llamaba
"cuchara", porque "ni pincha ni corta". Cinco meses después Fidel obligó
a Urrutia a renunciar y nombró a Dorticós en su lugar.
Como en política casi nunca sucede lo pronosticado y en Cuba además
puede pasar cualquier cosa, podrían presentarse escenarios
sorprendentes, muy distintos a los que hoy se pueden vislumbrar.
No obstante, sea cual sea el futuro cubano, lo que sabemos hoy es que
Díaz-Canel, por ahora, no tiene pedigree castrista suficiente para ser
dictador, y sí el necesario para emular con Dorticós, Urrutia, o Mikoyan.
http://www.diariodecuba.com/cuba/1364779554_2562.html
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