Cuidado con hacerse ilusiones
[17-12-2012]
Elías Amor Bravo
(www.miscelaneasdecuba.net).- Da la impresión de que en los últimos
días, el régimen castrista está echando toda la leña al fuego para
tratar de mostrar, en términos propagandísticos, que las reformas de los
"lineamientos" van en serio.
Después de un asfixiante letargo, en el que algunos analistas pensaron
que el impulso reformista había pasado a mejor vida, ahora, Raúl Castro
vuelve a las andadas y en la clausura el jueves pasado de la Asamblea
Nacional destacó "que las reformas económicas impulsadas recientemente
para activar la economía de la isla y dotar de mayor campo de acción a
las diferentes fuerzas productivas avanzan en la dirección correcta".
La necesidad de impulsar el aparato productivo y sacar a la economía de
la postración estalinista ideada por Fidel Castro hace medio siglo, ha
llevado a introducir medidas como el alquiler de locales estatales o la
ampliación del número de actividades donde se podrá ejercer el empleo
privado.
La primera, el alquiler al estado, es evidente que no tiene solución de
continuidad. ¿A quién si no alquilar activos en una economía en la que
todo, absolutamente todo, pasa por la propiedad estatal? Más de lo mismo.
En cuanto a la ampliación de actividades, se ha realizado de forma
parcial, y utilizando una fórmula, las cooperativas, cuyo grado de
independencia del poder político está siempre sometido a riguroso control.
La autorización para la creación de cooperativas privadas de servicios
profesionales en tres especialidades -traducción, informática y
contabilidad- dentro de las 47 actividades en las que se podrá ejercer
esa forma de gestión no estatal, ha llamado poderosamente la atención.
El hecho de que este tipo de servicios sean los primeros de carácter
profesional que se incluyen con carácter experimental para la creación
de cooperativas no estatales, es significativo. Cabe preguntarse, ¿por
qué estas actividades, y no otras?
De hecho, las autoridades han informado que, superada la fase
experimental, se permitirán otras áreas como el transporte, la
producción de materiales y servicios de la construcción, servicios
personales y domésticos.
La pregunta inmediata, es ¿de qué sirven este tipo de medidas para
paliar los problemas del día a día de los cubanos?
Problema principal. La alimentación. En ausencia de un mercado capaz de
regular la oferta y demanda, los mecanismos de planificación central
encargados de fijar los precios a los que se adquieren la mayoría de
productos, siguen siendo incapaces de satisfacer la demanda de la
población, con las tradicionales escaseces y carestías.
En contra de los objetivos de suficiencia alimentaria, otro jarro de
agua fría ha caído sobre la Asamblea Nacional en estos días, cuando se
traslado en alguna de sus sesiones por el ministro de Agricultura,
Gustavo Rodríguez, que para 2013, los presupuestos del Estado volvían a
reservar una partida de 1.600 millones de dólares destinada a la
importación de alimentos, sobre todo cereales y carne, procedentes, como
viene siendo habitual, de las granjas de Estados Unidos.
Hasta tanto en cuanto no se garantice la autonomía alimentaria, como
sucedió por ejemplo en Vietnam, la economía castrista seguirá inmersa en
una dependencia injustificada, más aún cuando se trata de un suelo y
clima excepcional para la producción de todo tipo de alimentos.
Jugar a crear cooperativas de informática y traducción, sin demasiadas
convicciones, puede estar muy bien, pero no resuelve el problema de qué
comer y cuándo.
Las empresas estatales, sometidas a los planes de perfeccionamiento
empresarial ideados por Bruno Rodríguez, siguen siendo un foco de
ineficiencia que obliga a detraer importantes volúmenes de recursos de
los presupuestos del estado, a fin de evitar su desaparición por
quiebra. Por ello, la adopción de modernas técnicas de gestión,
anunciada por Raúl Castro en ausencia de un marco adecuado para la
actividad económica se percibe más como una amenaza a los actuales
gestores, que como un incentivo real para mejorar la actividad económica.
El ritmo de crecimiento de las licencias de trabajo por cuenta propia
tampoco han alcanzado las previsiones del régimen. Solamente 400,000
cubanos hasta la fecha, han solicitado alguna de las escasas licencias
que se autorizan para suministrar servicios o crear negocios pequeños
con el objetivo de mejorar su calidad de vida. Actividades que suelen
estar muy dirigidas a la demanda, con especial atención a la circulación
de las remesas que envían las familias del exterior.
Actividades sobre las que se hace recaer una agresiva presión fiscal que
impide su crecimiento y consolidación. El hecho de que los trabajadores
por cuenta propia no crezcan a los ritmos esperados, ha llevado al
régimen castrista a paralizar los despidos que tenían previsto en las
empresas estatales y el sector presupuestado, en lo que algunos
analistas consideran otro retraso en las decisiones.
Por último, pero no menos importante, no está en los planes castristas,
como hicieron en su día sus socios vietnamitas para superar el atraso
estalinista, solicitar el concurso de los organismos internacionales de
apoyo financiero multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Banco Mundial, acciones que permitirían suplir la escasez de
recursos y garantizar el crecimiento de las inversiones en
infraestructuras, tan necesarias para estimular el crecimiento.
No conviene hacerse ilusiones. Todo lo que día a día se muestra es una
lección de pura demagogia destinada a ganar tiempo y a mostrar cambios
que no conducen a ningún sitio. La economía, para funcionar, necesita
libertad, propiedad privada y mercado, como instituciones básicas. Nada
de eso se observa en la economía castrista, que sigue siendo pétrea,
ineficiente y gestionada con un cerco ideológico que impide su
desarrollo. Tal vez, habría que volver a empezar. Lo peor es la herencia
que están dejando para un gobierno democrático de transición, pero de
eso ya hablaremos otro día.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=38013
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