El hip-hop y la USAID: una opinión desde Cuba
NORA GAMEZ TORRES NGAMEZTORRES@ELNUEVOHERALD.COM
12/27/2014 10:37 PM 12/27/2014 11:23 PM
A raíz de una investigación de la agencia de noticias AP sobre un
programa de la Agencia de los Estados Unidos para la Cooperación
Internacional (USAID) que pretendía "infiltrar" al movimiento de hip-hop
cubano para generar una "movilización en contra del gobierno cubano", el
Nuevo Herald preguntó sus opiniones a varios de los actores involucrados
en el reporte.
Rápidamentente, el rapero Aldo Rodríguez Baquero, miembro del popular
grupo Los Aldeanos, negó haber recibido "instrucciones" ni dinero de la
USAID. De modo similar, el productor de conciertos Adrián Monzón, a
quien AP nombró en su historia como el único cubano conocedor de que los
fondos para algunos eventos culturales provenían de la compañía
Creatives Associates –que ideó el proyecto y obtuvo un contrato de
USAID– negó haber trabajado para "derrocar al gobierno cubano".
"Definitivamente, no fueron ellos diciéndonos qué teníamos que hacer. No
es un programa de la USAID, es un programa de la gente en Cuba que está
aburridísima del gobierno de Cuba y se rebela de la manera que puede",
agregó.
En la búsqueda de criterios de aquellos vinculados al rap cubano desde
sus orígenes, el Nuevo Herald contactó al editor Roberto Zurbano,
fundador de la única revista cubana de hip-hop, Movimiento, y activo
promotor del debate racial en la isla. Zurbano perdió su puesto como
director del Fondo Editorial de Casa de las Américas tras publicar un
articulo en The New York Times en 2013 sobre el resurgimiento del
racismo en Cuba a partir del Periodo Especial –aunque luego acusó al
diario estadounidense de "manipulación" y haber cambiado el titular de
su texto.
Consultado como experto en el 2010 para el documental Revolution acerca
del grupo Los Aldeanos, Zurbano se refirió al discurso "muy radical" del
grupo, al que comparó con "el lenguaje del punk".
"Hay una filosofía punk, radical, ultra-radical que puede llegar a veces
a una mentalidad irresponsable, para no decir reaccionaria. Es
irresponsable porque en algún momento ese lenguaje crítico, radical, se
convierte en un lenguaje antisistémico", opinó en aquella ocasión.
El reporte de AP da la impresión que los raperos no tienen agencia, son
víctimas, instrumentos y que el tema del cambio social es externo al
movimiento. ¿Puedes comentar sobre algunos de los temas principales que
ha tratado el rap cubano? ¿Cuándo surgen las críticas sociales y el tema
del cambio social en el hip-hop?
Una noticia de AP, replicada por los periódicos cubanos, habla de una
manipulación al movimiento hip-hop cubano. Quiero decir que no es la
única y quizás, lamentablemente, tampoco sea la última, pues el
movimiento cultural más crítico de los últimos treinta años en Cuba ha
sido el hip-hop, que llegó a ser la vanguardia del movimiento
antirracista iniciado la pasada década y que llega hasta hoy.
El rap cubano alcanzó una repercusión internacional insólita sin apoyo
del mercado ni de la política, mucho menos de los medios de difusión en
Cuba. Su discografía hoy rebasa los 500 discos y el 95 por ciento de
ellos fueron grabados en estudios domésticos.
El hip hop nace en Cuba por la necesidad crítica de un grupo de jóvenes
negros y mestizos en su mayoría, que provenían de barrios populares que
durante la crisis económica de los noventa devinieron barrios calientes
y ellos fueron los cronistas de lo que ocurría allí adentro. No eran
muchachos universitarios y, en su mayoría, provenían de familias de
pocos recursos económicos. Ellos tienen una visión crítica de sus vidas
y de su país mucho antes de llegar al hip-hop y encuentran en el rap el
medio ideal para tomar conciencia de su situación, organizar su discurso
y convertirlo en una tribuna social, arrastrando miles de seguidores.
El Festival de Rap de la Habana fue su gran espacio de promoción
nacional e internacional, de donde salieron las mejores agrupaciones.
Harry Belafonte fue el padrino en Cuba de este movimiento; él explicó a
Fidel [Castro] la fuerza revolucionaria de este movimiento crítico y de
esa conversación nace la Agencia Cubana de Rap.
Todo esto comenzó en la primera mitad de los años noventa, de manera que
el movimiento tiene ya tres promociones.
Los Aldeanos pertenecen a la última hornada y su propuesta alcanzó un
público más allá del tradicional círculo de fans raperos, quizás por sus
temas irreverentes, su desracialización del rap y su radicalismo
políticamente crítico. Para mí construyeron, lo digo en el documental
Revolution, el discurso más punk del hip hop cubano.
No es raro que quisieran manipular sus posiciones extremas, sus letras
agresivas—salpicadas de malas palabras y una desafiante
gestualidad—junto a la carismática presencia de sus integrantes y su
regusto por lo prohibido, compartido y disfrutado por miles de
adolescentes y jóvenes de todos los colores. Estaban dentro y fuera del
campo cultural cubano, eran miembros de la Asociación Hermanos Saíz,
pero no de la Agencia de Rap. Se presentan en el Pabellón Cuba, Río
Cristal o el cine Acapulco, pero no son representados por ninguna
empresa cubana. Tuvieron su peña habitual en el Club Barbaram, pero no
la compartían con otras visiones del hip hop, etc.
Su discurso crítico es tan serio como los demás, pero diferente, armado
desde una proyección mediática y tecnológica que caracteriza a esa
última promoción de raperos, con sus excepciones. Por ejemplo, Escuadrón
Patriota, sigue trabajando temas raciales, mezclados con ideas más
universales y trascendentes, pero en el contexto de las problemáticas
locales y familiares cubanas.
Lo que quiero decirte, finalmente, es que no asumamos a los raperos como
víctimas sino como sujetos críticamente activos. Hay que preguntarles a
ellos cómo y por qué construyeron un campo autónomo de producción
discográfica con sus propios estudios y mercado, así como un circuito
propio de presentaciones con altos niveles de convocatoria.
¿Qué repercusiones crees que pueda tener esta historia para el hip-hop
cubano y para la cultura en general dentro de Cuba?
El hip hop cubano ha enfrentado historias y críticas más complejas que
una simple manipulación mediática y acusación de mercenarismo [por
ejemplo] las luchas intestinas, el éxodo, la falta de mercado y de
promoción, la marginación de los medios y los grandes espacios
promocionales. Sin embargo, hay una historia del hip-hop cubano de la
cual sentirse orgulloso, a pesar de las cicatrices que dejan
determinadas batallas. Lo ultimo que ocurrió es el cierre de la revista
Movimiento, tras doce números en la que hay una buena parte de la
historia de este movimiento.
Aun así, resulta curioso que sea el hip-hop cubano el que está
emplazado, particularmente un sector crítico del hip hop, incómodo
igualmente para derechas e izquierdas. Si no nos dejamos engañar una vez
más, los responsables máximos de este show son quienes dejan entrar y
salir del país a personas con propósitos miserables, dispuestos a
contaminar nuestra agenda con agendas políticas ajenas a nuestro
discurso crítico.
Aunque el racismo, extrañamente, no es el tema esta vez de tales
acusaciones, el hip-hop puso sobre la mesa pública el tema del racismo
en Cuba. Por esa razón resultaban víctimas ideales de manipulación de la
derecha o de la izquierda conservadora.
Reconozco en el discurso crítico de la cultura cubana, dentro y fuera de
la isla, la necesidad, posibilidad y compromiso de proponer y debatir
todas aquellas ideas que nos preocupan y cuyos análisis colectivos
puedan enriquecer a la nación. Por sus propios temas sobre conflictos
sociales y políticos en Cuba los raperos son pensados como fáciles
objetos de manipulación política.
Muchas personas apelan a sus bajos niveles de escolaridad, a sus
necesidades materiales y a la incómoda cotidianidad de la vida cubana y
sutilmente estimulan la parte más amarga de su visiones críticas, que es
innegable, pero la van aumentando hasta desequilibrar un análisis más
pegado a las luces y sombras de la realidad social dentro de la isla.
Eso puede pasar y seguramente seguirá pasando, pero no solo con raperos,
sino también con otros músicos, economistas, militares, profesores,
científicos, estudiantes universitarios, amas de casa y hasta militantes
del partido. Los ejemplos sobran y bastaría tener una estadística
actualizada de la emigración cubana para saber, con más precisión, de
qué estamos hablando.
No sé si vale la pena alarmarse por unos miles de dólares cayendo en el
bolsillo de un par de muchachos enfebrecidos en su trabajo. No les llamo
responsables ni irresponsables, no soy su amigo ni su enemigo, no poseo
ni necesito información desclasificada para saber cómo y para qué se
necesita financiamiento externo. Pero estoy seguro que el movimiento
hip-hop cubano, hoy menos numeroso y activo, sabrá responderse tales
preguntas.
Te repito, no vale la pena alarmarse tanto por unos miles de dólares
cayendo en el bolsillo de un par de jóvenes artistas, mientras no sean
juzgados públicamente, en la misma prensa de aquí y de allá, los
centenares de importantes funcionarios corruptos que embarcan al país y
no únicamente a su carrera profesional. El hip-hop cubano se alimenta de
la crítica y también de la autocrítica. Esta es otra buena oportunidad
para demostrarlo.
¿Qué condiciones provocaron que los raperos cubanos necesitaran de
fondos externos para hacer música?
La necesidad de fondos externos en Cuba no es privativa de los raperos.
Toda la economía cubana necesita fondos externos. Buena parte del cine,
la minería o el turismo cubano se hace en coproducciones con otros
países e instituciones no cubanas. Es algo que ha ocurrido siempre y no
hay que demonizar un hecho tan común para cualquier país del Tercer
Mundo. Solo se necesita transparencia y diálogo, para no alimentar
fantasmas ideológicos que luego dan al traste [sic] con manipulaciones
de este tipo. Para que eso suceda tiene que haber debate, respeto a las
visiones diferentes sobre el hip-hop o sobre cualquier otro asunto
cubano y tomar las decisiones adecuadas sobre cómo dedicar nuestros
pocos recursos a los proyectos culturales más auténticos y libertarios.
Esa debía ser la discusión, pero lamentablemente, se ha escurrido por
otros caminos.
Puede seguir a Nora Gámez Torres en Twitter: @ngameztorres
Source: El hip-hop y la USAID: una opinión desde Cuba | El Nuevo Herald
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