Disyuntivas posibles
Martes, 18 de Diciembre de 2012 03:38
Escrito por Hugo Araña
Cuba actualidad, Matanzas, (PD) Desde hace un buen tiempo, percibimos en
el panorama cubano, tanto social como político, un cierto inmovilismo
que muchos se preguntan hasta dónde llegará. Se ignora qué es lo que
verdaderamente sucederá en la sociedad cubana, aquejada de un cierto
estancamiento. Suponemos que los mismos dirigentes no saben el camino a
seguir después de la serie de fracasos que han lacerado la vida de los
cubanos.
Los que nos dirigen, más por desgracia que por suerte, proclaman a los
cuatro vientos que Cuba resiste y vive a pesar de ciertas circunstancias
no muy buenas. Lo venimos oyendo, casi como una cacofonía, desde cuando
pasarnos por las aulas de la Universidad de La Habana. Pero con el
tiempo, ese que nos pone frente a la verdad, comprendemos que los
tropiezos y los fracasos no han disminuido en la vida diaria.
¿Qué encierra en sí este socialismo a la cubana que proclamaron a los
cuatros vientos? ¿Qué lo distingue de los otros socialismos que hoy sólo
son malos recuerdos que muchos ni siquiera les agrada que les recuerden?
¿Cuáles serán las próximas premisas que cambien nuestras vidas después
de cincuenta años de permanecer casi inmutables, sin cambios?
En nuestro país, la palabra cambio, tal parece que la han puesto en el
INDEX gubernamental, con el epíteto de contrarrevolucionaria.
Este inmovilismo causa sorpresa y desconcierto a quienes viven en otros
países. Es comprensible.
El impasse que atravesamos hace suponer que a nuestros gobernantes lo
único que les interesa es mantenerse en el Poder, sin tener en cuenta a
la población y sus necesidades cada día más apremiantes.
Se nota cada vez más un divorcio entre el gobierno y el pueblo. Dadas
las circunstancias por las que atraviesa, el cubano vive como en una
especie de existencialismo tropical, donde resolver el hoy al precio que
sea, no da tiempo para pensar en el temido mañana.
No basta que tengamos gratuita la educación y la atención médica.
Existen otros muchos problemas por resolver. El ciudadano nota que algo
falta en su existencia, que a veces hasta ignora qué es, porque yace
sumido en el torbellino de la vida diaria, cada día más caótica, más
llena de problemas imposibles de superar.
Todo pertenece al Estado, él es quien decide, tanto en lo económico como
en lo social, quien da las órdenes y las pone en ejecución, según sus
intereses, pasando por arriba de todo, sin tener en cuenta o entender lo
que verdaderamente sucede en las capas más bajas de nuestra sociedad. A
veces da la impresión que el Estado no tiene en cuenta o le importa poco
los que viven en una constante angustia por la supervivencia. Este
sistema político se jacta de servir al pueblo, pero es una pura falacia.
Ahora mismo, el pueblo ignora en sí qué sistema político es el que rige,
y cuáles son sus verdaderas directrices, tanto económicas como políticas.
Como el gobierno es el dueño de todo, no permite aperturas verdaderas,
por muy pequeñas que sean, que pudiesen arrojar resultados que ayuden a
paliar un poco el desfase económico.
El país es cada día más pobre, comprimido por un monolítico e inoperante
sistema que obra en nombre de un socialismo que no da para más.
El agobio quién lo sufre más es el que yace en la base de la
superestructura social.
La población ya está cansada de las proclamas que una vez enarboló en
pos de edificar un sistema político conceptuado como el único que podría
resolver nuestros problemas.
Con el tiempo y los tropiezos, quedó demostrado que el socialismo, que
acaparaba y controlaba todo, es un completo fracaso.
Se ignora qué sucederá mañana con este pueblo, cansado y defraudado de
tanta ineficacia. No se puede descartar que en un momento dado se lance
a la calle a luchar por sus verdaderos anhelos.
Los cubanos necesitan sentirse partícipes activos, y no las marionetas
que son en la actualidad.
Cuba padece de un anquilosamiento latente. No basta elegir a los
miembros de los gobiernos municipales, ya que los elegidos serán nada
más que quienes sostendrán en sus hombros acatamientos provenientes de
las altas esferas, que son las que imponen las órdenes a cumplir, sin
aceptar que uno u otro tengan ideas o preferencias diferentes.
Decir que la libertad de expresión en Cuba está controlada, no es una
falsedad, como afirma el gobierno. Proclamar cualquier derecho, por
mínimo que sea, si está en contra de los preceptos impuestos, se
considera como una traición. Para más, absurdas leyes penales condenan
dicha libertad, considerándola entre otras cosas, como "maquinaciones
del imperialismo contra la revolución", y no como un sagrado derecho de
cada cual: el de manifestarse según sus criterios políticos, como
cualquier ciudadano de un país democrático.
Nos da por pensar que llegará el día en que al Gobierno no le quedará
otro remedio que elegir entre dos disyuntivas: o liquida a los
disidentes, con resultados impredecibles, o los acepta, aún en contra de
su voluntad.
Pero algo tiene que suceder, porque esta inmovilidad es insostenible y
no encierra buenos augurios.
Hoy, el impasse está presente. Se hace notorio. Pero recordemos que como
ha sucedido en otras partes del mundo, de cualquier incidente, del menos
pensado, puede que broten las grandes manifestaciones populares con sus
consabidas acciones fuera del orden establecido, o que alguien del mismo
gobierno recurra a un golpe de estado en pos de lograr una mejoría para
el pueblo, eso sí, sin poderse aquilatar cuál sistema político sería
implantado. Ese tópico necesitaría otro artículo.
Para Cuba actualidad: malecun@yahoo.es
http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/6051-disyuntivas-posibles.html
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