Necesitamos un cambio con urgencia
Jueves, 29 de Noviembre de 2012 13:57
Escrito por Ernesto Díaz Rodríguez
Cuba actualidad, Maryland, USA, (PD) Hace exactamente cuatro años,
durante la exitosa campaña que lo llevó a alcanzar la presidencia de los
Estados Unidos de América, el entonces senador Barack H. Obama, como
símbolo de solución a las urgencias de su país, enarboló la flamante
bandera del cambio.
Desde entonces, hemos estado esperando por la implementación de medidas
que ayuden a cambiar hacia un mejor destino la vida de la nación
norteamericana. Pero nada ha ocurrido en ese sentido. Las reiteradas
promesas de cambio continúan siendo un simple anuncio político para
ganar voluntades, que en menosprecio de nuestra inteligencia, en la
actualidad se repiten.
La realidad que lastimosamente enfrentamos no es la que muchos
esperaban. Lejos de alcanzar al menos modestos avances de recuperación,
la economía, base del progreso y el bienestar común universal, durante
los cuatro años del mandato de Barack Obama ha sufrido un descenso
progresivo, hasta alcanzar cifras de deterioro inimaginables a
consecuencia de la mala administración y los experimentos, aunque de
buena fe, inadecuados en el sector financiero. Esto inevitablemente ha
conllevado a un aumento en el índice de pobreza, lo que en la práctica
significa que los pobres se han hecho más pobres y a consecuencia de esa
asfixiante situación no pocos han llegado a perder hasta sus humildes
viviendas.
Al no poner en práctica fórmulas adecuadas que estimulen el crecimiento
empresarial, de manera que se abran nuevas fuentes de trabajo, las
cifras de desempleo se han mantenido en todo este tiempo por encima del
7.9 %, y el despilfarro administrativo a consecuencia de políticas
erróneas ha llevado a esta gran nación a una de las peores crisis
económicas de las últimas décadas.
No significa progreso sino un signo de angustia y desesperanza el que
personas capacitadas para trabajar, y con voluntad para hacerlo, tengan
que depender de ayudas de programas humanitarios gubernamentales. La
solución a nuestras necesidades no es ponernos un pez sobre el plato,
sino enseñarnos a pescarlo y garantizarnos los recursos para hacerlo.
Con no poca decepción, de regreso a una nueva campaña electoral, hemos
visto que otra vez han sido enarboladas las banderas de la tan ansiada
solución al drama de la comunidad de indocumentados. De acuerdo a lo que
oportunamente pudimos conocer, el pasado 15 de junio el presidente
Barack Obama anunció una política de "acción diferida", que confiere
ciertos beneficios a un determinado grupo de indocumentados. Amparados
en este programa, los jóvenes podrán evitar su deportación si demuestran
que tienen treinta años o menos, han permanecido en Estados Unidos al
menos por cinco años, llegaron antes de cumplir dieciséis años,
concluyeron sus estudios en una secundaria estadounidense u obtuvieron
un certificado de aprobación del examen en inglés de Desarrollo
Educativo General, o se encuentran actualmente en la escuela y no tienen
antecedentes penales.
Aunque esto no represente más que un diminuto parche en una inmensa
herida, nadie puede dudar de que estas medidas hayan sido positivas,
aunque fueran implementadas en medio de una reñida campaña electoral
donde el actual presidente busca la reelección para quedarse otros
cuatro años al frente de la Casa Blanca. Pero, ¿es esto suficiente si
intentamos compararlo con lo prometido? ¿O con la agresiva política
contra los indocumentados llevada a cabo por la actual administración
norteamericana durante más de tres años?
Compromiso insoslayable fue la anunciada reforma migratoria que Barack
Obama garantizó llevar a cabo durante su primer año de gestión si en las
elecciones del 2008 llegaba a alcanzar la presidencia. La incumplida
promesa, en la práctica resultó no ser más que una maniobra engañosa
para conquistar la voluntad de millones de hispanos con derecho a votar
en este país. La persecución a los inmigrantes indocumentados durante
sus cuatro años de gobierno ha sido de una ferocidad sin precedentes.
Nunca antes se habían registrado tan alarmantes cifras de deportaciones.
Los hispanos, seres humanos procedentes de diversas naciones
latinoamericanas, en su inmensa mayoría gente humilde por su origen y su
condición social, trabajadores honrados que luchan por el bienestar
propio y el de su familia, han visto reducidas sus esperanzas de ser
parte del "sueño americano". Una gran frustración que sin dudas tendrá
resultados negativos para las aspiraciones del presidente Barack H.
Obama a un segundo mandato. Porque han sido defraudados en su fe, el
mensaje representado en el voto hispano el próximo 6 de noviembre ha de
ser aleccionador.
Necesitamos la aplicación de iniciativas adecuadas, con vistas a
garantizar el liderazgo no sólo político y militar, sino también
humanitario de los Estados Unidos de América. Necesitamos un cambio, un
verdadero cambio hacia el progreso, capaz de devolvernos la confianza
perdida. Para lograrlo es bueno que recordemos una vieja frase sabia y
sencilla: "Los perdedores dejan que las cosas pasen, los triunfadores
hacen que las cosas pasen". Esta es nuestra oportunidad. Seamos parte en
la conquista de lo que anhelamos.
Para Cuba actualidad: basguzman@aol.com
http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/5893-necesitamos-un-cambio-con-urgencia.html
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