Ser corrupto o no, he ahí el dilema
Martes, Abril 30, 2013 | Por Miriam Celaya
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -La intención de un colega de
realizar una encuesta en torno a la magnitud de la corrupción como
fenómeno social en Cuba me hace volver nuevamente sobre un tema
recurrente, aunque no agotado: ¿hasta dónde se ha expandido la
corrupción en la Isla?, ¿es posible revertir este mal en las condiciones
actuales?
Las respuestas son harto conocidas: la corrupción alcanza a todos los
rincones de la vida nacional y a los individuos, en mayor o menor
medida, y es imposible erradicarla en las condiciones actuales. No se
puede ignorar la relación entre la crisis económica permanente, la
distorsión de las relaciones de propiedad y la ausencia de derechos,
entre otros elementos que fortalecen las deformaciones sociales.
Lo particular, en este caso, es la manera en que solemos apropiarnos del
concepto "corrupción", aplicándolo al "otro". Esa manera de entender la
corrupción como un fenómeno inherente a los poderes superiores, a los
sectores con acceso a la administración de los bienes, las empresas y
las finanzas, fundamentalmente de divisas –que son, con ventaja, la
clase corrupta por antonomasia– y a capas marginales de la sociedad,
omite una verdad irrebatible: en Cuba todos somos corruptos. Y lo somos
por la sencilla razón de que la corrupción se ha convertido para los
poderosos en la forma más expedita de enriquecerse, mientras para los
cubanos corrientes es una estrategia de supervivencia. Aquellos,
corruptos por su voluntad; nosotros, por necesidad. No se trata, pues,
de ser o no corruptos, sino que el dilema del cubano promedio es ser
corrupto o no ser.
Sin embargo, una vez que esa premisa se establece en la conciencia
colectiva, permea cada rincón de la vida social y prácticamente llegan a
justificarse actitudes que en una sociedad normal resultan punibles. Los
ejemplos de corrupción huelgan, pero enunciemos solo algunos de los más
comunes:
. El profesor que vende el examen al alumno. El padre que facilita el
dinero para que su hijo compre el examen.
. El carnicero que vende la carne de res en el mercado negro. El cliente
receptador que la compra. En este caso se puede incluir un listado
interminable de productos "desviados" en la cadena de comercio
subterráneo que van a parar incluso hasta los hogares más honrados de
Cuba, en virtud de los delitos de malversación-receptación.
. El soborno a funcionarios públicos para que adelanten trámites,
falsifiquen documentos, legalicen fraudes, etc. La existencia de un
elevado número de esos funcionarios cuya entrada financiera principal
son esos sobornos.
. La compra por parte del cliente e instalación por empleados de ETECSA
de líneas ilegales de telefonía fija, cuyo precio fluctúa entre los 600
y los 1000 CUC.
. Los vendedores de los mercados alteran el peso y el precio de los
productos y sobornan a los inspectores.
. Las farmacias son verdaderas redes de ventas subterráneas de
medicamentos de todo tipo, incluyendo los que se regulan a través de
tarjetas o recetas médicas.
Corruptos son en especial los que fomentan la doble moral, criticando en
privado al sistema y pidiendo a sus hijos que no expresen en la escuela
lo que se dice en casa; los descontentos que participan en las
votaciones, en los CDR y en otras organizaciones oficialistas, los que
fingen y enseñan a fingir.
Puede asegurarse que cada cubano bajo este sistema es o ha sido corrupto
de alguna manera. Cada uno de nosotros recurre con regularidad a alguna
fuente de aprovisionamiento o de ingresos al margen de la legalidad, lo
cual es perfectamente comprensible en un país signado por las carencias
y en el cual el salario no alcanza a cubrir siquiera las necesidades
básicas de los individuos.
No obstante, que las condiciones en que vivimos atenúen la magnitud del
delito no evita que la corrupción se haya extendido entre los cubanos
como forma de moral predominante. Una mácula que posiblemente persistirá
más allá del fin del sistema que la generó.
La corrupción es inherente al castrismo desde su propio surgimiento y se
ha generalizado hasta contagiar a todos y cada uno de nosotros en alguna
medida, lo cual es otro de los crímenes del "modelo". Por eso le diría
al colega que no precisa adelantar ninguna encuesta para determinar las
dimensiones de la corrupción en Cuba. Corruptos serían incluso todos y
cada uno de los potenciales encuestados que eventualmente engrosarían
los pliegos de su investigación. No hay caso.
http://www.cubanet.org/articulos/ser-corrupto-o-no-he-ahi-el-dilema/
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