¿Dónde están los caballitos?
FERNANDO DÁMASO | La Habana | 30 Mar 2014 - 9:48 am.
Los parques de diversiones de La Habana apenas funcionan. Antes en
cambio... Un recorrido por la memoria infantil: Jalisco Park, el Parque
Colón, Coney Island Park…
Recordar los caballitos —como denominábamos al parque de diversiones en
Cuba— es regresar a la infancia. Los caballitos llegaban un día y se
instalaban en un solar yermo del barrio, por lo regular el mismo donde
antes se había instalado o después lo haría el circo ambulante.
Rápidamente montaban el carrusel (que con sus caballos de madera le
aportaba el nombre), la estrella, los botes, las sillas voladoras y los
kioscos para la venta de algodón de azúcar, rositas de maíz, maní
tostado y otras golosinas.
Habían kioscos también para demostraciones de habilidades: tiro al
blanco contra unos patos metálicos que se movían en fila india y
lanzamiento de pelotas contra objetos en equilibrio o bolos, que
permitían la obtención de premios, siendo uno de los más codiciados los
osos de peluche.
También se lanzaba una pelota de béisbol, a gran velocidad, contra una
diana metálica que abría una trampa, haciendo caer en un estanque lleno
de agua a una muchacha en trusa, que estaba sentada en un travesaño.
La música escandalosa formaba parte importante del entretenimiento y se
escuchaba por doquier, en cada instalación, en toda el área y hasta en
el barrio. En las taquillas se vendían las entradas para los aparatos al
precio de diez centavos. Si el aparato costaba más, según el precio, se
entregaban dos o tres.
En el carrusel había caballos y coches pintados de vivos colores. Los
varones preferíamos los caballos porque montados en ellos nos sentíamos
como los héroes del oeste que admirábamos en el cine. Las hembras
preferían los coches y, las que gustaban de los caballos, montaban de
lado y nunca a horcajadas, pues así lo exigía la moral de la época.
Los caballitos, con sus múltiples atracciones, daban vida al barrio,
sacándolo de la monotonía cotidiana. En La Habana de finales de los años
cuarenta y principios de los cincuenta, además de los caballitos
ambulantes, existía el mítico Parque Colón, ubicado entre el monumento a
Maceo y la entonces Casa de Beneficencia, después desaparecido.
El primer parque de diversiones moderno, con coches eléctricos, botes en
estanques con agua, tazas chinas, pulpos y otros aparatos exóticos, así
como una gran estrella, casa de espejos y otras atracciones, fue el
Jalisco Park, ubicado en su época de esplendor en un terreno de la calle
23 entre L y M, donde después se construyó el hotel Habana Hilton, hoy
Habana Libre.
Posteriormente, el Jalisco Park se instaló en 23 y 18, donde aún existe.
Ya estaba bastante reducido y venido a menos cuando se mudó de
emplazamiento, porque se había inaugurado el Coney Island Park en la
playa de Marianao. El Coney introdujo la montaña rusa, el avión del
amor, la estrella más alta y otras atracciones de nueva tecnología, que
lo hicieron el preferido de niños, jóvenes y adultos.
En esos tiempos, al Jalisco Park primero, y después al Coney Island, se
asistía preferentemente los sábados y domingos, dispuestos a disfrutar
de una tarde o de todo un día de esparcimiento y alegría. Pocas
emociones se comparan con la primera vez que montamos los carros de la
montaña rusa y nos deslizamos por sus rieles a toda velocidad, pensando
que caeríamos al vacío en cualquier momento, la sensación de ingravidez
en el avión del amor o la opresión en el pecho durante los giros
vertiginosos de las tazas chinas o del pulpo.
Hoy, como otras muchas cosas, los parques de diversiones (los caballitos
de nuestra infancia) han desaparecido de los barrios, llevándose toda la
alegría que los caracterizó. Su lugar, al menos en La Habana actual, lo
han tratado de ocupar los equipos japoneses que un día ya lejano fueron
instalados en el Parque Lenin, muchos inactivos por falta de
mantenimiento y de reposición. Lo ocupan hoy los pocos equipos en
funcionamiento en ExpoCuba, en El Mónaco, en Alamar y en La Habana
Vieja, todos en situación similar. O hay que irlos a buscar a la llamada
Isla del Coco, en los terrenos del antiguo Coney Island Park, triste
remedo socialista y pobretón de lo que un día fue un gran parque de
diversiones.
Lo interesante de los caballitos es que en el pasado, con aparatos
viejos, reparados decenas de veces por sus propios operadores,
instalados, desinstalados y vueltos a instalar durante años, todos
funcionaban y satisfacían las necesidades de recreación de niños,
jóvenes y adultos. Hoy, en cambio, en los pocos parques estatales que
existen la mayoría de los equipos no funcionan.
La razón es sencilla: para su mantenimiento y reparación sus
administradores deben recorrer el "laberinto socialista" (que no es
ninguna atracción de feria) sin encontrar ninguna salida.
En los últimos meses, en el marco de la denominada "actualización" de la
economía, se ha permitido la inclusión de algunos pocos particulares con
sus aparatos (inflables, máquinas y motos eléctricas, etcétera), aunque
todo bajo la estricta administración estatal que, como el macao, se
niega a soltar su presa por insignificante que sea. Y tal vez el único
regreso posible de los caballitos, ahora modernizados, esté en manos de
los particulares.
Source: ¿Dónde están los caballitos? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1396132733_7880.html
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