Timadores del arte conceptual
Aplaudidos por los incautos y los ignorantes que quieren pasar por
cultos y sofisticados, nadan como los peces en las aguas revueltas del
esnobismo, la pedantería, la extravagancia y la fatuidad
sábado, mayo 30, 2015 | Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba. – Últimamente, y en especial en estos días, en que se
celebra en La Habana la Duodécima Bienal, se oye hablar mucho del arte
conceptual. Aquél donde importa más el concepto, la idea, que la obra de
arte en sí, que puede no pasar de las palabras. O mejor, de la
palabrería. Porque en muchos casos es solo eso.
Nada que ver con Kosuth, Duchamp, Klein o Raushemberg. Si saben de
ellos, si los han oído nombrar, solo les sirve para citarlos. Y epatar a
costa de ellos.
Hablar de ideas y conceptos, está bien. Pero, ¿acaso toda obra de arte,
antes de serlo, no fue una idea, un concepto?
Si la obra no pasa de la idea, o si esa idea es convertida en una línea
de producción en serie de artefactos y payasadas para vender, se
convierte en argucia, tergiversación, impostura, pillería pseudo-artística.
Los charlatanes del arte conceptual, sin una obra detrás, solo la idea
de ella, recuerdan a esos escritores -¡conocemos tanto!- que tienen la
cabeza llena de tramas y sub-tramas que cuentan a todo el que les da un
chance, pero que nunca se han animado a escribir su primer libro, o al
menos un cuento. Ah, pero tienen la intención. Palabra mágica en estos
tiempos, capaz de sustituir con creces a las acciones. ¡Que no va a
suplantar al arte o a lo que entendemos por tal!
¡Ni Kcho! Al menos él, en su estudio en El Romerillo pinta o construye
botes y balsas o lo que se le ocurra o le encarguen, además de balbucear
guturales loas al Comandante y al General, entre una gozadera y la próxima.
Los mueleros del arte conceptual, ni eso. El discurso les sirve para
disfrazar la falta de talento, su incapacidad. Sin claridad de ideas ni
un bagaje intelectual que los sustente, en el vacío casi absoluto,
hablan de proyectos y más proyectos. Enrevesados, difusos, costosos,
pero atrevidos, irreverentes, cuestionadores, eso sí, sin ser demasiado
directos en la crítica, para que les permitan la exposición y que no se
las cierren.
Y si hallan mecenas cándidos y generosos, preferiblemente extranjeros,
de esos que vagan por el Tercer Mundo en busca de algo irrelevante en
qué gastar su dinero, mejor.
Al final, es lo que buscan con sus proyectos: dinero y viajes al
exterior. Y argumentarán sobre los materiales que no hay o cuestan
mucho, el embargo norteamericano, la situación del país, la
globalización capitalista, los meridianos culturales tan alejados de
nuestra latitud, etc.
Como dirán que en el postmodernismo ya no queda nada por inventar, los
que se pintan de conceptualistas echarán mano a lo que encuentren a su
paso para parodiarlo, desmenuzarlo, despanzurrarlo. Todo en nombre de
sus proyectos, que no pasarán, si acaso, más allá de la artesanía cara,
el marketing para ella y la autopromoción.
Es la corrida de los timadores, los mueleros, los impostores disfrazados
de artistas y los funcionarios que les siguen el juego. Aplaudidos por
los incautos y los ignorantes que quieren pasar por cultos y
sofisticados, nadan como los peces en las aguas revueltas del esnobismo,
la pedantería, la extravagancia y la fatuidad.
Se precian de dinamitar las convenciones y los constructos culturales.
Pero a su paso, si es que consiguen pasar, si algo dejan, es solo
cascajos. Y mierda. Pura mierda. Como la que distribuía en latas a su
público Piero Mazoni allá por 1961. Pero al menos Mazoni era sincero, no
trataba de dar gato por liebre y llamaba justo por su nombre a aquello
que vendía por su peso en oro: Mierda de Artista.
luicino2012@gmail.com
Source: Timadores del arte conceptual | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/timadores-del-arte-conceptual/
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