Pablito, ¿qué podemos hacer?
Llama la atención de sus recientes declaraciones su tesis sobre la
posibilidad de que la entrada masiva de capitales del otrora enemigo
"destruya lo poco que queda de la ciudad"
viernes, mayo 29, 2015 | Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba. – El célebre cantautor cubano, Pablo Milanés tiene todo
el derecho a dudar de las intenciones de la Casa Blanca en el
acercamiento al gobierno de la Isla.
Su rechazo al establishment estadounidense se mantiene desde aquella
rebeldía juvenil que tenía como telón de fondo la guerra de Vietnam, la
instalación de los misiles nucleares en La Habana como parte del
forcejeo político entre Washington y Moscú y el fervor revolucionario
que en lo interno trasmutó a un populismo ultranacionalista que nos legó
estas tempestades.
Lo que la llama la atención de sus recientes declaraciones para una
televisora chilena es su tesis sobre la posibilidad de que la entrada
masiva de capitales del otrora enemigo "destruya lo poco que queda de la
ciudad".
De no existir errores en la transcripción de la entrevista, la opinión
del trovador es simple y llanamente un soberano disparate.
Si bien da un parte de los destrozos, por supuesto que pasando por alto
referencias sobre el santo y seña de los culpables y cómplices, resulta
difícil entender la hipotética intención de los inversionistas
norteamericanos en correr las fronteras de la debacle material. Ellos
están llamados a convertirse en los principales barredores de las ruinas
que el socialismo ha sembrado en las 16 provincias del país.
Lo que debería preocupar son las talanqueras de Raúl Castro y su
reticencia a removerlas con prontitud para que comience, parafraseando a
Milanés, el Plan Marshall. No hay porque lamentarse de la invasión de
dólares, tecnología, alimentos y recursos de todo tipo para adecentar
una existencia que con el tiempo ha llegado a parecerse a la de los cerdos.
El autor de canciones que quedarán para siempre en el imaginario
popular, acierta cuando afirma que los cambios pudimos haberlo hecho
nosotros mismos sin la intervención de la superpotencia. Su razonamiento
adquiere mayor vuelo cuando dice que el Estado siempre nos negó esa
posibilidad.
Al margen de las coincidencias y desacuerdos con su discurso, no se
puede negar que dentro del gremio oficial él ha sido uno de los más
críticos frente a realidades que desde la coherencia y el pudor son
imposibles de justificar.
Es probable que en la alusión que consideré desafortunada, haya en sí
una metáfora para ilustrar la destrucción de los restos de la identidad
nacional con el arribo de la acaudalada parentela del Tío Sam. Si es así
me sumo a sus preocupaciones. De todas formas, el mal está hecho y con
un esmero que da grima.
Pablito, ¿qué podemos hacer?
Creo que muy poco en un escenario de postguerra, donde los valores
éticos y morales se fueron a bolina sin dejar fuera del inventario los
derrumbes, la falta de agua, el hambre, los salarios de miseria y la
idea fija de escapar hacia cualquier rincón del orbe.
Yo conozco quienes ordenaron los indiscriminados bombardeos.
Precisamente hace un par de días vi a dos de ellos en las páginas del
diario Granma.
oliverajorge75@yahoo.com
Source: Pablito, ¿qué podemos hacer? | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/pablito-que-podemos-hacer/
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