'The New York Times' y su aventura cubana
Estoy seguro que Londoño ya tiene previstas las incursiones en los
barrios más humildes de La Habana, sin contar con el consjeo de los
guías del régimen, por supuesto.
Joan Antoni Guerrero Vall
noviembre 27, 2014
Si en algo podemos estar de acuerdo entre periodistas es que el
periodismo debe ser el ejercicio de un servicio público. Para un
periodista solo puede existir un deber y ese es el de procurar
beneficiar con su actividad profesional el interés general de la
sociedad sobre la que escribe y trabaja. Es por ello que el periodismo
no es un ejercicio neutral, el ejercicio periodístico es ante todo un
acto de defensa de los principios democráticos y valores mundialmente
reconocidos, concretados en la carta fundamental de los derechos
humanos. Hay que ser muy humano para dedicarse a esto, saber reconocer
el dolor y los problemas de los demás, con el fin de contribuir a
solucionarlos. Hay que saber emocionarse con la desgracia ajena, pero
saber mantener al mismo tiempo la cabeza fría y abordar los asuntos
periodísticamente, intentando desapasionarse. No es fácil.
Es por ello que resulta inquietante que la acitividad de los periodistas
acabe acomodándose a las necesidades y el interés concreto de un grupo
de poder, obviando los problemas de la mayoría. En el caso cubano son
múltiples los ejemplos de periodistas que se han lanzado a ofrecer
versiones de la realidad que validen el proyecto fallido del castrismo.
La prensa en la Isla sigue sometida a lo que establece un partido sin
posibilidad de plantear interrogantes al margen de un "proceso"
discutible. Además, el régimen ha tenido la habilidad de hacer que los
corresponsales extranjeros e incluso los enviados especiales acaben
amoldando su trabajo a las necesidades de propaganda.
Algo parecido podría estar pasando con el caso del periodista de The New
York Times, Ernesto Londoño, aunque tendremos que esperar a que finalice
su estancia y acabe publicando todas sus impresiones para valorar la
aventura periodística en concreto. Lo sorprendente es que haya afirmado
que el viaje a la Isla corresponde con el trabajo de campo para
documentar sus artículos. Londoño parece haber llegado a Cuba habiendo
confirmado de antemano la premisa de que los cambios de Raúl Castro son
efectivos y ponen el país en la senda del progreso.
Durante los primeros días de viaje ha visitado el periódico (es un
decir) Granma y la redacción de la revista ONCuba. El recibimiento que
ha tenido por las autoridades nos da una idea de lo provechoso que para
el régimen debe estar resultando su aventura. Cualquier espectador
atento de la actualidad cubana sabe que el castrismo no está para
tonterías ni tiene la intención de dejarséla colar. Si Londoño está en
Cuba y visita Granma es porque el castrismo ya ha hecho el cálculo de
los créditos propagandísticos que va a sacar de esta jugada.
De todos modos, a Londoño todavía le quedan muchos días en el país, de
manera que, insisto, habrá que valorar o juzgar su trabajo una vez
concluya todo el ciclo. Quizás puede seguir sus visitas a entornos menos
oficiales, conocer a los periodistas independientes de Hablemos Press,
Primavera Digital y tantos otros sitios que están habituados a hablar de
aquellos asuntos que la prensa oficial silencia. Pero más allá de la
prensa independiente, hay miles de personas en esa Isla cuyas
experienicas cotidianas pueden ser mucho más jugosas para tomar la
temperatura de la realidad cubana.
Estoy seguro que Londoño ya tiene previstas las incursiones en los
barrios más humildes de La Habana, sin contar con el consjeo de los
guías del régimen, por supuesto. Soy optimista y espero esos testimonios
y estoy seguro que nuestro colega del The New York Times completará su
retrato de la Cuba actual con el reportaje de los márgenes del sistema.
Después de todo ello, quizás, el periódico podría verse obligado a
matizar alguna de sus tesis.
Source: 'The New York Times' y su aventura cubana -
<http://www.martinoticias.com/content/cuba-new-york-times-habana-viajes/81054.html>
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