Monday, April 13, 2015

A 35 años del Mariel

A 35 años del Mariel
ALEJANDRO ARMENGOL
04/12/2015 1:00 PM 04/12/2015 7:28 PM

Se cumplieron 35 años de la ocupación de la embajada del Perú en La
Habana por miles de cubanos que buscaban salir del país, el 4 de abril
de 1980, hecho que dio inicio días más tarde al éxodo del Mariel, la
oleada migratoria que cambió de forma irrevocable a Miami.

Aunque sus miembros tenían edades, orígenes y aspiraciones sociales y
económicas disímiles, la "Generación del Mariel" constituye un grupo
intermedio entre los exiliados políticos que los antecedieron y los que
—en su mayoría inmigrantes— llegaron después de 1990.

La tentativa de aproximación con quienes los recibieron —y en muchos
casos luego los rechazaron— marcó por años un afán necesario y
justificado de integrarse a la sociedad que vieron como una esperanza.

Ello hace que, al tiempo de compartir valores y actitudes con quienes
vinieron después, se diferencien de ellos en su actitud respecto al
ámbito cotidiano de la situación cubana.

Este hecho obedece en buena medida a que tres décadas y media no solo
han posibilitado una reunificación familiar en el exilio, sino que
constituyen para muchos casi una vida transcurrida en el exterior.
También indica una autonomía con relación a las posteriores oleadas
migratorias, en las cuales los vínculos de pertenencia con la isla —en
particular en el ámbito doméstico— son mayores, y las prioridades no se
definen tanto en función de criterios políticos e ideológicos sino por
razones familiares.

Dos motivos fundamentales impulsaron a miles de cubanos a una travesía
incierta. El deseo de vivir en libertad y la necesidad de un mejor
futuro económico. Ambos aspectos se complementan, aunque no son
sinónimos. Con una audacia que en más de una ocasión se interpretó como
falta de agradecimiento, poca capacidad de adaptación e indisciplina,
los marielitos —la palabra se ha ganado el honor de poder rechazar las
comillas— se ganaron su lugar bajo el sol de Miami.

Lo consiguieron con trabajo y dedicación, pero llegaron cargando
diversas "culpas", de las que les costó trabajo librarse. La primera fue
el haber vivido durante años bajo el régimen castrista. No importó que
fuera por fecha de nacimiento, ideales políticos o imperativos
familiares. Al inicio, a cada momento se les recordó sus errores o los
de sus familiares, que imposibilitaron una "salida a tiempo del
comunismo". Si hoy en Miami es normal que al comenzar una nueva vida
cualquier cubano no tenga que ocultar su pasado en la isla, es gracias
al Mariel.

Tras la decisión de abandonar el país —algunos incluso fueron obligados
a irse—, los marielitos montaron en un bote, quizá por vez primera para
ese tipo de travesía, que era propiedad de un desconocido en la mayoría
de los casos —ya que parte de la perfidia del régimen fue no permitirles
viajar con los familiares que habían ido a buscarlos. Luego
desembarcaron en Cayo Hueso, aunque hasta entonces algunos habían creído
que el viaje era directo a Miami. No habían venido, los "habían traído"
y muchos ni se lo habían propuesto o soñado el mes antes. Llegaban a un
mundo desconocido y prohibido. Un éxodo sorpresivo que provocaba una
frase repetida: "yo estaba aquí y tú acabas de llegar".

También a diferencia de quienes salieron primero, se encontraron una
estructura creada de negocios cubanos, que les facilitó su inserción
laboral —con mayores o menores ventajas, con un grado más elevado o más
moderado de explotación— e hizo posible que en cierto sentido fuera
menos "traumática" su nueva vida. Las diferencias personales hacen que
esta generalización sea imprecisa, pero se puede decir que tuvieron que
adaptarse a una comunidad antes que a un país.

Pero no puede decirse que fuera fácil. Quien se estableció en esta
ciudad casi a mediados de 1980 tuvo que pasar por dos procesos distintos
de asimilación. Uno fue la adaptación clásica a un nuevo país, nuevas
costumbres y un nuevo idioma. El otro fue el descubrir que junto con una
serie de principios elementales —que en Cuba se habían ido deteriorando
y continúan aún en crisis—, en Miami subsistían también valores caducos.
Fue en parte una vuelta a los años 50 en el mundo de los 80: el futuro
en forma de pasado.

Siempre hubo alguien que le leyó el catecismo de la humildad al recién
llegado: trabajar duro y honradamente en lo que se presente, no volverse
loco gastando dinero —si lo tenía, cosa difícil— y no independizarse
antes de tiempo. Obedecer a los que llegaron antes: ellos sabían más
porque lograron irse primero del infierno.

Un álbum fotográfico de lo ocurrido en los días del Mariel y las
imágenes de la vida actual de algunos de esos miles de protagonistas
constituye un poderoso instrumento de propaganda anticastrista. Entonces
la historia se captó en blanco y negro. Fueron días extremos, de grandes
contrastes. Ahora el destino de quienes vinieron hacinados en yates y
barcos camaroneros no es posible sin el color. ¿Una comparación
superficial y chillona? Es posible. Ello no la hace menos verdadera.

Source: ALEJANDRO ARMENGOL: A 35 años del Mariel | El Nuevo Herald El
Nuevo Herald - http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article18226472.html

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