Publicado el lunes, 04.30.12
Sin un líder
Alejandro Armengol
Mientras el anticastrismo tradicional de Miami ve al populismo de
izquierda latinoamericano como uno de sus peores enemigos, saluda
entusiasmado a cualquier movimiento en Europa con iguales
características de movilización popular, pero de ideología derechista.
Esta inversión de tácticas y consignas hace que en Miami se alabara a
Silvio Berlusconi y en su momento se expresara admiración por el
gobierno de los hermanos Kaczynski en Polonia. Esto para no remontarse a
décadas atrás, cuando igualmente se mostraba entusiasmo por las
dictaduras militares latinoamericanas.
El bolchevismo derechista europeo encontró su aliado natural en el
trotskismo neocon norteamericano y ambos fueron vistos en esta ciudad
como avanzadas de un futuro, cuando en realidad no eran más que
movimientos políticos que se desarrollan en época de crisis social y
económica.
Sólo que aquí los vaivenes políticos se ven desde una óptica más
tremendista, acorde a una visión que es en esencia totalitaria y que
necesita de la presencia de un "hombre fuerte" para manifestarse. Y ese
es precisamente uno de los problemas que enfrenta el exilio más
derechista de Miami: la falta de un caudillo.
Por supuesto que la otra cara del espejo está representada por la
izquierda tradicional, igualmente fanática e irracional, que postula al
engendro del Socialismo del Siglo XXI, en cualquiera de sus variantes en
los territorios latinoamericanos, como la solución de los problemas
nacionales, lo que no es más que una añoranza de un modelo caduco.
Precisamente lo que tienen en común los populismos de signos ideológicos
opuestos es su carácter reaccionario, que se disfraza de una acción
revolucionaria para intentar un retroceso. Pero en Miami se toma partido
por el populismo de derecha, no sólo sin criticar a ambos, sino también
con una ilusión acorde al viejo deseo de imaginar el futuro de Cuba como
una vuelta al pasado.
Lo peor, para ese exilio tradicional de Miami, es que malgasta sus
limitadas energías en un ejercicio constante de lamentaciones y
resentimientos, cuando en realidad lo que debería hacer, para su
beneficio, es enfrentar su principal problema: la dependencia excesiva
en factores externos para lograr sus objetivos. Pero desde hace años da
la impresión que sólo los caminos más torcidos parecen conducir a un
cambio en Cuba.
Lo que resulta muy difícil es dejarse guiar por un enfoque populista y
al mismo tiempo carecer de líder. Es por ello que en los próximos meses
la campaña electoral por la presidencia de este país podría volverse
candente en Miami, sobre todo si el senador Marco Rubio resulta
seleccionado para la vicepresidencia. Más allá de otros factores que
pudieran influir en la decisión de Mitt Romney y sus asesores, es
indiscutible que la popularidad del senador Rubio está en ascenso en
todo el país, y desde hace rato trasciende lo que podría considerarse un
fenómeno local. De hecho, cuando en las pasadas elecciones legislativas
las televisoras europeas ofrecieron los resultados, uno de los nombres
que se destacó en diversos países fue el de Rubio.
Claro que las razones que llevan a que un político sea destacado tanto
por la televisión casi siempre no tienen nada que ver con la capacidad,
el conocimiento o la dedicación al bien público.
Habrá que ver que pesa más, si el carisma o la experiencia, para citar
solo dos factores que seguro se colocarán en la balanza a la hora de
tomar una decisión, pero es indiscutible que si Romney aspira a triunfar
tiene que hacer lo posible para cambiar los objetivos de su campaña sin
modificar en lo esencial su discurso de apariencia conservadora. Es
decir, si durante las primarias el electorado blanco y mayor de 50 años
llevó la voz cantante en las urnas, se sabe que ello no va a ocurrir en
la elección nacional.
Por otra parte, hay un factor que seguramente va a tratar de aprovechar
el Partido Republicano, y es que el populismo en este país se ha
manifestado con más fuerza en lo que podríamos llamar una derecha
tradicional, con el empuje logrado por el movimiento Tea Party. Cómo
canalizar esa energía sin llegar a los extremos que lleven al rechazo
del electorado medio es el gran reto de los republicanos. Y en este
sentido Rubio ha demostrado sagacidad para la tarea. No hay que olvidar
que durante la campaña la revista del New York Times le dedicó portada
bajo el título "El candidato del Tea Party" y luego el senador ha
conseguido guardar las formas al punto de que nadie lo puede acusar de
ser un extremista o un fanático.
Por otra parte, Romney y su equipo también tendrán que valorar si
compensan o engrandecen algunas de las cualidades que ya de por sí
caracterizan al aspirante a la candidatura republicana. De esta manera,
esa personalidad "plástica" que adapta su discurso a cualquier auditorio
y es más apariencia que contenido –algo de lo cual se han percatado
muchos conservadores–, que caracteriza a Romney, ¿será balanceada o
aumentada, con alguien similar pero mucho más joven?
De la respuesta a esta pregunta depende en gran parte que muchos
exiliados cubanos logren al fin uno de sus sueños, y en el futuro la
esperanza de alcanzar la presidencia de Estados Unidos se convierta en
algo así como un premio de consolación, al no lograr la de Cuba.
http://www.elnuevoherald.com/2012/04/30/v-fullstory/1189675/alejandro-armengol-sin-un-lider.html
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