Friday, March 7, 2014

Tirar la toalla en Cuba

Tirar la toalla en Cuba
La posición del gobierno actual hacia la isla choca en ocasiones con las
opiniones de otros miembros del propio Partido Popular, más reticentes
al acercamiento con la Cuba.
Joan Antoni Guerrero Vall
marzo 06, 2014

En las últimas semanas grupos de exiliados cubanos en España han
mostrado su disgusto con el gobierno de Mariano Rajoy. Desde hace tiempo
su política respecto a Cuba va dando tumbos y a nadie se le escapa que
esta situación responde a la voluntad de un sector del Partido Popular
(PP) de no molestar a los actuales gobernantes en la isla.

Esta posición como gobierno choca a veces con las opiniones de otros
miembros del propio partido, que públicamente se muestran mucho más
firmes en contra del régimen de La Habana. Este es el caso de la
presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, quien siempre está
dispuesta a tirar unos dardos bien afilados con destino a la Plaza de la
Revolución.

En los últimos meses se ha producido un aumento de la esquizofrenia de
los conservadores españoles en cuanto a Cuba y de ello hay claras
muestras, como son las audiencias que le han sido ofrecidas al embajador
cubano en España, recibido por el presidente del PP en Valencia, Alberto
Fabra, o las atenciones que con el gobierno cubano tiene otro barón
popular, el gallego Alberto Núñez Feijóo, que viajó a la Isla y no tuvo
ningún problema en posar con las máximas autoridades del régimen,
incluido el dictador Raúl Castro.

Aunque no tenga que ver necesariamente con el PP, los Príncipes de
Asturias también tuvieron su delicadeza con las autoridades castristas
en España y posaron junto al embajador cubano en una feria de turismo en
Madrid hace algunas semanas. Por todo esto se puede llegar a la
conclusión de que hacerse fotos, darse la mano y estar a buenas con los
representantes de un régimen totalitario no pasa factura a estos
mandatarios institucionales y políticos, ni tan sólo entre sus propios
votantes, sólo en el caso de que éstos sean exiliados cubanos y tengan
una opinión desfavorable hacia el gobierno de su país de origen.

No recuerdo en los últimos años del gobierno del PSOE unas muestras
públicas de buena sintonía como éstas desde instituciones españolas,
excepto el viaje de las socialistas Leire Pajín y Elena Valenciano
-actualmente candidata a los próximos comicios europeos- para estrechar
lazos (¡atención!) con el Partido Comunista de Cuba. Y eso que el
gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero lo intentó, con los esfuerzos
del ex ministro Miguel Ángel Moratinos para cambiar la Posición Común de
la Unión Europea (UE).

Ese ministro no se salió nunca con la suya, pero hoy ha sido
precisamente el gobierno de su adversario, el del PP, que antes lo
criticaba, el que permitirá un giro de política que deja la cuestión de
los derechos humanos un tanto descolgada en medio de un nuevo acuerdo
con Cuba.

Esta posición en España, más los cambios en otros países de Europa que
han permitido el casi levantamiento de la Posición Común, hace pensar
que ya casi todo el mundo ha tirado la toalla en cuanto a Cuba y que ya
no hay presión política que pueda empujar a los gobernantes cubanos a
respetar, como mínimo, los derechos humanos más fundamentales. No hay un
cuestionamiento internacional al unipartidismo, a la inexistencia de
unos medios de comunicación desligados del aparato del poder, a la
prohibición de realizar reuniones con contenido o no político de forma
independiente a las organizaciones del Estado.

No hay, por así decirlo, una oposición internacional al castrismo que lo
deslegitime tal y como se merecería y debería esperar cualquier
demócrata. Ni tan siquiera lo esperan gobiernos con partidos
supuestamente amigos de la causa que hagan declaraciones contundentes a
favor de las demandas de la oposición, que se resumen en los puntos más
básicos de la carta fundamental de los derechos humanos.

Ante un panorama con tales características (es decir, desolador) la
única esperanza de cambio efectivo reside en la posibilidad de que las
demandas de la oposición toquen la fibra sensible de alguien que hoy
forma parte de ese aparato castrista y desde dentro se vayan
estableciendo cambios que conduzcan a una revolución democrática dentro
de la Revolución castrista.

Ese sería, como decía el recientemente fallecido Huber Matos en algunas
de sus declaraciones, el objetivo final del levantamiento de 1959, un
golpe con intención de restablecer la democracia pero que Fidel Castro
condujo al totalitarismo en el que todavía hoy se encuentra instalado.

Source: Tirar la toalla en Cuba -
http://www.martinoticias.com/content/tirar-la-toalla-en-cuba/32685.html

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