La tarea del general
Jueves, 13 de Diciembre de 2012 15:42
Escrito por Rogelio Travieso Pérez
Cuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) Es complicadísima la tarea
del general. Tras casi 50 años de continuos reveses convertidos en
victorias, ha debido hacerse cargo de los restos de un sistema que
creció con absoluta dependencia de la ayuda extranjera, y cuando esta
desapareció, buscó sujetarse a la carrera de algunas inversiones
aventureras, que apenas consiguieron mantenerlo boqueando.
La verdad de hoy es la cosecha de todas las desilusiones. No aparece el
petróleo por ninguna parte y la corrupción gana terreno por donde
quiera. El otrora estado totalitario carece de fondos y no puede ya
presupuestarse a sí mismo. Obligado a reducir plantillas, tiene que
enmascarar el desempleo mediante el auge del cuentapropismo.
Si no hay perspectivas de que el supuesto socialismo se construya,
entonces vamos a desmantelarlo, con el mismo método que empleamos antes:
a decreto limpio, puesto que no sabemos hacer otra cosa.
Si antes decretamos la abolición de la propiedad, ahora decretamos su
restauración. Para ello, en vez de una nueva constitución, hemos parido
los Lineamientos, con su camarilla de expertos imprescindibles, duchos
en la nueva jerga tecnoburocrática.
A diferencia de su predecesor, el General no se compromete a nada
concreto, para no quedar mal. Si aquel gobernaba a gritos, desde la
tribuna, este apenas habla, por lo menos en público. No puede ser
calificado como demagogo, aunque le encaje el calificativo de aburrido.
Lleva ya cuatro años al frente del gobierno y todavía no ha convocado su
primera marcha del pueblo combatiente ni patentado su primera consigna.
Ha renunciado al monopolio estatal sobre las viviendas y consentido en
que las personas comunes y corrientes vendan y compren sus automóviles.
La devolución del derecho de los propietarios de casas, ha suscitado una
activación de la albañilería, al menos en La Habana. Aunque los
envidiosos echen pestes en el diario Granma de los viernes, hay cada día
más jóvenes manejando almendrones por las calles. Lo bueno del
capitalismo es que no exige estar evaluado ni estudiar marxismo.
En vez de cacarearlos, los retóricos al servicio del General se
esfuerzan para que los cambios no parezcan cuestionar al periodo
heroico. Esta fidelidad obligatoria los obliga a permanecer dentro de
una ambigüedad calculada. Aunque todos sepamos quién, cuándo y cómo se
perpetraron los errores, esto debe quedar en el anonimato.
El primer caso literario de este modus operandi es "El Hombre que amaba
los perros", excelente novela histórica de Leonardo Padura. La crítica
nacional evita ocuparse demasiado de la misma, ni la ataca ni la
defiende, sobre todo no se discute ni se polemiza acerca de ella, porque
eso significaría ventilar temas medulares e incomodísimos para el
estereotipo oficial. Por su parte, el autor acata todo esto como lo
normal, porque, en definitiva, su mercado real está en España y él hace
literatura con la política y no política con la literatura.
En verdad, la tarea del General será la tarea del Indio, interminable,
mientras no encuentre la fórmula mágica para que algún presidente de los
Estados Unidos lo admita como interlocutor. Digo mágica porque bastaría
con renunciar a la supresión de los derechos políticos y legitimar la
pluralidad y la libertad de expresión para dar un paso real contra el
socorrido Bloqueo.
Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com
http://primaveradigital.org/primavera/component/content/article/117-politica/6006-la-tarea-del-general.html
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