Que el Gobierno de Cuba se abra a su pueblo
PEDRO CAMPOS, La Habana | Julio 31, 2015
El papa Francisco viene a Cuba en septiembre próximo y todo el pueblo
cubano le dará una afectuosa bienvenida, como ya ocurrió con las dos
anteriores visitas de sus predecesores. Aunque aquí la religiosidad es
diversa y no son pocos los ateos, estarán presentes en sus actividades
católicos y no católicos.
Esta será una ocasión para saludar a un papa latinoamericano que ha
intentado varias reformas en la Iglesia católica, se ha identificado con
los pobres y desposeídos, ha llamado a la explotación por su nombre y,
en tierras latinoamericanas, dijo que "las normas y las leyes, así como
los proyectos de la comunidad civil, han de procurar la inclusión, abrir
espacios de diálogo, de encuentro y así dejar en el doloroso recuerdo
cualquier tipo de represión, el control desmedido y la merma de libertades".
Hoy, como lo quiso el papa Juan Pablo II, el mundo se está abriendo a
Cuba y Cuba se está abriendo al mundo, y en eso ha jugado muy importante
papel este papa latinoamericano, quien medió para que los Gobiernos de
Cuba y EE UU emprendieran un proceso de diálogo que ya permitió la
reapertura de embajadas y el restablecimiento de las relaciones
diplomáticas.
Y este proceso ha sido posible, tanto por la necesidad del Gobierno
cubano de acceder a fuentes internacionales de financiamiento, como por
la necesidad de EE UU de recomponer sus relaciones con América Latina,
afectadas precisamente por la política de aislamiento hacia Cuba.
Sin embargo, lo que más necesitamos los cubanos, los ciudadanos, los de
abajo, los que podríamos no recibir ningún beneficio de esos
acercamientos gubernamentales, es que el Gobierno del país se abra a su
pueblo. A eso quizás pueda contribuir también el papa Francisco, aunque
la fuerza que lo demanda sea más moral y humana que económica.
En este sentido, Espacio Abierto de la Sociedad Civil Cubana, dirigió
una carta a su Santidad, entregada personalmente en la nunciatura de La
Habana, en la que se le solicitaban sus buenos oficios para mediar entre
el Gobierno y la sociedad civil cubana y facilitar un diálogo, como ya
hizo entre las autoridades cubanas y estadounidenses.
A la sociedad cubana le urge este diálogo nacional al que han llamado
distintas fuerzas políticas y sociales en los últimos años, pues existe
una difícil situación interna que, desgraciadamente, pudiera complicarse
por la resistencia del Gobierno a reconocer el pensamiento diferente y
su insistencia en reprimir sus manifestaciones.
Hoy, el oficialismo sigue discursando y actuando como en ciudadela
sitiada −¨toda disidencia es traición¨−, al tiempo que se hace evidente
que las propias políticas gubernamentales son las que impiden la
democratización de la sociedad, el avance de las fuerzas productivas y
el desarrollo de las relaciones de producción libres, de carácter
autogestionario, que caracterizarían la nueva sociedad postcapitalista,
concomitantes con la doctrina social de la Iglesia.
Cuba vive un momento trascendental por la coincidencia de tres factores
importantes: el declive natural de las figuras que hace más de medio
siglo gobiernan el país, el fracaso del modelo estatalista asalariado,
políticamente manejado de forma centralizada, y el cambio de política
hacia Cuba de la administración Obama. De la combinación de estos
factores, Cuba puede salir fortalecida como nación o derivar hacia la
consolidación del autoritarismo.
Mucho dependerá del acceso que el pueblo logre al autogobierno y la
autosustentación, por lo cual es de primera importancia que el actual
Gobierno, hoy abierto únicamente a las propuestas del Partido Comunista,
se abra a todas las formas políticas del pensamiento y del actuar
económico y social.
Si como consecuencia de la combinación de esos factores quien sale
fortalecido es el capitalismo monopolista de Estado en alianza con el
capital extranjero, el gran ganador aparente será el autoritarismo
militarista presente, pero al costo eventual de una anexión virtual
económica y geopolítica al gran vecino del norte, que sería el garante y
motor financiero del autoritarismo.
Si la resultante es el avance de un proceso de democratización de la
política y la socialización de la economía, la prosperidad y el
bienestar para todos los cubanos −y consecuentemente el futuro de la
nación− estarían garantizados, ayudados por las nuevas coyunturas
internacionales.
El papa puede ahora poner otro granito de arena, o quizás echar una
dosis de sedimento, en el buen camino de la nación cubana y ayudarnos a
todos a entender la necesidad del diálogo y las políticas del bienestar
común que propicia la doctrina social de su Iglesia.
Bienvenido a La Habana, papa Francisco.
Source: Que el Gobierno de Cuba se abra a su pueblo -
http://www.14ymedio.com/opinion/Gobierno-Cuba-abra-pueblo_0_1825617432.html
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