Sunday, December 14, 2014

El domingo marcharé con las Damas de Blanco

«El domingo marcharé con las Damas de Blanco»
IVÁN GARCÍA | La Habana | 14 Dic 2014 - 7:55 am.

La Dama de Blanco Sonia Garro, excarcerlada por el régimen tras más de
dos años y medio de prisión sin juicio, conversa con DIARIO DE CUBA.

Apenas 48 horas después de salir de la cárcel de mujeres Manto Negro, en
la periferia de La Habana, Sonia Garro Alfonso, disidente de barricada y
Dama de Blanco, todavía digiere gradualmente su libertad.

"Me siento mareada. Apenas camino unas cuadras y me canso. Me siento
rara, han pasado muchas cosas en estos dos años y ocho meses que estuve
en la cárcel. Cuando me encarcelaron junto a mi esposo [Ramón Alejandro
Muñoz] nuestra hija era una adolescente de apenas 16 años, ahora es una
joven que ha madurado, obligada por las circunstancias", apunta Sonia.

El jueves 11 de diciembre, un sol tibio no lograba superar el frío
cortante y húmedo que asolaba La Habana. Rayando las 12 y 30 del
mediodía charlé desde mi móvil con Sonia Garro.

Concertamos una entrevista, más bien un recuento de su historia en la
cárcel y de aquel día fatal de la primavera de 2012, cuando un operativo
desmesurado de una brigada antimotines, disparando balas de goma,
irrumpieron en su casa del barrio Los Quemados, en Marianao, para
detener al matrimonio Garro-Muñoz como si fuesen connotados terroristas.

Me llegué a casa de la madre de Sonia, en un callejón estrecho de aceras
destruidas y fachadas que piden a gritos una mano de pintura. En una
vivienda desvencijada y oscura, con paredes cuarteadas y una sala sin
muebles, comenzamos a hablar.

Pero los amigos y las insistentes llamadas a su celular no le permitían
concentrarse. "Dejémoslo para mañana. Por la tarde tengo que ir a casa
de Laritza Diversent [directora de Cubalex, consultoría jurídica
independiente que radica en El Calvario, al sur de la capital]. Creo que
ahí estaremos más tranquilos", acotó.

En la tarde del viernes pudimos reanudar la conversación interrumpida.
Después de un café fuerte y dulce, Sonia Garro charló para DIARIO DE CUBA.

¿En qué situación jurídica te encuentras ahora mismo?

La primera sorpresa fue mi excarcelación, por supuesto. Por mi delicada
salud, el médico del penal le había recomendado a las autoridades que
me
ingresaran en la sala del hospital de la prisión. Incluso en la
mañana
del 9 de diciembre, horas antes de mi excarcelación, desconocía
que me otorgarían la libertad. Conmigo no habló ningún oficial de la
Seguridad del Estado.

La directora del penal me había dicho que me trasladarían a un hospital
civil. Luego, sorpresivamente, me dijo que me concederían
la libertad
condicional. Puso sus reglas. No podía participar en fiestas públicas y
una vez por semana debía acudir a firmar un acta en una unidad policial.
Ella es la directora del penal, pero no es representante de ninguna
institución jurídica. Me trasladaron a casa de mi madre en un auto de la
prisión. Por la tarde fui a la unidad de policía de Marianao y nadie
conocía mi caso. El viernes por la mañana el abogado me contó que en mi
expediente no cuenta el estatus de libertad condicional ni ningún otro.

Todo siempre pareció un montaje muy forzado. Desde tu detención hasta la
suspensión de cuatro juicios. Estabas en tierra de nadie, legalmente
hablando. Pero la cruda realidad era, que a pesar de tanta
incertidumbrelegal, dormías privada de tu libertad en una cárcel de
máxima seguridad y alejada de tu hija. Cuéntame sobre la detención
aquella mañana del 18 de marzo.

Aquel día yo había llegado de la calle y junto a Ramón subimos a la
azotea a tirar volantes en pro de la democracia y los derechos humanos.
Al instante, la cuadra se llenó de paramilitares y tropas élites del
MININT. Irrumpieron en la casa a la fuerza. Nosotros nos defendimos como
pudimos. Me dispararon a mansalva con balas de goma. Me hirieron en una
pierna

y me desmayaron a golpes. Cuando desperté estaba en una unidad
policial.
Luego me trasladaron a una central de investigaciones en 5ta Avenida,
Miramar. Allí estuve quince días. No hubo interrogatorios. Ningún
instructor habló conmigo. De allí fui a parar a Manto Negro.

En 2011 me contaste sobre un ultimátum enviado por la Seguridad del
Estado. Era la etapa donde tú y un grupo de mujeres tenían en jaque a
los servicios especiales con protestas callejeras. ¿No consideras que
estos dos años y ocho meses han sido una represalia del régimen para
amedrentarte?

Por supuesto. Formaba parte del plan destruirme como persona llevándome
a prisión. Recuerdo que en 2011 me llevaron detenida
a una casa de la
contrainteligencia. Tuve que agachar la cabeza en
el auto y tras
innumerables rodeos me condujeron a una residencia ubicada en las
afueras de La Habana. Allí un alto oficial de los servicios especiales,
de manera escueta, me trasmitió un mensaje de las más altas instancias.
'Sonia, o dejas de protestar en la calle o te enjuiciamos. El propio
presidente [Raúl Castro] nos ha dado la orden de terminar ese asunto'.
Cumplieron con su palabra.

Ya en prisión, ¿cómo fue el trato hacia tu persona?

Horrible. Las golpizas fueron constantes. La más violenta fue
la del 6
de agosto de 2013. Fue una paliza brutal. Eran como 14 guardias
golpeándome. Te imaginas cómo salí. Por cualquier motivo me castigaban y
me enviaban a una celda. Son calabozos de dos metros de largo por un
metro y medio de ancho. Los barrotes están tapiados. Hay una letrina
hedionda y una llave de agua que después de la dos de la tarde la abren
para que te bañes. En tiempo de frío la abren a las ocho de la noche.
Duermes encima de una colchoneta que recogen por la mañana. Estuve en
ese tipo de celda de castigo varias veces. De la comida, ni hablar. Una
bazofia. También tuve otros tipos de castigos. Como suspenderme la
visita familiar o no poder hacer llamadas telefónicas a mi familia una
vez a la semana.

¿En el destacamento tuviste incidentes? ¿Cómo fue el trato del personal
médico?

La atención médica en una primera etapa era pésima. Luego llegó un
doctor nuevo, que me brindó un trato humano y correcto. En la cárcel
escaseaban los medicamentos. En prisión se me agravaron mis problemas
renales, de hipertensión y de diabetes. Gracias a la solidaridad de las
Damas de Blanco y del exilio cubano que me enviaban medicamentos y
alimentos, pude tener una alimentación adecuada.

En el destacamento donde estuve recluida, el más peligroso de todo el
penal, nunca trabajé. Incitadas por las autoridades del penal algunas
presas violentas, a cambio de visitas familiares o pabellones
conyugales, intentaron provocarme. En Manto Negro, como en cualquier
cárcel de Cuba, el tráfico de favores de los guardias de prisión y la
corrupción es descomunal. Se trafica con todo. Desde comida y alcohol
hasta drogas.

Contaba el poeta y periodista Raúl Rivero que lo peor de la cárcel son
las noches. Es el momento de pensar en la familia, los hijos, los amigos
que dejaste atrás...

Es cierto, era terrible. Sufría mucho por no poder ayudar a mi hija,
darle una caricia, saber de sus problemas. Elaine [hija de Garro] tuvo
que soportar presiones de todo tipo, igual que mis hermanos. A uno de
ellos, Yunier, lo sacaron de su trabajo. Desde hacía nueve años laboraba
como cocinero y solo por ser mi hermano y ayudarme, un oficial de la
Seguridad, pariente de
uno de sus jefes, lo sacó del trabajo. Todo el
tiempo que estuve presa la policía política trabajó para dividir a mi
familia. No les basta con tenerte encerrada, quieren destruirte como ser
humano.

¿Cuáles son tus proyectos futuros?

Me hace ilusión retomar mi proyecto comunitario para ayudar a niños
pobres y de matrimonios disfuncionales. De momento, el domingo 14 de
diciembre marcharé con mi grupo de las Damas de Blanco en la iglesia de
Santa Rita, Miramar, con mi amiga Berta Soler a la cabeza.

Source: «El domingo marcharé con las Damas de Blanco» | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1418511952_11809.html

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