Los nombres de la estación oscura
Raúl Rivero
Madrid – El puñado de presos de la Primavera Negra de 2003 que se negó a
salir de su país en julio de 2010 y se mantiene en la lucha diaria en
las calles de Cuba, sigue también las 24 horas del día en un primer
plano ampliado y luminoso de la mirilla de los represores. Ellos
salieron de las celdas después de siete años de agobios, sufrimientos y
hambres y regresaron a su trabajo pacífico y a su empeño por la libertad
como si ese tiempo no les tocara fuera nada más que una única noche larga.
Para muchos observadores que siguen con rigor y solvencia lo que sucede
en la realidad cubana la presencia de estos hombres en las diferentes
zonas de las provincias donde residen le ha dado ilusión y fuerza real a
la oposición, y a los sectores de la sociedad que aspiran a una
transformación verdadera y de calado en el país.
Lo dicen también unos testigos directos, los otros opositores que
continuaron sin moverse de sus puestos después del ataque de rabia y
odio de la dictadura que llevó a los calabozos con largas condenas a 75
activistas de derechos humanos, integrantes de la sociedad civil,
periodistas y bibliotecarios.
De manera negativa, se aprecia, además, porque se han intensificado y
extendido por todo el territorio nacional las golpizas, los arrestos
arbitrarios, los mítines de repudio, la acción de las brigadas para
militares y los asaltos a las viviendas de ciudadanos que expresan su
disconformidad con el régimen.
Un plano general del mapa de la oposición en la isla enseña una gestión
generalizada por la cobertura de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu),
fundada en el 2011, que se ha convertido ahora en una institución que
reúne a grupos de veteranos activistas de todo el país –Guillermo
Fariñas, René Gómez Manzano, entre otros– en la que aparecen como
integrantes de la dirección los ex presos políticos José Daniel García,
Félix Navarro, Iván Hernández Carrillo, Ángel Moya y Eduardo Fleitas.
No son unos ángeles bonachones y unánimes con complejo de héroes
populares. Son ciudadanos del monte y las esquinas que ejercen su
derecho a pensar con libertad y a tratar de cambiar la sociedad donde
viven ellos y su familia. Así se levantan todos los días Librado Linares
en los amaneceres de Camajuaní y Pedro Argüelles Morán en Ciego de Ávila.
En La Habana perseguida, un poco enferma y en su primera línea, la única
mujer de los 75, Marta Beatriz Roque Cabello. Me gustan, porque la
retrata, estas líneas que escribió sobre ella el periodista Juan
González Febles: "Quedará para una ya muy cercana posteridad como la
figura política que logra trascender desde el compromiso sin
concesiones, en el periodo político más difícil de la historia de la
nación cubana".
Allí, cerca en sus casas habaneras, en la búsqueda de armonía y lucidez
para los párrafos de sus artículos el economista Arnaldo Lauzerique y el
periodista Jorge Olivera.
Ellos, todos ellos y algunos que no menciono en esta nota, son el
objetivo clave de la policía. Viven vigilados y bajo acoso. Con su
expediente de licencia extrapenal a cuestas que es como llevar la celda
de castigo como una sombra de la sombra que proyectan bajo el sol del
Caribe.
http://www.elnuevoherald.com/2013/04/28/1463468/raul-rivero-los-nombres-de-la.html
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