Nacionalismo y poderes autocráticos: una peligrosa estrategia
La crisis fronteriza colombo venezolana tiene un sospechoso hálito de
inspiración castrista
lunes, agosto 31, 2015 | Miriam Celaya
LA HABANA, Cuba.- A medida que se incrementa la crisis de la frontera
colombo-venezolana, atizada por las arengas chovinistas y xenófobas del
presidente venezolano, los representantes de las FARC que toman parte en
el diálogo de paz acaban de declarar desde La Habana su incondicional
apoyo a Nicolás Maduro en esta "lucha contra el paramilitarismo".
Así lo ha divulgado en Cuba el Noticiero Nacional de Televisión (NTV),
en su emisión vespertina de este viernes, 28 de agosto, tras un
tendencioso comentario "informativo" que daba cuenta de la marcha de
"miles de Venezolanos" por las principales avenidas de Caracas hasta el
Palacio de Miraflores, dando apoyo a su presidente por el cierre de la
frontera con Colombia en el estado de Táchira.
"Venezuela exige respeto" ha sido la consigna de esta marcha que –según
el NTV– tuvo como objetivo el "apoyo a los colombianos contra el
paramilitarismo y el contrabando" del que son víctimas en esa región, en
la cual "se han desmantelado miles de locales utilizados como almacenes
por los contrabandistas y como refugios de los paramilitares".
Huelga decir que la posición de las FARC legitimando el atropello contra
sus compatriotas resulta –al menos– coherente. No podría esperarse otra
declaración de una organización cuyos métodos de lucha son las guerras,
la intimidación a civiles, los secuestros y los asesinatos, que ha
utilizado el mercado de las drogas para la adquisición de armas y para
el lucro de sus dirigentes, y que aún hoy, a contrapelo del proceso de
diálogo que debería conducir a la paz en Colombia, comete ataques
armados contra efectivos del ejército regular colombiano. Las FARC no
demuestran respeto alguno por las vidas de sus compatriotas de la
frontera de Táchira, como no lo sienten por el pueblo colombiano.
Bandidos de monte, al fin y al cabo, sienten un profundo desprecio por
la vida humana.
Mientas, la divulgación de una crisis que muchos consideran como una
estrategia engañosa de Nicolás Maduro para declarar eventualmente un
estado de excepción y anular las elecciones parlamentarias que deberán
celebrarse en Venezuela en diciembre próximo, ha sido casi nula en los
medios oficiales cubanos, aunque el NTV la ha mencionado como si la
opinión pública nacional estuviese al tanto de los acontecimientos y se
diese por sentado que los cubanos también apoyamos al gobierno de
Venezuela en esta nueva estrategia por recuperar algo de credibilidad
entre los venezolanos, aunque sea al precio de sumar un nuevo conflicto
al ya complejo panorama político de ese país.
Hasta el momento, el monopolio de prensa castrista no ha hecho mención
alguna sobre los métodos violentos y humillantes utilizados por
efectivos del ejército "bolivariano" contra los miles de residentes
colombianos asentados en este segmento de la franja fronteriza
venezolana, a la destrucción de sus hogares y al despojo de sus bienes.
El drama de las familias, incluyendo a decenas de menores de edad que
están sufriendo las secuelas de estas jornadas de horror, tampoco se
reflejó en los medios oficiales cubanos.
La imagen que se ha ofrecido sugiere que varios miles de forajidos
colombianos y sus familias, dedicados al contrabando, se habían asentado
en la zona fronteriza para saquear la riqueza venezolana y dañar a la
revolución bolivariana. Contrabandistas que –por supuesto– cuentan con
el apoyo del ex presidente colombiano, Álvaro Uribe, y de las fuerzas
políticas más reaccionarias de Estados Unidos.
Manipulación del nacionalismo como sustento del populismo
Esta trama bolivariana, sin embargo, guarda un sospechoso parecido con
las urdidas por los camajanes de verde olivo del Palacio de la
Revolución cuando han querido espolear un nacionalismo a ultranza que
les permita enmascarar los conflictos internos o distraer la atención
internacional. Práctica ésta que no es una innovación de los hacendados
antillanos, sino que ha sido profusamente utilizada por los poderes, y
en particular por todas las dictaduras, más allá de su color ideológico.
Lo peor, sin embargo, es que casi siempre este recurso funciona y logra
movilizar en el ardor patriotero a amplios sectores sociales, incluyendo
una buena parte de los que no simpatizan con el poder. Los ejemplos
huelgan. Baste recordar la Guerra de Las Malvinas, en 1982, cuando la
debilitada junta militar argentina, entonces encabezada por el general
Leopoldo Galtieri, lanzó un ataque contra ese territorio, bajo
jurisdicción británica, tratando de canalizar la crisis económica y
social interna a través del conflicto armado con una potencia extranjera
que la superaba sobradamente. Las consecuencias fueron fatales para los
argentinos, que sufrieron cuantiosas pérdidas de vidas y materiales, e
igualmente tras dos meses de contiendas acabaron firmando una rendición
incondicional ante Gran Bretaña.
La progresía argentina de hoy parece no recordar que en aquellos tiempos
el dictador de izquierdas y subordinado de la URSS, Fidel Castro,
ofreció su rotundo apoyo a la junta militar argentina… Que
afortunadamente para los cubanos no lo tuvo en cuenta.
En Cuba, las convocatorias patrioteras han estado a la orden del día en
el último medio siglo, lo mismo para entrenar y apoyar guerrillas en el
extranjero que para movilizar a las masas contra el enemigo imperialista
y "los mercenarios" internos. Cualquier recurso puede resultar útil a
los poderes para despertar el espíritu del clan y hacer que las masas
olviden la incapacidad administrativa de los gobernantes: desde el
atentado terrorista a un avión en pleno vuelo o una bomba que estalla en
un hotel en circunstancias nunca suficientemente esclarecidas, hasta un
niño náufrago a la deriva en el Estrecho de la Florida. Se trata de una
dramaturgia de gama amplia y consiste esencialmente en tocar la fibra
más sensiblera y nacionalista que subsiste como un gen atávico en toda
comunidad humana. En todos los casos, la manipulación de la prensa
oficial ha sido fundamental para incidir sobre la opinión pública,
solapando las raíces de los conflictos y privilegiando los efectos.
Tal es ahora la estrategia del mandatario venezolano, cuya discapacidad
funcional al frente de esa nación ha conducido a una crisis
socioeconómica de incalculable magnitud para Venezuela.
Llama sospechosamente la atención que el conflicto se manifieste
utilizando a Colombia como pretexto y no al eterno villano de
Latinoamérica. EE UU. Quizás el topo de Miraflores ha sido instruido
sobre la importancia de evitar una crisis frontal con el poderoso
enemigo mientras se está desarrollando el proceso de normalización de
relaciones entre esa potencia "imperialista" y Cuba, que tanto urge a
los intereses de los ancianos del Palacio de la Revolución. El pupilo
suramericano, entonces, bien puede limitar el conflicto a la zona
fronteriza con Colombia, para no poner a los mentores en una situación
demasiado comprometida. En definitiva, ante una realidad tan volátil
como la que vive Venezuela debería bastar una escaramuza diplomática con
el vecino para dictar el estado de excepción que sirva a Maduro para
evitar unas elecciones que –a juzgar por los resultados de las
encuestas– se le anuncian adversas.
Pero, aunque los tiempos han cambiado y es más fácil desenmascarar las
viejas triquiñuelas de los poderes, no por ello resultan menos
peligrosas las dictaduras populistas. Despertar el genio del clan en
medio de una crisis general como la que vive Venezuela puede tener
consecuencias nefastas para las aspiraciones democráticas de ese país y
de la región. Una lección que hemos aprendido de la peor manera los
cubanos, a quienes el abuso del nacionalismo ha acabado despojándonos
del sentido de Nación.
Source: Nacionalismo y poderes autocráticos: una peligrosa estrategia |
Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/nacionalismo-y-poderes-autocraticos-una-peligrosa-estrategia/
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