Monday, June 8, 2015

Modificaciones y ajustes que no ayudan a la democracia en Cuba

Modificaciones y ajustes que no ayudan a la democracia en Cuba
Es indiscutible que la Ley de Ajuste Cubano ha caído en una zona que
linda entre la obsolescencia y la inutilidad
lunes, junio 8, 2015 | Miguel Saludes

MIAMI – Un proyecto para modificar la Ley de Ajuste Cubano o medidas que
impidan facilitar las recientes disposiciones sobre flexibilización de
viajes a Cuba son las primeras acciones de quienes se oponen a los
cambios de la política entre Estados Unidos y la vecina isla. Propuestas
como las de obstaculizar travesías que sobrevuelen, atraquen e incluso
toquen terreno próximo a propiedades en litigio por reclamaciones, habla
más de intereses que nada tiene que ver con valores democráticos y la
búsqueda de soluciones que pongan fin a un conflicto donde el único y
verdadero perjudicado ha sido el pueblo sencillo.

Es indiscutible que la Ley de Ajuste Cubano ha caído en una zona que
linda entre la obsolescencia y la inutilidad. Peor aún de clasificar es
la práctica conocida como Pie seco y pie mojado, que por un lado
devuelve a emigrantes recogidos en el mar y por otro acepta a quienes
cada vez más y desde diversos lugares, llegan a territorio
norteamericano sin mojarse siquiera un dedo. Lo hacen atravesando miles
de millas terrestres y pagando cuantiosas sumas en dólares a una bien
estructurada organización ya conformada por nacionales cubanos radicados
en el exterior, que al menos garantizan la integridad de sus
compatriotas en ese difícil objetivo que resulta alcanzar el Dorado
estadounidense.

Y si algo hay que erradicar es precisamente esa política de competición
que llena bolsillos a emergentes mafias de traficantes humanos que nada
tiene que ver con la democracia y menos con llevar la libertad a los
cubanos mientras pone énfasis en la solución por escapismo.

Otro aspecto que ha puesto a La Ley de Ajuste en entredicho trata de su
aplicación para supuestos casos de refugiados y disidentes quienes
acceden a este beneficio por diversas vías, en las que no se excluye la
corruptela que significan pagos en moneda o en especie para obtener los
avales que certifican una falsa participación en la lucha pro
democrática, un inexistente estado persecutorio y el consecuente peligro
de ir a la cárcel. Por poner un ejemplo el de un aspirante que consiguió
el reconocimiento de refugiado mostrando un documento acreditativo
imposible de verificar y la copia de una multa de 600 pesos cubanos, que
según sus propias palabras era el resultado de pescar ilegalmente en una
reserva natural.

Desde Cuba se emiten criterios y juicios de gente que ya se atreven a
opinar para un medio independiente a pesar de recelos y temores. De
ellas cabe destacar dos. Una apunta al peligro de una "libialización" de
la cercana Cuba y las consecuencias que ello traería para la seguridad
nacional norteamericana. "La gente, para que no le nieguen la entrada a
EE.UU., hará cualquier cosa con tal de calificar como disidente. Lo
mismo matar a un policía, pintar carteles o tirar papelitos en la calle
contra el gobierno."

La otra opinión, con menos tremendismo, expone una realidad: "Si hay
relaciones y embajadas, se supone que no tiene lógica la Ley de Ajuste.
Súmale a eso que vienen ferris desde La Florida. La parte complicada es
que, cada vez que (el gobierno) aprieta el zapato, la ley le saca
presión a esta isla. Mijo, la verdad es que, sin ley de ajuste, explota
la olla y una situación social inestable a 90 millas es un lío para la
seguridad nacional de los americanos."

Si obsoleta resulta la Ley de Ajuste absurdas son más aún las razones
expuestas para mantenerla bajo ciertas reformas. Una de ellas sería que
los beneficiados solo puedan ir a su patria pasados cinco años. O sea
cuando pueden optar por la ciudadanía norteamericana que les otorga el
derecho de haber alcanzado el tiempo prescrito por su condición de
residentes. Es aquí precisamente donde radica el maquiavelismo de unas
intenciones que dicen velar por la libertad del pueblo cubano cuando la
intención de los que legislan ahora es precisamente evitar que los
ciudadanos norteamericanos visiten Cuba. Claro que a los cubanos, sus
cuasi compatriotas legisladores les dejarían la opción de seguir siendo
residentes sin aclarar a que situación se expondrían si decidieran
viajar a su país de origen, en el caso hipotético de que las cosas entre
ambas orillas retomaran el curso del enfrentamiento.

No se conoce en esta parte una política tan extraviada donde el rechazo
hacia un gobierno totalitario haga que los que tienen origen en ese
sitio impongan a los suyos cargas de limitaciones y embargos. No lo han
hecho ni los venezolanos con sus compatriotas inmersos en una enrarecida
atmosfera cada vez más autoritaria, ni en su día lo hicieron los
chilenos que huyeron ante el espanto de las torturas y desapariciones o
los nicaragüenses en los tiempos del Sandinismo autocrático. Por cierto
tampoco ellos pidieron embargos económicos contra sus pueblos.

Tampoco es justo culpar a Obama de haber legitimado al régimen que
gobierna en Cuba desde hace más de cincuenta años. Esa legitimidad se la
otorgan los organismos internacionales que le reconocen desde el inicio
y más de cien naciones que mantienen relaciones diplomáticas a todo
nivel, incluyendo las de tipo consular, a lo largo de todos estos años.
No se puede obviar el reconocimiento que le dieron desde el mismo
Estados Unidos nada más arribar al poder y más tarde desde diversas
administraciones que trataron de consumar acuerdos que no llegaron a
prosperar.

Por tanto el problema no es dar ilegitimidad a lo que de alguna forma la
tiene sino de cambiar el curso de los acontecimientos. Y para ello se
requiere de mucha visión y valor. Tanto como los que en su día tuvo el
gobierno republicano de Richard Nixon para abrir relaciones con una
China comunista que no ha dejado de cometer atropellos de toda índole
(por estos días se cumplen 26 años de Tianamen), o el acercamiento en
franca alianza con Vietnam, gobierno para nada afecto de la democracia y
los derechos ciudadanos.

En el caso de Cuba se abren posibilidades que no convienen ignorar. Un
momento que debe aprovecharse para seguir abriendo un muro que se
deshace a ojos vista y al que no debe ponerse remiendos para que
mantenga su dudosa solidez. La restructuración de la valla solo ayuda a
quienes ya protestan al presentir que los tiempos "de gloria" están
terminando. Y no por la violencia ni la imposición extranjera sino por
el camino de una política de acercamiento y de reconciliación entre las
dos orillas, y sobre todo entre cubanos.

Los peligros existen ciertamente pero poco se consigue poniendo cercados
de por medio o levantando puentes. Los puentes levadizos, las cercas y
los muros son una especialidad de los dictadores y totalitarios. Nunca
de los que aspiran a la libertad y a la democracia.

Source: Modificaciones y ajustes que no ayudan a la democracia en Cuba |
Cubanet -
http://www.cubanet.org/colaboradores/modificaciones-y-ajustes-que-no-ayudan-a-la-democracia-en-cuba/

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