De series y personajes
DARIELA AQUIQUE LUNA | La Habana | 2 Nov 2014 - 10:58 am.
El discurso y la gestualidad de Mariela Castro Espín parecen sacados de
una serie de ficción.
Desde hace algún tiempo mi afición por las series dramatizadas me ha
hecho descubrir analogías entre esas series de ficción y nuestra
sociedad. El difunto Alfredo Guevara (como ya publiqué en un artículo
aparecido en el sitio Havana Times) guarda para mí semejanzas con Varis,
personaje de la serie de HBO Game Of Thrones. Ahora a Mariela Castro
Espín podría emparejarla con Alma Aparicio, personaje que interpretara
la actriz Gabriela de la Garza en una telenovela mexicana del 2010,
producida por Argos Comunicación para Cadena Tres.
Y es justamente por la Ciudad de México por donde andaba ella,
presidiendo la representación cubana a la XXVII Conferencia Mundial de
la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e
Intersex (ILGA), que tuvo lugar hasta el pasado viernes.
Cuando leemos el titular "Mariela Castro encabeza delegación cubana a
foro por los derechos sexuales",calzado con una foto de la diputada que
bien pudiera ser la portada de Vogue o de Fashion, inmediatamente
cavilamos en cómo esta patricia sigue dando viajes por el mundo con el
mismo discurso de cuando comenzó sus oficiales y notorias
presentaciones, por allá por mayo de 2008, el día de la celebración del
Día Mundial Contra la Homofobia en Cuba, con su sonrisa fotogénica,
escoltada de dos transexuales.
Entonces la homilía de la Directora del Centro Nacional de Educación
Sexual (CENESEX) versaba sobre sus gestiones para que el Ministerio de
Salud Pública aprobara una resolución para financiar las operaciones de
cambio de sexo. Después que su tío Fidel dejara de ser el pan nuestro de
cada día de los medios en la Isla, esta performance fue una de las
primeras del gran guión del Gobierno cubano para ganar adeptos en un
sector social que fue durante muchos años marginado y hostigado. Por lo
que desde el principio quedó claro que para nada todo esto era un empuje
de desarrollo democrático, sino otra estrategia más en medio del proceso
de "transformismo" político que a los gobernantes no le ha quedado más
remedio que asumir.
Eran (y son) momentos donde existía una prioridad de ganarse la buena
voluntad de la opinión pública internacional. En este contexto emergió
Mariela en el rol de figura política idónea para traer propuestas,
ejecutar cambios y conquistar la esfera pública. La mera hija del
Presidente sería la protagonista en los paneles de discusión, exhibición
de películas, estrenos de obras teatrales, lecturas literarias y
aperturas de exposiciones de artes plásticas. Todo para intentar borrar
de la memoria colectiva la década del 60, cuando el Estado cubano
hostigó a los homosexuales y los internó en campos de trabajo forzados.
Y la de los 70, y los 80, y los 90, donde aunque de forma menos intensa
también siguieron siendo discriminados.
Pero ella sigue de gira y aquí en Cuba se sigue en las mismas. El
proyecto de aprobar reformas legislativas para autorizar las uniones
civiles gays y para posibilitar la adopción de niños por parte de
homosexuales se quedó en uno de los párrafos de algún documento que se
leyó, no sé qué día en una reunión de la Asamblea Nacional. Y parece
haberse pospuesto este tópico para un futuro no inmediato, en favor de
la "actualización del modelo económico socialista".
Mientras que en países latinoamericanos de mayores tasas de prejuicios
ya se ha aprobado esta ley, aquí se le da agua al dominó. Sabemos que la
historia de homofobia estatal en Cuba, la ausencia de movimientos que
exijan estos derechos, y el monitoreo oficialista del activismo en la
Isla hacen que queden al descubierto las limitaciones de este discurso
de inclusión y tolerancia.
La campaña contra la homofobia ha sido descaradamente politizada y
tendenciosa. Un ejemplo clave es el artículo "La homofobia daña la
unidad revolucionaria", publicado por Radio Rebelde, donde puede leerse:
"Esta lucha contra la homofobia es, esencialmente, otra manifestación
del carácter justiciero y unitario de la Revolución cubana".
Podemos repasar también algunas de las citas de Castro Espín en México,
cuando destacó que "los temas de LGBTI son ideológicos y políticos, y
la Conferencia Mundial de la Liga a la que asiste es un espacio de
activismo importante en esas dos direcciones". Y de paso aprovechó para
tocar el tema del bloqueo estadounidense, tema de moda, agradeciendo la
solidaridad expresada al respecto por algunos de los activistas presentes.
Pese al histrionismo demostrado por Mariela, no es suficiente para
convencer a nadie de que hoy Cuba es open minded. Oímos sus soflamas y
vemos su gesticulación como se ve una teleserie. Sin embargo, ella no es
la primogénita de una singular familia conformada únicamente por mujeres
y donde todos los hombres mueren repentinamente, provocando que por la
duda y el miedo se hable de "la maldición de las Aparicio".
Ella no es la Alma Aparicio que lucha justicia e igualdad en todos los
ámbitos de la palabra, sino la hija segunda de una familia que ha regido
por más de medio siglo los destinos de una isla y de sus gentes, y donde
tantos daños y errores ha provocado que se habla de "la maldición de los
Castro". Mariela Castro Espín se presenta como una luchadora por la
justicia y la igualdad social, pero se parece más a una campaña
electoral hecha en capítulos con bastante anticipación.
No sé nada de la segunda temporada de Las Aparicio, la que me gustaría
ver. Sin embargo, no quisiera tener que ver más ninguna de Los Castro,
bastante larga ya por cierto.
Source: De series y personajes | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1414918738_11080.html
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