Monday, November 3, 2014

Otra perspectiva sobre el soborno

Otra perspectiva sobre el soborno
[03-11-2014 10:38:34]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- Una mirada excesivamente moralina suele
aparecer cuando de sobornos se trata. Los que alzan la voz, las más de
las veces con una enorme hipocresía, despotrican contra las prácticas
corruptas e intentan explicar el fenómeno desde lo estrictamente ético.
Una reciente encuesta realizada entre hombres de negocios en un
tradicional foro empresario, confirmó que poco menos de la mitad de los
consultados manifestó que no sería censurable un acto de esta naturaleza.

Si bien el muestreo contempla matices en esa mitad de los entrevistados
entre los que dicen que esa sería una situación aceptable solo en casos
extremos y los que afirman que nunca sería un acto condenable, lo que
preocupa finalmente no es esa porción, sino la elevada cuota de falsedad
de la otra, esa que se espanta frente a esta realidad, ocultándose,
negándolo y hasta repudiando conductas habituales propias en lo cotidiano.

La corrupción, en cualquiera de sus grados, tiene un origen concreto y
su resolución no pasa ni por aterrarse, ni por negar su existencia. Una
de las claves del asunto tiene que ver con que la sociedad toda, frente
a situaciones como estas, se coloca, con absoluta ausencia de
autocrítica, en una posición repleta de incongruencias y cargada de
prejuicios.

Son muchos los ciudadanos que defienden la vigencia de aquella creencia
que dice que para que exista un cohecho se requieren dos actores, el que
cobra y el que paga. Esa visión pretende, intencionadamente, quitarle
responsabilidad al funcionario que solicita el pago de dinero a cambio
de un favor. Lo plantean como si fuera una cuestión menor e intrascendente.

Con inusitada virulencia se inculpa con fuerza a quien está dispuesto a
pagar a cambio de un beneficio irregularmente otorgado. Es solo en ese
caso en el que se califica al protagonista como una persona corrupta.
Para esa caricaturesca descripción, ese privado, ese particular es
alguien que incita al ingenuo y desprevenido funcionario estatal a
cometer un delito en el que no desearía incurrir, pero que dadas las
circunstancias no tiene otra salida más que aceptar de mala gana y con
culpa semejante despropósito.

Lo habitual es que este tipo de razonamientos surja de gente que
reivindica, desde la derecha autoritaria a la izquierda socialista, el
protagónico rol del Estado como contralor de la vida ciudadana,
despreciando el papel de los individuos y el empresariado genuino en el
desarrollo. Se trata de personas que atacan ideológicamente al
capitalismo y descreen de sus bondades.

Es frecuente que quienes critican en los demás estas conductas sean los
mismos que en su vida cotidiana, evaden impuestos, utilizan tecnología
sin pagar licencias, fotocopian literatura y contratan servicios de
personas sin registrarlas. Son los cultores de la doble moral de este
tiempo.

La corrupción forma parte de la realidad y está presente de diversas
formas en la vida terrenal. En el mundo empresario, como en todas las
actividades, se puede encontrar a aquellos que disponen de un
comportamiento ético, progresan asumiendo riesgos y compiten en el
mercado ofreciendo talento.

Pero no menos cierto es que otra importante cantidad de personas viven a
la luz de negocios espurios, de prebendas estatales, de privilegios
otorgados desde las sombras del poder. Obviamente esos individuos
obtienen sus ingresos gracias a la influencia circunstancial de
empleados que trabajan para la sociedad desde el Estado y que con
atribuciones desmedidas más una absoluta discrecionalidad, deciden los
destinos de esos fondos.

Es peligroso generalizar, pero más hipócrita es hacerse el distraído y
hacer creer a los demás que la corrupción incluye a unos pocos cuando la
realidad muestra a diario exactamente lo contrario. En todo caso, la
tarea consiste en entender lo que sucede y asumir las verdaderas
implicancias de defender ciertas ideas. Un Estado grande en el que los
funcionarios tienen atribuciones inmensas gracias a regulaciones
impulsadas inocentemente por personas que creen en las benevolencia de
sistemas intervencionistas, solo genera más corrupción y de eso también
hay que hacerse cargo.

Cuando alguien "puede" pagar por un favor a un funcionario, es porque
previamente alguien creó un texto legal que lo habilita. Nadie abona
dinero extra por algo que no resulta necesario. Cuando el Estado exige
requisitos, allí nacen los sobornos. Sin regulaciones, simplemente, eso
no sería posible.

Son los votantes y sus ideas políticas, los que han generado esta
dinámica interminable de múltiples controles e infinitas regulaciones.
Son esas normas, esa excesiva burocracia estatal, la que multiplica los
hechos de corrupción. Allí está la causa y no en la falsa moral que se
pretende de los demás cuando en la vida propia se hace algo demasiado
parecido.

No se resuelve nada con retórica y voluntarismo moral. El problema no es
que la mitad de los empresarios reconozcan que están dispuestos a
cometer cohecho, sino que la otra mitad no asuma que también lo hace. La
solución pasa por comprender lo que ocurre, eliminar la inmoral
burocracia, los excesos regulatorios y terminar con la cultura de
pretender controlarlo todo.

Sin esa acción decidida todo seguirá igual y los políticos continuarán
creando normativas, porque ellos sí saben como se consiguen recursos
adicionales con esa modalidad. Por eso estimulan estas ideas, para poder
crear reglas que les permitan utilizarlas para su provecho personal.

Para que un inconveniente no encuentre solución precisa de un
diagnóstico equivocado. Si la evaluación de la situación es errónea, las
chances concretas de resolverlas son nulas. Es por eso que no hay que
cometer el infantil error de quedarse con la mirada simplista de
observar las consecuencias de los hechos, sino en todo caso, si se está
disconforme con el presente, comprender como funciona todo y actuar
sobre las verdaderas causas que lo originan. Solo así se puede cambiar
la historia. El resto es solo una versión más del cinismo contemporáneo.

Source: Otra perspectiva sobre el soborno - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/54574d1a3a682e0ac4c73b15#.VFeQXvnF9HE

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