Tuesday, May 26, 2015

“Hay que entender de una vez y para siempre que la diversidad no hace daño”

"Hay que entender de una vez y para siempre que la diversidad no hace daño"
Hablamos con el artista cubano Yasek Manzano sobre su pasión por el jazz
y el futuro de la música en la Isla
LUZ ESCOBAR, La Habana | Mayo 25, 2015

Virtuoso y atrevido serían dos buenos adjetivos para describir al músico
cubano Yasek Manzano. Nacido en 1980 en Marianao, este trompetista ha
compartido escenario con grandes de la música como Celia Cruz, Arturo
O´Farrill, Bobby Carcassés, Los Van Van, Irakere y la banda británica
Simply Red. 14ymedio pasó con él la tarde del sábado en su casa en La
Habana, donde compartió con nosotros su pasión por el jazz y algunas de
sus ideas sobre la educación musical entre otros temas.

P. El último Festival de Jazz de la Habana coincidió con el anuncio del
restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos ¿Cómo se
vivió la noticia entre los músicos?

R. Con gran positividad. Yo había estado un día antes en concierto con
Arturo O´Farrill y eso fue parte del proyecto La conversación continúa,
que parte del intercambio que comenzó con el viaje de Dizzy Guillespie a
Cuba hace unos años y de su colaboración con músicos cubanos. En ese
momento ya estaba colaborando con Chano Pozo que vivía en los Estados
Unidos, también con Paquito D'Rivera, Arturo Sandoval y Gonzalo
Rubalcaba. Desde aquel tiempo siempre ha habido un vínculo, una
conversación, entre la música norteamericana y la cubana como un solo
idioma, una sola lengua artística y espiritual.

Entonces, inspirado en esa idea, O´Farrill nos convocó a algunos músicos
cubanos para hacer un disco, entre ellos a Alexis Bosch y Michel
Herrera. Grabamos en los estudios Abdala y el álbum va a salir en agosto
próximo con el título justamente de La conversación continúa. Ahora
hemos hecho el lanzamiento del disco en Estados Unidos y es una manera
de continuar, de darle un seguimiento a esa conversación que ya había
surgido desde antes entre los músicos de aquí y de allá.

P. ¿La escena musical se beneficiará de ese acercamiento?

R. En un concierto que hicimos en Nueva York tuvimos un conversatorio
acerca de este tema, no solo el artístico sino también desde el punto de
vista político y cultural. Nos enfocamos en la esperanza que ha generado
el anuncio, y el público cubano y norteamericano que estuvo ahí se veía
muy motivado. Se creó un ambiente muy emotivo acerca de la positividad
que estaba surgiendo producto de estos cambios y lo que eso puede
contribuir al enriquecimiento cultural de ambos países y a su comunicación.

P. El dúo que usted protagonizó junto a O´Farrill, interpretando Siboney
del cubano Ernesto Lecuona, fue catalogado por The Wall Street Journal
como mejor momento de esa noche. ¿Qué fue lo que ocurrió?

R. No puedo explicar con palabras lo que sucedió. Fue algo mágico y creo
que salió así porque había mucho amor en este proyecto y mucha
dedicación. Toqué muy libremente y él también. Nos mirábamos y surgía
una conexión intuitiva, de ese tipo de conexiones que suceden una sola
vez. Se creó un éxtasis y ahí está la verdadera raíz del jazz. Siboney
es una pieza que de por sí tiene esencia, tiene ese fosforito que hay
que prender, y la llama la pusimos nosotros.

P. ¿Ha sido su trabajo reconocido en toda su dimensión dentro de Cuba?

R. A pesar de que he disfrutado de un gran reconocimiento en mi país
también a veces he tenido problemas con las instituciones. Si este
último viaje hubiera sido organizado por las instituciones, lo habría
perdido, porque hicieron las cosas mal.

P. ¿La burocracia o el sistema?

R. A veces la culpa no es necesariamente del sistema, sino una cuestión
del personal, o de la burocracia... esa es la parte mala del sistema.
Creo que hay muchas cosas que tenemos que mejorar culturalmente en
nuestra idiosincrasia acerca de cómo lidiar con los artistas y con el
arte en general.

Por ejemplo, si una ciudad como Nueva York tiene el poder de lanzar a
grandes músicos de cualquier parte del mundo es porque allí se aprecia y
se tiene una sensibilidad hacia el talento. A pesar de que hay también
cuestiones dentro del mercado que no ayudan, existen muchas asociaciones
sin fines de lucro que tienen un poco más perfilada su filosofía de cómo
lidiar con el talento y cómo potenciarlo.

P. No sólo estudió en la Escuela de Arte y Música de La Habana, sino
también en la Escuela Juilliard de Nueva York. ¿Cree que hay muchas
diferencias entre ambas?

R. Juilliard es una escuela excepcional para la música clásica y para el
jazz. Era muy joven y pensé que estudiar con Winston Marsalis era lo
mejor para mí en ese momento, que en gran parte lo fue. Él, que a pesar
de ser un gran conservador tiene una manera de mirar hacia el futuro muy
interesante y un concepto no académico de la música, un día me dijo:
"¿Tú quieres aprender bien esta música?, pues ve a la calle, deja esto y
toca en Nueva York".

Los cubanos somos muy revolucionarios en el sentido de la creatividad,
somos improvisadores natos. La educación musical cubana tiene mucho
terreno ganado en términos del estudio profundo de la música clásica
europea, pero podría ser mejor si aprovecha ese conocimiento para crear
un lenguaje, una vertiente, una brecha en la cual el músico pueda
comenzar a crear algo distinto, algo del momento.

Tenemos grandes profesores, pero también hemos sufrido pérdidas por los
profesores emergentes y muchos que han empezado a dar clases sin tener
todavía una formación que les permita dar una explicación sólida de lo
que sería un estilo u otro. Entonces se valen del pragmatismo para
cubrir esas deficiencias, eso lo he visto y lo he vivido. No sé si ahora
ha mejorado pero es una de las carencias que tenemos.

P. ¿Y en cuanto a la formación para el jazz?

R. Sí, también ha habido miedo en las escuelas a una apertura, a
permitir tocar el jazz. Un error. Desgraciadamente hasta regañaban y
"multaban" por tocar esa música. Con el advenimiento de concursos como
el JoJazz y otras vertientes alternativas al Festival mejoró esa
situación, pero todavía están presentes ciertos lastres. Es algo que hay
que curar ya. Hay que mejorar el sistema de las big band para tocar la
música de grandes de nuestro país como Benny More y Arsenio Rodríguez.

P. ¿Alguna recomendación?

R. Se debe crear un programa de clases magistrales periódicas con el
estudio de la música cubana donde se imparta también la música
contemporánea, el jazz latino, la historia de nuestra música, cómo ha
influido y lo que está sucediendo socialmente. Los musicólogos tienen
que reunirse para crear un programa que nos hable de nuestra identidad
actual y pasada. Hay que escribir sobre bandas como la de Isaac Delgado,
o los Van Van y ensayar esa música. La gente lo baila y aprende a
tocarla, pero no se ha creado un sistema para eso

P. ¿Y solo es cuestión de educación musical?

R. Otra cosa que ayudaría mucho es acabar de resolver el problema del
acceso a Internet, porque de seguro surgirán redes donde cualquiera
puede entrar y bajar información sobre música cubana. Eso iría
fomentando el interés.

P. Tocar, dirigir una banda y ocuparse de los detalles técnicos, ¿cómo
lleva todas esas funciones?

R. Me ha costado diez años aprenderlo y todavía estoy en ello. En la
primera banda que tuve ni siquiera había un piano. Al final logré reunir
el dinero gracias a figuritas de barro que vendíamos a cinco pesos, y
así hasta tener mil y pico para adquirir el piano, que todavía lo tengo
porque me duele desprenderme de él.

Ahora dirijo con un poco más de sabiduría. Tengo músicos excepcionales
como Héctor Quintana en la guitarra, que para mí es uno de los mejores
guitarristas de Cuba ahora mismo. Trabajo con diferentes pianistas, con
Miguel Ángel de Armas y con Roger Rizo con el que me gusta mucho
trabajar. También están Omar González, un bajista muy profesional, y
Julio César, que se ha convertido en un excelente baterista. Tengo esa
suerte de que en mi banda los músicos se desarrollan, se crea como una
especie de taller, porque la música mía también es muy complicada y
requiere tocar bien. Es muy osada, no es el tipo de música que puedes
decir "vamos sobre este tema" e improvisas y ya todo está resuelto. No,
mi música hay que ensayarla, madurarla... entenderla.

Las cuestiones logísticas son una odisea. Tuve que prepararme para
estudiar sonido digital y analógico, para mezclar mi música y maquetar
mis propios demos. También tengo que estar pendiente de los equipos que
uso, desde un cable que tiene falso contacto. Mi papá es el técnico que
me ayuda con los cables y ha hecho un trabajo impecable, pero de todas
formas yo estoy al tanto de los detalles. Tengo que bajarme de esa
cuestión de "jefe" y ponerme en función de que todo salga.

P. ¿Y la música en la televisión cubana?

R. Hay que crear condiciones en la televisión para que los grupos toquen
en vivo. Eso de doblar ya se ha convertido en un modus operandi habitual
y no tiene ningún sentido que todos los programas sean doblados, porque
está haciendo una televisión muerta. Se deben reformar los estudios para
tener técnicos y equipos profesionales de sonido que permitan tocar en
vivo... ya la palabra lo dice.

P. ¿Problema de recursos?

R. En la televisión, los creadores y directivos están un poco atados a
un dios todopoderoso que dice lo que se puede y no lo que no se puede
hacer. Así es bien difícil hacer las cosas. Eso es algo que lacera
nuestra cultura, en la medida que se tienen tabúes eso siempre arremete
contra la cultura.

Si vivo en un país donde no tengo la posibilidad de decir todo lo que
pienso, aunque pueda estar equivocado, no me voy a expresar igual
tocando. Porque si no soy del todo quien soy, ¿cómo voy a esperar
sinceridad en mi arte? En mi arte, para poder ser sincero necesito
sentirme escuchado, necesito sentirme reconocido tal y como soy. Cuando
eso falla aparecen los patrones que se repiten, aparecen esos esquemas
facilistas que muchos siguen. Esa es un poco la impronta que hemos
recogido del falso comunismo, en el afán de hacer un ciudadano modelo...
y es que no existe un ciudadano modelo.

P. ¿El hombre nuevo?

R. Cada cual es una individualidad. La solución nunca está en ser igual
al otro, psicológicamente eso es lacerante para cualquier creador. Hay
que entender de una vez y para siempre que la diversidad no hace daño,
sino que crea más desarrollo.

Source: "Hay que entender de una vez y para siempre que la diversidad no
hace daño" -
http://www.14ymedio.com/entrevista/entender-siempre-diversidad-hace-dano_0_1785421445.html

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