Como anillo al dedo
JORGE OLIVERA CASTILLO | La Habana | 29 Oct 2014 - 10:55 am.
Para La Habana, la elección de Rousseff en Brasil garantiza que apenas
habrá cambios en la geopolítica regional.
Con la reelección de Dilma Rousseff, el castrismo asegura los balances
políticos y económicos sin los cuales no podría sobrevivir a corto y
mediano plazo.
Si bien la victoria del Partido de los Trabajadores (PT) fue limpia, el
proceso sacó a la luz la polarización del electorado brasileño y la
consiguiente pérdida de hegemonía de la izquierda en el gigante
sudamericano.
La heredera y protegida de Lula Da Silva obtuvo una victoria pírrica.
Más del 48% de los votantes lo hizo por su rival Aecio Neves, del
Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Con el chavismo en Caracas, a pesar de su declive, y la permanencia de
Rousseff en el Palacio de Planalto, Raúl Castro garantiza la materia
prima para los parches con los que evita el desmoronamiento de su régimen.
Es evidente que Maduro hará lo indecible por mantener los suministros de
petróleo a Cuba, pesar de la sensible caída de los precios en el mercado
mundial y los problemas estructurales que afectan el monopolio estatal,
PDVSA, en cuanto a producción se refiere.
Por otro lado, con Rousseff en el poder, se despejan las dudas en torno
a la continuidad de la inversión en el puerto del Mariel, donde el
gobierno brasilero, a través de la empresa Odebrecht, ha deslizado
fondos que según se estima superan los 600 millones de dólares.
La falta de transparencia en el financiamiento pudiera estar escondiendo
una cifra mucho mayor. Eso sin dejar de mencionar las corruptelas que
estarían alrededor de un negocio que de hecho forma parte de la ofensiva
antiembargo norteamericano. A fin de cuentas, el proyecto en cuestión
solo sería viable si se levantaran las restricciones comerciales a Cuba
por parte de Estados Unidos.
Con estas realidades apenas habrá cambios en la geopolítica regional. Es
decir que las apuestas por la integración de la dictadura a los foros e
instituciones del continente, seguirán con muy pocos cambios.
La gerontocracia que gobierna en la Isla debe haber celebrado por todo
lo alto los resultados de una de las elecciones presidenciales más
importantes del subcontinente. Informaciones del Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial, indican que Brasil posee la sexta
economía más grande del mundo, de acuerdo a su PIB nominal.
Rousseff estará en la presidencia hasta el 2018, año en que Raúl Castro
cumple su segundo y último mandato de 10 años. Hay rumores sobre la
posibilidad de que se acoja al retiro antes de esa fecha.
Independientemente de la veracidad o no del asunto, lo cierto es que el
general y su séquito ganan tiempo a su favor. Los puntales para la
estrategia de ir soltando lastre a cuentagotas se fortalecen con lo
ocurrido en las urnas de la ex colonia portuguesa.
Decir que el castrismo tiene sus días contados es una aseveración
fantasiosa.
En sus postrimerías no le faltan cómplices para viabilizar su agenda de
aperturas a medias y conservación a ultranza del poder político.
El fin llegará, pero nadie sabe cómo ni en qué momento.
A corto plazo parece que hay más de lo mismo. Lo peor del caso es que la
nomenclatura vuelva a salirse con las suyas y logre sustituir la
transición a la democracia por una mutación hacia un modelo más
racional, pero con nuevas ataduras y mejores camuflajes.
Source: Como anillo al dedo | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1414572920_11018.html
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