Tuesday, May 19, 2015

Los herederos

Los herederos
CAMILO LORET DE MOLA | Miami | 19 Mayo 2015 - 10:02 am.

Anunciado para 2018 su retiro oficial, Raúl Castro está obligado a
seleccionar un heredero que responda a sus intereses.

Raúl Castro tiene anunciado su retiro oficial para febrero de 2018, un
año y cuatro meses después de las elecciones presidenciales
norteamericanas y un año después de que termine el mandato del
presidente Barack Obama. Pero al calor de los cambios ocurridos en los
últimos meses, esta declaración del actual presidente cubano debería
reconsiderarse.

Si la cúpula de poder quiere preservar el status alcanzado con el actual
Gobierno de Obama debe esforzarse en "ponérsela fácil" a la próxima
administración norteamericana. Raúl debe irse antes, tratar de no ser el
gobernante cuando arrecien las campañas presidenciales y los debates
entre candidatos en Norteamérica.

Sin embargo, abandonar el trono es muy difícil, más si en el horizonte
parece vislumbrarse la primera visita de un presidente norteamericano a
Cuba.

Los asesores de Raúl, si es que los tiene, deben insistirle en asumir
esta decisión adelantada, porque las condiciones actuales son totalmente
diferentes a las de 1980, cuando el presidente Ronald Reagan respetó los
acuerdos de Jimmy Carter y mantuvo las secciones de intereses en ambos
países y los viajes de "la comunidad" a Cuba.

Raúl puede comenzar un retiro parcial, renunciando a su cargo de primer
secretario en el próximo congreso del Partido, en 2016, o al rango de
presidente en la próxima sesión de la Asamblea Nacional, a finales de
este año.

En ambos casos estará obligado a seleccionar un heredero, nombrar a una
persona, un rostro que responda a sus intereses, inclusive con el riesgo
de que su hermano mayor interfiera, reflexione y hasta critique.

El único varón

Raúl siempre ha defendido al Partido Comunista como el único heredero
posible, al estilo de la Unión Soviética o el PRI mexicano. Pero desde
su llegada al poder alterna su discursos partidistas con el otorgamiento
de un protagonismo inusual a los miembros de su familia: dos hijos, un
nieto y un yerno del General se encuentran apostados en el infield desde
hace varios innings y amenazan con robarse el home, al mejor estilo de
los Somoza y los Duvalier.

Dentro de todos ellos el coronel Alejandro Castro Espín parece el
candidato con mayores posibilidades. Ya cuenta con silla en primera fila
del Parlamento, ofrece entrevistas a nivel de mandatario y garantiza su
aparición en eventos importantes, como el regreso de los espías y el
encuentro de su padre con el presidente Obama.

Recientemente, cuando Raúl se reunió el Papa Francisco, aprovechó el
momento para presentarlo ante el mundo como el delfín de los Castros,
"su hijo menor", "el único varón"...

Alejandro está siendo sometido a una sobreexposición mediática que puede
no estar dando los resultados que esperaban: el candidato luce un
disfraz viejo, al estilo del comisario político de los años 70, con
"teques" ideológicos en los que acusa a los norteamericanos de toda la
debacle cubana y al capitalismo de ser el lobo feroz.

El Coronel parece ignorar que el futuro del país depende de las
relaciones comerciales con Estados Unidos y que la mayoría de los
cubanos prefieren al presidente Obama antes que a Fidel y Raúl.

Alejandro inspira miedo, encaja mejor como un fanático represor de
segunda línea, al estilo Lavrenti Beria o Machado Ventura, que un
político a lo Mijaíl Gorbachov o Nikita Jrushov.

Seguro quedará plantado en el Parlamento o el Buró Político, pero más
como una amenaza que como legislador. Será el "garganta profunda" de
Raúl, el recordatorio de que el General se fue pero sigue al mando.

Es de esperar que una vez sin Raúl, los dirigentes cubanos traten por
todos los medios de cerrarle las puertas a Alejandro, evitar que pueda
calzarse las botas de dictador y jugar a la Bloody Mary del Caribe,
émulo de aquella reina demente y vengativa que alguna vez sufrieron los
ingleses.

El favorito de los nietos

Raúl Guillermo Rodríguez Castro es la sombra de Raúl, su nieto
preferido, un ayudante con tanto poder que no duda en arrebatar de las
manos del canciller el teléfono celular de su abuelo en medio de la
Cumbre de las Américas, o desatender las indicaciones del general
Francis (jefe de la dirección de Seguridad Personal), ante las cámaras
de la prensa mundial en pleno Vaticano.

Pero es solo eso, un asistente majadero, el mensajero por "selección
divina" que lleva recados y boletas a Fidel, un tipo sin discurso,
alguien que debe eclipsarse junto con su abuelo. Raúl se lo llevará a su
retiro y lo volverá incorpóreo con su muerte.

El nieto no llega, no puede, quizás quiera, pero no tiene con qué.

Los hijos de Dalia

En enero de 1959, un Fidel Castro en piyamas aprovechó la primera
oportunidad para presentar a su hijo Fidelito, con perro y todo, ante el
periodista Edward R Murrow. Veinte años después se negaba a contestar
las preguntas que sobre su familia le hiciera Barbara Walters. No
existían, era solo él.

Sus hijos debieron esperar por más de 40 años, a que su padre enfermara,
para salir en tropel del ostracismo a que estaban condenados y tratar de
recuperar el tiempo perdido.

Hoy se les ve metiendo cabeza en el universo de los negocios, cazando
contratos de las Grandes Ligas de béisbol, deseando Mc Donald's en La
Habana, buscando socios en terceros países.

Estos nuevos personajes han terminado pareciéndose más a los hijos de
Muamar Gadafi y Sadam Hussein que a los descendientes de Kim Il Sung.

Pero no compiten por el trono, Cuba les queda chiquita, quieren el
mundo, no la ínsula devastada. Quieren dólares, no diplomas y charreteras.

Jose Raúl "Chapablanca"

A Fidel Castro Díaz-Balart, o Fidelito, le está pasando lo mismo que a
muchos príncipes herederos de la historia universal: el regente, (su tío
Raúl), le está usurpando el trono para favorecer a los suyos.

Fidelito se paseó en un jeep descapotado por toda La Habana para
recordar el 50 aniversario de la entrada triunfal de Fidel en 1959. Ese
show lejos de acercarle al sitial lo alejó más, aquella barba y aquel
uniforme olían a "Periodo Especial", a desastre económico y al
descalabro social que impuso su padre con mano dura.

Actualmente Fidelito no es nada, no existe desde que el propio Fidel lo
destituyó hace más de 20 años por malos métodos de dirección en el
Instituto de Energía Nuclear.

Para colmo de males sus apellidos y conexiones familiares no aportaron
nada el acercamiento con Estados Unidos.

Durante toda su vida, (dicen que por seguridad), no ha podido valerse de
su nombre, todos lo conocen por José Raúl. Cuando pudo pasearse en un
auto con placa de ministro, los jodedores aprovecharon el color de las
matrículas de los dirigentes, buscaron rimas con el ajedrecista famoso y
le sancionaron con el apellido de "Chapablanca".

Hoy sigue condenado a ser José Raúl, pero con chapa amarilla, como todos
los conductores comunes, buscando espacios donde colar su protagónico,
demasiado viejo para competir con sus mediohermanos, cazando momentos
con Paris Hilton en algún que otro evento ocasional.

El Partido

En cualquier escenario posible el Partido Comunista es el único
candidato que puede asumir el poder inmediatamente, inclusive como
testaferros temporales o como correveidiles de Raúl.

Los dirigentes partidistas de hoy, llámense Díaz-Canel o Murillo Jorge,
son en su mayoría civiles, quedan muy pocos generales en activo, pero
esta nueva correlación no ha cambiado su esencia, siguen iguales de
cabizbajos y temerosos de la ira de los "líderes históricos".

Ellos serán los responsables de los nuevos rumbos, tendrán que competir
contra los aspirantes a caudillo, saber imponerse a los designios que
les lleguen desde el retiro a medias de sus antiguos jefes.

También serán los herederos del desastre, de la constante caída en
picada y hasta del inevitable final.

Source: Los herederos | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1431927316_14623.html

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