Saturday, September 13, 2014

Canciones de ayer

Canciones de ayer
En el paraíso revolucionario nunca los tiempos fueron buenos. Pero las
cosas en Cuba siempre pueden ser peor
viernes, septiembre 12, 2014 | Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba -Algunas viejas canciones y el calor sahariano que hace
por estos días en La Habana me han hecho recordar -¡caprichosa que es la
memoria!- los muy fríos días de diciembre de 1976 y enero de 1977.

Por aquellos días, en la WQAM -la estación del sur de la Florida que
escuchábamos con devoción casi enfermiza los melenudos inadaptados
habituales que no nos resignábamos a la monotonía de Nelson Ned, Las
Grecas y los cantautores por encargo de la Nueva Trova- pasaban
constantemente una canción que me parecía entonces –y todavía me parece-
portentosa: Year of the cat, de Al Stewart. Una bellísima canción que
evocaba tickets de viaje extraviados en "una mañana como de película de
Bogart", con largos pasajes instrumentales –más de 4 minutos de los 6:40
que duraba la pieza- en que se alternaban solos de guitarra, piano y
saxo alto

¡Tiempo dichoso aquel! Al menos porque la mayoría de las canciones que
se escuchaban, eran realmente muy buenas. Tanto, que casi 40 años
después se han convertido en clásicos.

Hoy añoro desesperadamente la vida sentimental que llevaba y que
entonces me parecía un desastre. Luego de que Rosita me botara por
demasiado inmaduro, y antes de que conociera a Leyda unos meses después,
me debatía entre Conchita y Maggie. Todas ellas muchachas
incorregiblemente hippies, rebeldes e independientes, si es que todo eso
no es sinónimo.

¡Cuánto se echan de menos las chicas de aquellos tiempos, tan distintas
a las lindas e interesadas muñequitas plásticas de hoy! No puedo dejar
de evocarlas, sensibles e inteligentes como eran, cuando escucho
canciones como Year of the cat.

Por lo demás, en cuanto a la dicha, nada del otro jueves: en el paraíso
revolucionario nunca los tiempos fueron buenos. Solo que los hubo peores.

En la época en que me deleitaba con Year of the cat, yo tenía 20 años, y
justo cuando empezaban a despachar en secreto cubanos a la guerra de
Angola, acababan de darme la baja –casi deshonrosamente, para mayor
honra mía- del servicio militar obligatorio.

Me gané la baja casi al costo de la vida o de que me achicharraran el
cerebro unos tipos que no se sabía si eran siquiatras, carceleros o
sicópatas. Significó su reconocimiento de que no podían domarme. O de
que no valía la pena el esfuerzo: era más fácil, como a tantos otros,
relegarme al status de no persona.

Luego de ser desmovilizado de las FAR, empecé a trabajar como ayudante
de albañil en una empresa de la ENMIU en Lawton que se dedicaba a
arreglar edificios y cuarterías. Cuando aquello todavía el Estado se
ocupaba de esos menesteres y no había dejado a sus habitantes a expensas
de los derrumbes. ¿Comprenden por qué les decía que las cosas en Cuba
siempre pueden ser peor?

Ganaba mensualmente $106, pero me las arreglaba, porque en aquellos
tiempos, a diferencia de ahora, casi todos éramos absolutamente
menesterosos y teníamos muy pocas pretensiones. Tan bien me las
arreglaba que me alcanzaba para fumar como una chimenea y beber cerveza
(una cajetilla de cigarros costaba $1.60, y una cerveza, 60 centavos).

Hasta pude comprarme un pesadísimo radio soviético Selena que me
permitió descubrir la FM –cuando entraba, cuando las condiciones
atmosféricas lo permitían- y escuchar con mejor calidad, sin estática ni
ruidos, la buena música rock y soul que ponían en la radio
norteamericana. Solo que para completar el dinero para pagar el radio,
tuve que pedir prestado y vender varios sacos de cemento que robé a pie
de obra. Todos mis demás compañeros también robaban: cemento, arena,
azulejos. La práctica era tan habitual en aquella época como en esta,
solo que entonces un saco de cemento en el mercado negro costaba 10
pesos, mientras que ahora no baja de 100.

Como que contra un disidente cualquier cosa es posible, ojalá que esta
confesión del cemento que se me ha escapado entre las añoranzas
provocadas por las canciones del ayer, no sirva para que me metan en la
cárcel con carácter retroactivo por un delito cometido hace más de 36
años. Como sea, no importa: me puse nostálgico y necesitaba desahogarme.

luicino2012@gmail.com

Source: Canciones de ayer | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/canciones-de-ayer/

No comments:

Post a Comment