Señales totalitarias de los debates en la Comisión de radio y televisión
de la Asamblea Nacional
[13-12-2012]
Elías Amor Bravo
Economista
(www.miscelaneasdecuba.net).- El contenido de las sesiones informativas
ofrecidas por el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) a los
diputados de la Asamblea Nacional es un ejemplo de cómo el rostro
totalitario y dictatorial del régimen castrista aparece cuando menos se
espera. Que tomen nota, sobre todo aquellos que creen que en Cuba se
están produciendo cambios. Nada de eso.
Me refiero a la intervención de Danylo Sirio, presidente del ICRT, quién
después de poner de relieve "insuficiencias conceptuales y organizativas
en la radio y televisión", entró de lleno en lo que debe ser, y aquí es
donde los medios de comunicación libres deben tomar buena nota, "la
irreductible orientación ideológica, ética y cultural de la programación
de los medios".
Casi nada. Los medios en el castrismo deben estar orientados,
"ideológica y culturalmente". Dejemos el segundo aspecto, por tener una
interpretación ética mucho más amplia, y centrémonos en el primero, la
"ideología".
¿Qué ideología? La castrista. Aun estamos esperando que en Cuba exista
una pluralidad informativa como la que había antes de que fueran
confiscados y sometidos al poder ideológico del castrismo, los antaño
medios de comunicación libres de la República.
Cuando se pretende dirigir la opinión pública con los medios de
comunicación bajo severo control ideológico, cuestiones como "la
difusión musical", para la cual las autoridades consideran que el
reggaetton es un tipo de música que se debe proscribir, porque "radia o
televisa temas que denigren a la mujer o exalten la vulgaridad, la
obscenidad y la grosería", no es menos que la quema de libros que
organizaban las juventudes hitlerianas durante el nazismo.
No contento con lo anterior, este señor Sirio "admitió que los
encargados de la radio y teledifusión de la música por muchos años han
contribuido a que se impongan patrones banales y de mal gusto en el
consumo y apreciación de ciertos sectores del público".
Patrones banales y de mal gusto ¿para quién?, ¿tal vez para él?, ¿o
quizás, para Fidel? No sería mejor dejar de preocuparse por el público,
por el ciudadano, y dejar que libremente elija lo que considere que es
mejor para él. ¿Es que acaso tanto desconfía el régimen castrista de la
ciudadanía? ¿No estamos ante una sociedad que había apostado por crear
el hombre nuevo, a imagen y semejanza del Che? ¿Dónde se han quedado
esos sueños de grandeza para que un funcionario se auto imponga el deber
moral de establecer lo que es "banal y de mal gusto".
Pero, ¿es que no se percatan de que con este tipo de mensajes quedan
cuestionados ante el mundo? Podemos estar de acuerdo en que es
necesaria, "la elevación de la cualificación profesional de los cuadros,
realizadores y trabajadores". No es esa la idea que tengo de los
profesionales del medio, que cuando salen al exterior desempeñan un
trabajo excelente en la televisión o la radio, donde Cuba fue potencia
líder a nivel mundial en los años 50 del siglo pasado.
No se compliquen buscando problemas donde no los hay. El
"anquilosamiento de los códigos en las emisiones de la televisión cubana
estatal" obedece a su carácter de monopolio. No es extraño que carguen
contra los "servicios informativos", y sobre todo esperpentos como la
"mesa redonda", un instrumento de adoctrinamiento oficial que carece de
sentido. Cuando "varios programas de una misma división parecen
iguales" es porque lo son, porque quién los produce sigue unas consignas
transmitidas desde el poder, y que, por regla general, son las mismas.
Revitalizar la producción de "programas infantiles" es una buena idea.
Nada que hacer, apuesten por las producciones extranjeras, como las
series extranjeras que se transmiten en las que observan que "algunas de
ellas son portadoras de mensajes contrapuestos a nuestros valores".
Los ataques a las telenovelas, que son programas de gran preferencia
para la población, y que han tenido en la Cuba libre a auténticos
maestros del género, anuncian una eventual eliminación de estos
programas de las cadenas de televisión. Dicen que es por baja audiencia.
No lo creo. Ha debido llegar alguna consigna para que las telenovelas
tampoco atenten contra los sagrados principios del régimen.
¿Qué quieren que les diga? Un debate anodino que nos transporta a los
regímenes políticos más atrasados e infames de la historia. Aquellos en
los que, la cúpula de poder, se adjudicaba la facultad divina, de pensar
más y mejor que la ciudadanía, de ahí su obligación de educar y
transformar el pensamiento en la dirección más conveniente. Esta es el
rostro más horrendo e insoportable del castrismo. Hemos podido conocerlo
durante las sesiones de la Asamblea nacional, que no van a resolver los
problemas de fondo, pero que permiten que este tipo de situaciones
salgan a la palestra y las podamos denunciar a nivel internacional.
Una vergüenza para los cubanos es tener un sistema político que no sólo
les priva de la libertad y derechos humanos asociados, sino de la
capacidad para informarse libremente, para acceder a medios de
comunicación imparciales, competitivos y libres, en los que no se
manipulen las informaciones, sino que se suministren tal y como son.
Después de medio siglo, nada ha cambiado. Todo sigue igual. El
inmovilismo mediático es absoluto y la propaganda y la manipulación
hacen sangre en una sociedad que es incapaz de valorar las consecuencias
nefastas que se derivan de este escenario. No hay cambios en Cuba. No
los busquen. Las cosas son, como son.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37968
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