Monday, April 6, 2015

Aventuras e infortunios de un corresponsal en Cuba

Aventuras e infortunios de un corresponsal en Cuba
YOANI SÁNCHEZ, Abril 06, 2015

Fernando García del Río fue corresponsal en Cuba del periódico español
La Vanguardia (Barcelona), desde 2007 hasta su expulsión en 2011. Acaba
de publicar un ensayo, La isla de los ingenios, donde cuenta las "
aventuras e infortunios de un corresponsal en La Habana en las
postrimerías de castrismo". Desde Madrid, donde sigue trabajando para La
Vanguardia, el autor ha contestado a las preguntas de 14ymedio por
correo electrónico.

Pregunta. ¿Por qué te expulsaron?

Respuesta. Es obvio que mi trabajo no gustó a las autoridades. No me
concretaron los motivos con detalle. Un día de marzo de 2011, cuando yo
estaba a punto de cumplir cuatro años como corresponsal, un funcionario
del Centro de Prensa Internacional (CPI) me convocó a un encuentro, el
sábado siguiente por la mañana. Hacía más de un año que ese órgano me
tenía pendiente de la renovación de mi acreditación, un documento
imprescindible para poder trabajar en la isla. Llevaba, además, unos
meses sin recibir convocatorias ni comunicados del CPI. Y es que, como
un miembro del mismo órgano me explicó con evidente choteo, en ese
momento yo estaba en una fase que entre otras cosas implicaba someterme
al "silencio de los correos".

El caso es que en aquel encuentro definitivo en la sede del Centro, en
la Rampa, el funcionario encargado de comunicarme el desenlace de todo
aquel proceso se sentó frente a mí y se limitó a leer lo que llevaba
escrito en un papel. Era el artículo 46 del reglamento del CPI, según el
cual la entidad puede retirar la acreditación de un corresponsal cuando
considere que ha faltado a la ética o la objetividad, o bien haya
realizado acciones "impropias" de su cometido. Pregunté de qué modo y en
qué informaciones había incurrido yo en alguno de esos supuestos. El
funcionario, en lugar de contestarme, volvió a desdoblar el papel y me
repitió el contenido del artículo en cuestión. Sí respondió a mi
pregunta de si tenía un plazo para irme: "A la mayor brevedad, en cuanto
organices la mudada y vendas el carro", dijo.

En el libro lo cuento con detenimiento, pero no sin recordar que el CPI
expulsó a un montón de periodistas en circunstancias similares. De
manera que el hecho no tenía nada de extraordinario, aunque su relato no
deja de ser ilustrativo. Muchas veces me pregunté qué texto o textos
pudieron molestar tanto. ¿El que dediqué al notable descenso en el ritmo
de afiliaciones al Partido Comunista y a lo mucho que esa caída
preocupaba a sus dirigentes? ¿O más bien fue aquel reportaje sobre las
paupérrimas zafras de los años 2010 y 2011, titulado El azúcar amarga a
Cuba?

P. Han pasado cuatro años desde tu expulsión: ¿Cuba sigue estando en tus
ensoñaciones y en tus pesadillas?

R. Desde luego que sigue en mis pensamientos y en mi memoria. Predominan
de largo los recuerdos gratos. Cuba es un país singular e inolvidable.
Para empezar, allí el que viene de fuera puede sentirse como en una
máquina del tiempo. O como dentro de una película de época –de los años
cincuenta hacia atrás–, donde los elementos contemporáneos parecen
errores de atrezo. Eso alimenta la ensoñación. Más allá de esa sensación
imaginaria tal vez algo superficial, veo Cuba como un país con gente
hambrienta de futuro que improvisa el presente minuto a minuto dentro de
un sistema anclado en el pasado. Un país roto, en sentido material y
figurado, pues rotos están muchos de sus edificios y sus calles pero
también su economía, la comunicación con el exterior y las familias que
quedaron separadas por un estrecho o un océano. Pero el cubano utiliza
con maestría un arma infalible contra la ruptura de la esperanza, que es
el ingenio.

El diccionario de la Real Academia da a ese término tres acepciones
principales, además de la relativa a las fábricas de azúcar. Ingenio es
la "facultad del hombre para discurrir o inventar con prontitud y
facilidad"; es asimismo la "industria, maña y artificio de alguien para
conseguir lo que desea", y es al mismo tiempo la "chispa o el talento
para ver y mostrar rápidamente el aspecto gracioso de las cosas". Creo
que es gracias al ingenio, en sus diferentes modalidades, que la mayoría
de los cubanos consiguen salir adelante. Con ingenio para remendar lo
roto y rellenar lo vacío; para frenar y despistar a la adversidad con
humor y espíritu constructivo. De ahí el título del libro, claro.

P. ¿Cuán difícil fue ejercer el periodismo en La isla de los ingenios?

R. ¡Qué te voy a contar a ti! Por supuesto, las dificultades no son las
mismas para un corresponsal extranjero en La Habana –al fin y al cabo,
un tipo de paso por el país y con las espaldas cubiertas– que para un
periodista cubano que lo pone todo en juego. Por lo tanto, vayan por
delante todos mis respetos y mi sincera admiración para los colegas de
la Isla que, contra viento y marea, tratan de hacer verdadero periodismo
dentro del país. Dicho esto, en mi caso de corresponsal la principal y
más obvia dificultad estaba en mantener un equilibrio aceptable entre el
compromiso de veracidad con los lectores y el deseo de mantener la
plaza; es decir, en relatar los hechos sin ocultar datos esenciales pero
sin soliviantar demasiado a las autoridades del país.

Por otro lado, en Cuba el material informativo es peculiar. Más que
noticias, lo que te encuentras de entrada son propaganda y rumores. Pero
más allá de lo que circula en los medios y se pone a disposición de uno,
el campo es enorme. Al margen de las decisiones políticas, de los
anuncios de relevancia y de los discursos oficiales con mayor o menor
enjundia, Cuba me pareció desde el principio un país que merecía ser
contado. Porque, como todo el mundo tiene que inventarse la vida cada
mañana, a todos los cubanos les pasan cosas constantemente.

Así que las historias son infinitas, y casi siempre interesantes porque
hablan del pan de cada día. No se trata de las "condiciones objetivas",
de las cifras del bloqueo ni de otros aspectos del sempiterno conflicto
con el enemigo; se trata de la realidad en crudo, que es a lo que
debemos ir los periodistas en primer lugar. De la realidad con cara y
ojos, aunque a veces haya que ocultar identidades para evitar problemas
al personal. Y si además esa realidad te la cuentan con gracia... Por
último, a veces el sistema te sirve en bandeja, de manera involuntaria,
verdaderas joyas para la crónica cotidiana. Me refiero a esos informes
que a menudo publican Granma o Juventud Rebelde con finalidades de
reconvención y escarmiento pero que para un medio extranjero son como
diamantes en bruto.

Recuerdo el descubrimiento de una "urbanización" de 350 viviendas hechas
con raíles y traviesas en un barrio costero llamado La Panchita. Los
vecinos, acuciados por la grave carencia de viviendas que se padece en
toda la Isla, se llevaron por delante 25 kilómetros de vía férrea para
conseguir los materiales de obra que precisaban para construir sus
casas. El Gobierno difundió el hallazgo con gran escándalo e
indignación, y con el anuncio de medidas disciplinarias. Había que
mostrar que en Cuba quien la hace la paga. Mientras, lo que a mí me
estaban dando era una excelente materia prima para un reportaje sobre
esa carencia habitacional y sobre el robo de materiales como recurso
para paliar necesidades básicas.

P. Ingenio, creatividad, "resolver", "buscar por la izquierda",
"inventar"... muchas diferentes maneras de llamar a los malabarismos de
sobrevivencia que debemos hacer cada día. ¿Alguno de ellos te causó un
impacto imborrable?

R. En mi libro dedico un capítulo a la "resurrección de la chatarra".
Ahí relato el descubrimiento por mi parte de lo que para los cubanos
creo que es todo un clásico. Me refiero a la utilización de la lavadora
rusa Aurika 70 para finalidades que no tienen nada que ver con la suya
original. Lo descubrí en una casa particular de Viñales. El dueño –nos
dijo su esposa– no podía salir a recibirnos porque estaba en una "sesión
de hidromasaje".

Pasamos a verle al patio de la casa y el tipo tenía la mano metida en la
lavadora. Nos explicó como si tal cosa que así se lo había recetado el
médico: debía introducir ahí durante veinte minutos al día, creo que en
el programa de prelavado, la muñeca que tenía lesionada. Luego el hombre
nos mostró el ventilador que había fabricado con el motor de la
secadora. Más tarde supe que se trataba de prácticas más o menos
habituales, con ese y otros aparatos distribuidos por el Estado, y que
su extensión incluso había desencadenado un cierto debate nacional por
supuesto despilfarro de energía.

Me contaron que la propia Aurika era también una estupenda trituradora
de tomate. Supe de la jarra eléctrica convertible en calentador de la
ducha, del rikimbili y qué sé yo de cuántos inventos más. Pero no sólo
me causaron admiración las habilidades del cubano a la hora de
confeccionar utensilios a partir de casi cualquier objeto; tanto o más
que eso me admiró vuestra infinita capacidad como fabricantes de
metáforas. Me quedo con la expresión creada por los arquitectos de La
Habana Vieja para clasificar los edificios en ruina o semi-ruina que
siguen en pie, año tras año, en aparente desafío a las leyes físicas:
son inmuebles, dicen ellos, "en estática milagrosa". Además de ser una
definición poética y graciosa, la imagen vale para describir la vida de
la mayoría de los cubanos. Es genial, en todo caso.

P. El 17 de diciembre pasado se anunció el restablecimiento de
relaciones entre Cuba y Estados Unidos ¿Era previsible algo así en los
años en que vivías en La Habana?

R. No, no lo imaginaba. Algunos funcionarios y académicos
estadounidenses bien contactados con la Casa Banca apuntaban entonces
que Obama podría dar importantes pasos de acercamiento a La Habana en su
segundo mandato, es decir, ahora. Pero ni yo, ni los periodistas y
diplomáticos europeos que conozco pensábamos en un acuerdo de tal calado
después de 54 años de ruptura. Supongo que el proceso hacia una plena
normalización será lento y no estará exento de sobresaltos. Ojalá los
interesados en frenarlo fracasen esta vez.

Source: Aventuras e infortunios de un corresponsal en Cuba -
http://www.14ymedio.com/entrevista/Aventuras-infortunios-corresponsal-Cuba_0_1756024383.html

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