Con mi gente y sobre esta gente
septiembre 30, 2015 6:49 am·
Lawton, La Habana, Juan González Febles, (PD) El pasado 24 de setiembre
tuve la oportunidad primada de un contacto muy especial con el pueblo
llano del municipio habanero Habana Vieja. Era la fiesta de la Santísima
Virgen de la Merced y acudí a su templo ubicado en la calle Merced para
reportar la participación estrictamente confesional del Movimiento Damas
de Blanco "Laura Pollán", opositores pacíficos y activistas de Derechos
Humanos que se dieron cita para esta capitalina apoteosis de la fe.
El lugar estaba minado de oficiales y agentes de la policía Seguridad
del Estado (DSE) apoyados por los inevitables elementos antisociales,
parapoliciales de las llamadas Brigadas de Respuesta Rápida organizadas
por el gobernante y único Partido Comunista de Cuba (PCC) apoyados por
efectivos uniformados de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).
Aunque fue un despliegue intimidante, las Damas de Blanco hicieron
aparición y pude apreciar con satisfacción, la admiración del pueblo
llano por estas valientes mujeres. La adhesión y la simpatía de la gente
sencilla era más que evidente y ciertamente, luego de tantas
inocultables decepciones, fue como una recompensa y la afirmación de que
aun así, marchamos del lado correcto de la historia.
Como estaban presentes varios fotorreporteros y periodistas, sumado al
hecho de que tanto las Damas de Blanco, como activistas y pueblo en
general, accionaban cámaras y teléfonos móviles, decidí centrar este
trabajo en la relación escabrosa de la población con los represores
élite al servicio de la dictadura.
Los agentes de la policía Seguridad del Estado, inmediatamente que
concluyó la procesión, siguieron a las Damas de Blanco y a los
activistas pacíficos por la calle Merced en ascenso hacia el Capitolio,
el Hotel Saratoga y el Parque de la Fraternidad. Las siguieron y
mantuvieron una distancia de entre diez y quince metros, distancia que
mantuve yo de ellos, ya que necesitaba reportar lo que sucediera en lo
adelante, desde una posición anónimamente cómoda para un observador.
En algunas esquinas y en ocasiones a medianía de cuadra, había un
observador o parejas de servidores del aparato represivo atentos a todo
lo que les llamara la atención. Aunque tenían aspecto de ajenos al
barrio y aún más ajenos a su gente, les faltaba marcialidad y el aire de
arrogancia que ostentan los miembros de ese cuerpo élite.
En algún momento, tuve la percepción de que había sido detectado y traté
de sacármelos de encima. Entré por la primera puerta que vi abierta y
alguien me dijo que siguiera. "Socio, sigue hasta el final y baja. Vas a
salir atrás de ellos y te desconectas", así dijo y así hice y
efectivamente, quedé detrás de mis seguidores.
Me percaté que había sido reconocido por la gente de esa zona como
activista o como apoyo de las Damas de Blanco –no como periodista- y fue
entonces cuando tuve oportunidad de recibir la parte más gratificante de
la entrega. Jóvenes que me decían: "¡Tío, clávate ahí!" y se trataba de
una puerta que me sacaba del alcance de quienes insistían en mantenerme
ubicado. Era pasar y ser saludado, fue sentir la solidaridad y el apoyo
de los pobres de esta tierra con los que pocos echan la suerte con ellos.
La salida de la parte colonial hasta la zona de la Fuente de la India,
el Capitolio, el Hotel Saratoga, Parque de la Fraternidad, etc., marca
la diferencia entre la gente de trabajo y lucha y el fruto más amargo
sembrado por el castrismo. Prostitutas, travestis que se prostituyen,
proxenetas, drogadictos y expendedores de drogas han hecho suya esta
parte de la ciudad. Profundo y amargo contraste con la gente linda y
humilde que premia con su apoyo a las Damas de Blanco y a cada uno de
los comprometidos con poner fin a la pesadilla.
La jornada cerró su capítulo en el Parque de la Fraternidad, donde las
Damas de Blanco mostraron las pancartas con efigies de prisioneros
políticos para quienes demandaron amnistía y liberación incondicional.
Luego de esta muy breve demostración, se retiraron ordenadamente. No
hubo la parafernalia represiva acostumbrada y para la ocasión, la
policía Seguridad del Estado mostró una contención y un respeto por los
continuamente violados derechos ciudadanos ciertamente desacostumbrada.
No hubo incidentes que lamentar.
Algunos observadores del tema político cubano creen ver en esta actitud
la necesidad de echar al olvido la conducta incivil del régimen militar
cubano durante la visita de Su Santidad a la Isla. Se trató de conceder
un respiro al general presidente heredero y dinástico en su performance
neoyorkina. Se trató de estar a tono con su homólogo el general jesuita
argentino y así no cargar con nuevos atropellos y violaciones, que en
algún momento las santidades romanas se vean obligadas a reconocer.
j.gonzalez.febles@gmail.com; Juan González Febles
Source: Con mi gente y sobre esta gente | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/con-mi-gente-y-sobre-esta-gente/
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