Sunday, March 1, 2015

Ojalá mi niña llore como yo

Ojalá mi niña llore como yo
No logro que a sus siete años tome un libro en las manos. Por suerte,
tengo guardada desde hace años una edición más o menos reciente de
Corazón, de Edmundo de Amicis
viernes, febrero 27, 2015 | Iris Lourdes Gómez García

LA HABANA, Cuba. -Desde que comencé a ir a la escuela, mi abuelo paterno
–que se había quedado ciego tras una vida de intensa lectura- preguntaba
a cada rato qué edad yo tenía y si ya sabía leer. Él esperaba con
impaciencia que cumpliera los 7 años para regalarme una edición muy
vieja del libro Corazón, de Edmundo de Amicis.

Creo que fue en unas vacaciones que finalmente lo leí, como a los nueve
años, ante tanta insistencia, pues el título no me llamaba la atención.
Lloré tanto en cada capítulo, que ese libro fue mi compañero en cada una
de las vacaciones por lo menos siete años más. También me leía Belleza
negra, contada por un potro enano que va creciendo. Me hacía llorar
también, mientras Las mil y una noches me transportaban en alfombras
voladoras a otra realidad muy ajena a mi isla tropical.

Mientras tanto, también pude leerme libritos de muñequitos que mis
padres habían guardado desde antes de la Revolución. Tenían historietas
del pato Donald, su tío Rico McPato, Mickey Mouse, Tom y Jerry y un
personaje que en Cuba no se conoce que se llama Archie. Estaban Superman
y Tarzán, y traían cuentos cortos de Benitín y Eneas y de Lorenzo
Parachoques.

Mis padres también tenían de la misma época una colección de bolsillo de
libritos de cuentos que en su tiempo costaban un centavo cada uno. Con
todos estos textos mis vacaciones eran maravillosas, y se pusieron mejor
con dos volúmenes -que yo encontraba enormes- de cuentos de hadas de
Hans Christian Andersen y de los hermanos Grimm, respectivamente, con
preciosos grabados que hacían soñar a cualquier niña.

Décadas después, a mi hija, cuando aún ni sabía hablar, le conseguimos
un libro muy sencillo que casi ni dibujos tiene y mi papá se pasaba
media hora describiéndole a la niña el libro. Para mí aquello era
maravilloso pues yo no veía nada que describir. La niña empezó a hablar
muy rápido y 7 años después todavía no logramos cómo callarla. ¡Como
habla! Pero de leer, nada.

Sin hábito de lectura

Hoy, por más que trato, no logro que a sus siete años tome un libro en
las manos, y eso pese a que aprendió a leer antes de entrar en
preescolar y ya está en segundo grado. Los muñequitos de Archie, Donald
y Tom y Jerry no los pudo conocer pues se deterioraron por los comejenes
y la humedad. Lo mismo le pasó a los cuentos de Andersen y Grimm. Nos
quedan los libritos de bolsillo, pero éstos tienen palabras que ella aún
no entiende.

Le he comprado en las librerías cubanas todo tipo de volúmenes
troquelados, de colorear, de cuentos, pero no le interesan. He mandado a
pedir del extranjero ediciones bonitas pero las que he conseguido tienen
dibujitos pequeños, que no logran enamorarla. En las tiendas cubanas, la
mayoría de las obras tienen un contexto político que no interesa a los
niños; otros tienen cuentos aceptables, pero con unos dibujos
espantosos, elaborados por grandes artistas que tratan de impresionar a
los adultos sin lograr atrapar a los niños.

He ido a anteriores ferias del libro en La Cabaña. Me he achicharrado la
cabeza al sol y me he metido en grandes aglomeraciones buscando textos
infantiles, para al final encontrar maravillas importadas de otros
países que cuestan al menos cinco dólares y a veces traen un solo
cuento. No los he podido comprar. Libritos para bebés, que traigan
figuritas de vacas, conejitos y esas cosas que permitan describirles
objetos y sonidos a los niños, la verdad es que no los he visto.

Por suerte, tengo guardada desde hace años una edición más o menos
reciente de Corazón. Ojalá la obra y la niña se encuentren, y ella pueda
llorar su poquito y así empiece a comprender el inmenso valor y las
posibilidades de la palabra escrita para informar, educar, divertir,
conmover o ilusionar. Si sucede como conmigo, ese libro —Corazón— podrá
ser el que lo logre.

Source: Ojalá mi niña llore como yo | Cubanet -
http://www.cubanet.org/actualidad/actualidad-destacados/ojala-mi-nina-llore-como-yo/

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