Publicado el domingo, 04.29.12
Reconciliación
Xavier L. Suárez
Hace casi dos décadas, su eminencia Jaime Ortega y Alamino nos visitó en
Miami y pronunció varios discursos relacionados con la Iglesia en Cuba,
el exilio doloroso (sobre todo para los mayores de edad que nunca han
podido entender el idioma y las costumbres de Estados Unidos) y el
sufrido pueblo cubano, al cual la Iglesia ofrece meramente la doctrina,
pero no la implementación, en el ámbito cívico, de la doctrina.
En esa ocasión, escribí un artículo en el cual critiqué suavemente al
cardenal. Yo era alcalde de Miami en esos momentos, y francamente me
molestó la omisión, por parte de Ortega, de alguna referencia a los
derechos humanos en sus pronunciamientos.
Y como dirigente cívico, también me molestó la frase que usó el cardenal
para referirse al gobierno de una sociedad. Textualmente, dijo que el
ámbito civil es "acaso necesario", dando la clara impresión de que es
inferior al ámbito religioso.
Me preocupó mucho esa jerarquía de valores, que parecía contradecir a la
doctrina bien claramente expresada por papas y teólogos desde Tomas
Aquino hasta Jacques Maritain, que establece a la sociedad civil como un
ámbito con la misma jerarquía, y la misma "perfectibilidad" que el
ámbito religioso.
Ortega daba la impresión que quería resolverlo todo con el amor y la
comprensión cristiana, como si la justicia no requiriera a veces la
fuerza y el castigo impuesto a los malhechores y a los gobernantes que
ultrajan a las Damas de Blanco y encarcelan a los disidentes.
Me acuerdo que en esos tiempos el querido Luis Fernández-Caubí defendió
a Ortega, rogándome públicamente que le diera algún tiempo para probar
que el si tenía la claridad de mente y entereza de espíritu de
enfrentarse a los verdugos Castro y sus secuaces.
¿Qué pensaría Luis hoy si viera el papelazo hecho por Ortega en Harvard,
cuando divulga confidencias del querido Agustín Román, en las cuales le
aconsejaba no hablar tanto de "reconciliación" y cuando se refiere a los
que buscan refugio en una iglesia como "delincuentes?
¿No se dará cuenta el cardenal que Monseñor Román le daba buen consejo
cuando le indicaba que el tema no es de "reconciliación" entre cubanos
de aquí y de allá, sino de liberación de un pueblo oprimido por el
comunismo ateo, condenado por la doctrina de su propia iglesia? ¿No se
dará cuenta el cardenal que la resistencia cívica, incluyendo los actos
de desafío a leyes injustas, es parte de la tradición de los cristianos
valientes de la historia, a quienes ahora el régimen califica de
"delincuentes"?
Recibí en estos días una llamada de un abogado que era el discípulo
amado de Monseñor Román. Este señor me expresó una gran preocupación por
la dirección que la Iglesia Católica parecía tomar, ahora que Dios se
nos ha llevado a Román. Ahora que no tenemos a Boza Masvidal o a Meurice.
Tiene toda la razón. Estamos huérfanos los católicos.
Pero no estamos huérfanos en el ámbito cívico. Aquí los líderes cívicos
estamos dedicados a implantar la doctrina social de la Iglesia, que pone
como requisito de paz y reconciliación el firme deber de implantar la
justicia, como dice claramente la encíclica Paz en la Tierra de Juan XXIII.
Es una verdad como un templo que todo líder cívico, y todo líder
religioso, tienen obligación de usar los recursos propios para no solo
predicar, sino para hacer realidad la justicia, comenzando, en el caso
de Cuba, por los derechos humanos, y de hacer esto junto a nuestros
hermanos en la isla, con los cuales ya estamos totalmente reconciliados
en espíritu y en amor fraternal.
Comisionado de Miami-Dade.
http://www.elnuevoherald.com/2012/04/29/1189653/xavier-l-suarez-reconciliacion.html
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