Cambios
Cuba, una sociedad amaestrada
El limbo legal es un eficaz instrumento para impedir los reclamos
políticos de millones de seres sobrevivientes gracias al robo y la
corrupción del mercado no tan subterráneo
Miriam Leiva, La Habana | 27/04/2012 10:33 am
El cambio en Cuba progresa desde hace varios años en el despertar de las
personas sobre la necesidad de modificar todo lo que afecta su
existencia y la de sus familias. Públicamente quejas y críticas brotan
de una persona y se convierten en diálogos entre desconocidos, lo que no
mucho tiempo atrás era impensable. Quienes participaron entusiastamente
en la llamada revolución, reflejan amargura en los envejecidos rostros y
arrastran sus cuerpos escuálidos por la escasa alimentación lograda con
la mísera pensión que malamente alcanza para sobrevivir. Los padres y
madres de niños y adolescentes transpiran la tensión de la lucha
cotidiana por el sustento de todos, mientras los jóvenes se evaden del
medio asfixiante de sus intereses y aspiraciones, no siempre de forma
sana y ética, en espera de encontrar el modo para escapar al extranjero.
¿Cuáles son los motivos para que tantas dificultades e insatisfacciones
sean asumidas con resignación y eterna espera? No se trata de que los
cubanos no progresen, la tragedia es que avanzan hacia atrás, hacia un
país que nunca existió, porque Cuba hasta la década de 1960 crecía
gracias a su inquisitiva y laboriosa población. Los problemas económicos
y sociales podían haber tenido pronta solución, si el torrente
entusiasta se hubiera guiado adecuadamente. ¿Por qué la mayoría de los
cubanos continúa regalando sus vidas y las de sus familias, cuando no
confían ni creen en quienes dirigen? Posiblemente porque están
amaestrados para obedecer después de 53 años, durante los cuales más del
70 % de la población nació y no ha conocido otras experiencias que el
permanente dictado de acciones y la vigilancia.
En Cuba casi todas las actividades han sido consideradas ilegales,
porque el Estado acapara todos los derechos. La patria se identificó con
el poder absoluto. De tal suerte, en las alocuciones políticas y los
medios se engrandecen los esfuerzos y recursos destinados por "el país"
hasta para los más pueriles asuntos, que el común mortal tiene que
agradecer y honrar. En el curso de los últimos seis años, los máximos
dirigentes se han referido a las miles de disposiciones, reglamentos,
decretos, leyes emitidas, que hasta se contradicen, y la Constitución
prohíbe el trabajo privado y la "explotación" de fuerza laboral, pero ha
sido permitido el trabajo por cuenta propia y la contratación de
empleados. La legislación continúa a la saga. ¿Motivos? Para que las
personas "anden derechas", porque las condenas por matar una vaca,
aunque sea la propia, en ocasiones son superiores a asesinar a un ser
humano. Además, el limbo legal es un eficaz instrumento para impedir los
reclamos políticos de millones de seres sobrevivientes gracias al robo y
la corrupción del mercado no tan subterráneo. La "bolsa negra" se ha
perseguido según las conveniencias del momento, pero en realidad se
estimula como vía para repartir la escasez y garantizar
incondicionalidad. El sistema tiene el mérito de haber destruido los
profundos valores éticos, y creado antivalores, porque el niño que se
cría sabiendo que el padre roba y que no puede decir nada comprometedor,
ve el robo como algo normal y se convierte en un simulador, heredero del
delito, y candidato a preso común.
En esa atmósfera agobiante, durante los dos últimos decenios los cubanos
siempre ingeniosos y ya amantes de los prohibido, elaboraron antenas
clandestinas para captar las transmisiones de la televisión,
fundamentalmente de Miami, llenar de cables el edificio y luego las
cuadras para evadirse en telenovelas, humorismo y musicales,
complementados con los bancos de videos para alquilar esos materiales
muchas veces de dudosa calidad. Con el avance de la técnica, circulan
las memorias flash, los CD y los DVD, muchas veces con productos
críticos de fabricación nacional.
Según ha progresado la conciencia nacional sobre la necesidad de
cambios, e inclusive el oportunismo para no quedarse atrás en caso de
que ocurran, surgió un destape a la cubana, o sea discreto, timorato,
con marcha adelante y hacia atrás, hasta ser más osado y abierto. Va
desde opiniones críticas muy bien fundamentadas por parte de
intelectuales y artistas hasta reggaetones costumbristas, sensatos o
superficiales y groseros. Siempre salpicados de los chistes porque "el
cubano se ríe hasta de su tragedia". Está la contraofensiva oficial que
no alcanza la chispa espontánea ni los análisis certeros de quienes
padecen en carne propia o están sensibilizados por los problemas de los
demás, mientras reprime a los disidentes. Son apreciables las posiciones
de Pablo Milanés, las recientes canciones de X Alfonso, cierto humorismo
y algunas películas.
Sin embargo, todavía la población no sale del caparazón. Las soluciones
se ven con corto alcance y muy centrada en los problemas inmediatos. No
se acaba de comprender que se está perdiendo la única vida, y el deber
consigo, la familia y Cuba de ejercer los derechos ciudadanos. Hasta en
las personas más avispadas y arriesgadas continúa el vocabulario de la
propaganda, y el ego no permite reconocer que otros también pueden abrir
caminos, porque los métodos y las vías de esta etapa bien pueden ser
distintos. Indudablemente para todos, la etapa de transición lenta e
ignota es muy difícil, siempre obstruccionada por la inexperiencia, los
agentes infiltrados y los malintencionados, pero no puede prevaler el
criterio de la exclusividad o pretenderse la imposición de una verdad,
sin comprender que son conceptos sembrados por el totalitarismo. Los
reclamos que deberían ser pacifica, aunque enérgicamente realizados al
Gobierno, se vuelcan aún en el seno familiar y la interacción social. La
violencia doméstica se ha incrementado, mientras son comunes las
reyertas en los ómnibus repletos, luego de largas esperas y colas, los
juegos de pelota o simplemente una mala respuesta en cualquier lugar.
Por su parte las autoridades, que reconocen la necesidad de cambios para
preservar el poder, denotan el enmohecimiento por envejecer
enclaustradas en las alturas, con todas sus necesidades y antojos
resueltos, una inmensa y costosa corte de clientes agrupados en el
partido único, las organizaciones juveniles, los comités de defensa de
la revolución, la Central de Trabajadores de Cuba —que respalda el
desempleo— la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños —que no
impulsa la ejecución inmediata de las medidas imprescindibles para
liberalizar la actividad agraria— y otros, así como la inmensa
burocracia de los ministerios y organismos del Estado. Mientras
prolongan las subvenciones de Hugo Chávez, ni siquiera han podido
emprender reformas similares a las chinas o vietnamitas por más consejos
que de ellos hayan recibido, porque no están dispuestas a permitir
relevos, y aquellos con ideas nuevas tienen miedo a expresarlas
recordando los que siempre ha sucedido a los algo osados.
No obstante, la crisis se complica ante la aceleración del desempleo de
los 1,3 millones de trabajadores, el intenso declive de salarios y
pensiones reales, el aumento permanente de los precios, la negativa a
liberalizar ampliamente el trabajo por cuenta propia y agrícola con
condiciones para su éxito en beneficio privado y de la economía de la
nación, así como la imposibilidad de facilitar la mejoría de las
condiciones de vida de la mayoría del pueblo.
Desde el 24 de abril comenzaron los actos en poblados y ciudades para
festejar el Día de los Trabajadores, con las consignas de "apoyo a la
revolución, la dirigencia histórica y el partido único", que culminará
con el desfile en La Habana el 1 de mayo. ¡Hasta los trabajadores por
cuenta propia asistirán identificados y unidos por primera vez! ¿Cómo no
hacerlo, si podría peligrar la licencia para ejércerlo? La gran
participación no significará apoyo real. Hasta los animales amaestrados,
saltan.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/cuba-una-sociedad-amaestrada-276200
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