Monday, February 20, 2012

Señales del caos que se avecina

Sociedad

Señales del caos que se avecina
Miriam Celaya
La Habana 20-02-2012 - 9:35 am.

Robos, asesinatos, desapariciones: la inseguridad ciudadana se dispara
mientras la prensa y las autoridades callan.

Pocas semanas atrás un ladrón protagonizó lo que pudiera considerarse un
atraco sui generis. En plena mitad de la tarde y pese a la cantidad de
público que frecuenta el sitio diariamente, tras agredir violentamente a
la cajera, asaltó el banco de la Western Union ubicado en el Centro
Comercial de Carlos III, Centro Habana, y se dio a la fuga, saliendo a
toda prisa por la puerta lateral que da acceso a la calle Árbol Seco.
Muchos lo vieron escapar con un bolso. Y en pocos minutos el lugar se
llenó de policías con sus impresionantes perros. Sin embargo, hasta hoy
el delincuente no ha sido atrapado. La rapidez con que se produjo el
suceso y la audacia del ladrón hacen pensar que esta es apenas la punta
de un iceberg que se anuncia tan peligroso como el que hizo zozobrar al
Titanic. Porque este fue apenas un hecho delictivo entre muchos que
están ocurriendo en la capital cubana.

La ausencia de una prensa de sucesos en la isla —o quizás debería decir
sencillamente ausencia de prensa— da lugar a que estos eventos solo se
conozcan a través de las vías de información alternativas, popularmente
conocidas como radio bemba, con las consiguientes tergiversaciones de
los hechos. No obstante, en el fondo de cada rumor subyace una realidad
innegable: los índices de delincuencia y de violencia en general se
están elevando sensiblemente, lo que apunta hacia un peligroso punto de
desorden social que, de mantener su tendencia actual, podría desembocar
en una crisis de magnitudes impredecibles.

No es exagerado adelantar dicha posibilidad a juzgar por las señales. En
los últimos meses hemos venido asistiendo a un gradual pero sostenido
deterioro de la seguridad ciudadana. Frecuentemente se sabe de asaltos,
robos en domicilios, arrebatos de prendas en plena vía pública, del
incremento de los carteristas en los ómnibus urbanos y de una peligrosa
modalidad que ha ocupado el centro de los rumores habaneros: la
desaparición de choferes de los llamados boteros, que prestan servicio
de transporte particular cubriendo líneas específicas en las principales
vías de La Habana. Se comenta que el número de choferes desaparecidos va
en aumento y que, ante el temor de ser asaltados y muertos, ha
disminuido el número de quienes cubren los horarios nocturnos.

Las calles de la capital se están tornando cada vez más inseguras y
mucha gente evita usar prendas valiosas o portar mucho dinero cuando
circulan de noche. Se dice que un taxista de la piquera de Alamar fue
asesinado tras haber sido violentamente golpeado, y también trascendió
extraoficialmente el asesinato de un profesor de la Universidad Técnica
de La Habana (CUJAE), desaparecido durante unos dos meses y cuyo cadáver
apareció en estado de descomposición en las cercanías del Hospital
Naval, en La Habana del Este.

La escalada de violencia delictiva parece no tener fin, en medio de una
incertidumbre social ya suficientemente sustentada por las carencias
materiales, el aumento de los precios, la depresión del poder
adquisitivo de los ciudadanos y la ausencia de un programa gubernamental
realista que trace propuestas, acciones y fechas para remontar la actual
situación.

Mientras, los periódicos dedican sus páginas a reseñar el celo de los
administradores de la economía para detectar violaciones y hechos
delictivos que atenten contra la propiedad del Estado, es decir, de la
casta gobernante. Han rodado cabezas de funcionarios de diferentes
niveles y rangos, generalmente asociados a empresas de capital mixto u
otras que producen atractivos dividendos. Algunos hechos de corrupción
se han divulgado oficialmente, siempre que no impliquen demasiado a la
casta gobernante, pero no existe referencia alguna al hervidero
delincuencial que amenaza con desbordar la ciudad.

Los peligros se potencian por cuanto el sentimiento de indefensión puede
conducir a una espiral de violencia. Por estos días, en el portal del
Centro Comercial Carlos III, un joven comentaba que ante lo que está
ocurriendo más valía hacerse de un arma para defenderse y proteger a la
familia. El corrillo asistente emitió criterios de aprobación general.

"Si vienen a asaltarme o entran en mi casa, halo por un arma y me llevo
al que sea. Es una cuestión de él o mi familia, porque el que entra en
una casa está dispuesto a todo".

Desde luego, no se puede acusar a un hombre o mujer común por querer
defender a los suyos cuando se sienten amenazados. La respuesta violenta
contra la violencia nunca es deseable, pero en este caso brota debido al
silencio e incapacidad oficial para enfrentar el problema. A fin de
cuentas, un ciudadano cualquiera se siente más apremiado por la
posibilidad de que un ladrón irrumpa en su domicilio en plena ciudad y
con la mayor impunidad, que por la avaricia y corrupción de un
funcionario que se embolsille sin más los billetes de los Castro.

Hasta el momento, todo transcurre sin que las autoridades den señales de
enterarse. La gente comienza a sentirse más urgida de solucionar por sí
misma lo que los encargados del orden no pueden o no quieren resolver.
Diríase que solo funcionan los cuerpos represivos dedicados a tratar de
sofocar los focos de disidencia que se siguen multiplicando en toda la
Isla. Los medios de prensa continúan proyectando una Cuba de mentiritas.
¿Y los gobernantes? Bien, gracias.

http://www.diariodecuba.com/cuba/9670-senales-del-caos-que-se-avecina

No comments:

Post a Comment